Hay ocasiones en las que si no se gestiona bien la situación, se puede llegar a morir de éxito. La temporada de Benfica está siendo espectacular pero puede llegar a ser un pequeño gran fiasco si no acaba de rematar alguno de los títulos que tiene al alcance de la mano. Hoy era una buena oportunidad para que dejase casi sentenciada la Liga Zon Sagres. Se daban todos los ingredientes: partido en casa, con la afición apoyando a tope y un once de garantías para hacer frente al sexto de la competición, Estoril.

Sin embargo, nada iba a ser sencillo. Nada iba a ser como quien lee un cuento de hadas. De hecho, Estoril demostró pronto que aquel no era un partido de trámite, que ellos también tenían su propio objetivo: asegurar Europa. Es cierto que los primeros quince minutos del encuentro fueron para las águilas, que salieron con la misma intención que tiene un martillo neumático, destrozar el encuentro por la vía rápida, y hubiesie sido así si Vagner, a los 10 segundos de juego, no hubiese desviado el remate de Lima (bastante desacertado a lo largo de la noche, por cierto)

A partir ahí, Estoril se empezó a hacer con la manija del encuentro y le restó potencia y peligrosidad a los ataques del conjunto encarnado. Sobre todo a la contra, el equipo amarillo fue peligroso. Así fue Luis Leal, el que fusiló a Artur en el 29. La pelota fue rechazada y a punto estuvo de llegar al delantero para hacer el primero de Estoril, aunque el guardameta lo impidió.

Ahora bien la mejor ocasión la tuvo Lima en el 33, que aprovechó una gran combinación. Centro de Gaitán que Cardozo acomoda con el pecho para que lima, con el interior, la mande a la base del palo izquierdo de Vagner. Había fantasía, pero los guardianes seguían despiertos.

Todo hacía presagiar que la segunda mitad iba a ser un oleada de ataques encarnados que permitieran coger la ventaja suficiente para afrontar el encuentro y la liga sin mayores dificultades. Sin embargo, al dios del fútbol no le gustan los finales sencillos. Es verdad que Benfica fue más, sobre todo en los primeros minutos Gaitán en un remate espectacular en el 51 o Maxi Pereira con un disparo que repelió Jefferson en el 56, estuvieron a punto de lograr abrir la lata, pero la sorpresas iba a llegar en el minuto 59.

Jefferson lanza una falta desde el costado derecho. Un lanzamiento combado, de lo que buscan minas en los pies de los defensas y veneno en los de lo delanteros. Un lanzamiento que confunde a todos, al que no llega ninguno y que se acaba tragando Artur por su palo. Un fallo del portero que adelantaba a Estoril y que le ponía el encuentro muy complicado a los del JJ.

Ahora bien, ahí fue cuando salio la casta encarnada. Después de asediar la porteria de Vagner durante diez minutos, fue el más inesperado, Maxi Pereira, el que clavo en la escuadra un balón que quedó suelto en el área. Había 20 minutos para soñar en la remontada y acercar así el título de liga a Lisboa definitivamente. Pero no pudo ser. Lo que si vimos fue una locura de minutos finales, con la expulsión de Carlos Martins y una mano prodigiosa de Artur, abajo, donde duele, para salvar a su equipo de la derrota.

Benfica fue contra Estoril, más corazón que cabeza, un conjunto que quiso lucir su reluciente armadura de finalista europeo y que se olvidó que Portugal es otra cosa, que hay que jugar a algo distinto. El resultado es que se ha pasado de tener un partido de “trámite” en Do Dragao a jugarse la la competición ante el eterno rival. Emocionante y lleno de suspense, salvo si eres hicha de Benfica.