Beira Mar debía sacar los tres puntos y esperar resultados ajenos, por lo que era de esperar que salieran a llevarse el partidos desde el inicio. Sin embargo, la realidad fue otra, el Sporting con varios cambios en su once habitual dominó y fue el que creó las mejores ocasiones.

Ya en los primeros minutos pudo marcar Wolfswinkel cuando le cayó un balón en el punto de penalti que no supo rematar bien. El delantero había hecho una promesa y parecía dispuesto a saldarla. Beira Mar respondió con una oportunidad que sacaron entre Rojo y Rui Patrício.

Pero en el minuto 20 un penalti absurdo terminó por desequilibrar el encuentro. Adrien lo transformó y dejó grogi a los 'aurinegros', que sufrirían en los siguientes minutos la estocada definitiva. Dos contras bien finalizadas por Wolfswinkel pusieron el 0-3 antes de la media hora.

En la primera el delantero holandés disparó colocado. Para el segundo se deshizo de Rui Rego y marcó a placer. Promesa cumplida y el Sporting comenzó a manejar los tempos, mientras Beira Mar conseguía crear una buena ocasión cada cuarto de hora.

El gran problema de los aveirenses era la falta de instensidad de quien no tenía la pelota y aunque el cambio de esquema de Costinha en la segunda mitad metió al equipo en el campo rival. Con un 3-3-4 Beira Mar llegaba más por acumulación que por juego.

A falta de 20 minutos Ribeiro anotó el gol de los 'aurinegros' y se podía pensar en el milagro. Todo muy lejos de la realidad, no había juego y la mayorías de los jugadores parecían tener los brazos ya caídos. No volverían a poner en peligro la portería del Sporting.

Mientras los 'leones' siguieron dejando esa sansación de crecimiento en lo que va de año y terminó por cerrar la goleada con otro gol de Adrien. Beira Mar tendrá que revisar su proyecto a medio plazo tras una temporada que, se suponía, debía acercar al equipo a la zona europea.

Jesualdo y sus 'cachorros' deben de valorar como se merece este período en el que han revertido una complicada situación. Con el futuro aún en el aire, la afición de Lisboa solo puede soñar con una generación que promete un nivel muy alto y para muchos años.

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