Una atmósfera fría, un sentimiento de nostalgia, de oportunidad perdida. La sensación de que el clásico contra Benfica fue como la lucha de una pantera (Eusebio) contra un simple cervatillo, hacía que el partido de hoy fuese una prueba importante para recuperar la confianza y seguir amarrado a un campeonato que se decidirá en los detalles.

Por eso la visita de V. Setúbal a Do Dragao era el bálsamo que hacía falta para recuperar la confianza y superar la nostalgia.

Y es que en toda la historia del club setubalense tan sólo ha logrado imponerse en cuatro ocasiones a los blanquiazules. Es decir, pasar el mal trago contra ellos era algo casi hecho. Si además le añadimos que Quaresma entraba de nuevo en el once, la fiesta y la rabia de animal herido estaba más cerca de superarse.

Lo cierto es que o Mustang fue lo más destacado de un Oporto al que se le vio seguro como un cirujano que está dispuesto para operar pero que no tenía demasiada imaginación salvo cuando el balón pasaba por los pies del hijo pródigo. Se le vio activo, en forma y con la suficiente potencia para superar a sus rivales en cada ocasión en la que encaraba. De hecho así llegó el primer tanto.

Quaresma superó a su par y Cha cha cha Martínez en boca de gol acabó de introducir el balón en la puerta de Kieszek. Corría el minuto 11 y el partido ya estaba encauzado con el tanto número 50 del colombiano.

Las ocasiones se sucedían y los dragones continuaban fieros, pero pulcros, activos pero sin demasiada garra y Kiesnek era la cara más visible del partido. Evitó el segundo tanto, al filo del minuto 30 al volar hacía un balón que colaba tras el remate de Varela. Algo que no pudo hacer 5 minutos más tarde, cuando Drogba da Caparica robó un balón sobre el medio campo en velocidad superó a sus rivales para hacer el segundo. Si hubiese sido un combate, Vitoria estaba a punto de KO técnico.

La segunda parte, no fue más que el resultado de la primera. Con el partido resuelto todo se volvió más tedioso, más lento, más previsible. Algo que otorgó más protagonismo a las arrancadas y a las ganas de Quaresma, que parecía querer justificar a cada minuto el porqué es el mejor refuerzo posible de los dragones para la segunda vuelta.

Eso sí, el marcador se abultó más con un golazo de Eduardo en el 87 desde la frontal del área que ponía el mejor broche posible al partido. Así la nostalgia quedó más lejos y las heridas comienzan a cerrarse.

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Sobre el autor
Miguel Á. Ortiz
Licenciado en periodismo, antes seducido por la historia y con un máster en Periodismo deportivo, sigo buscando la oportunidad de contar historias. He encontrado el mejor sitio: Vavel.