La expedición liderada por Paulo Fonseca viajó hasta la capital de Madeira estando sobre aviso. Era la segunda vez en menos de una semana que se medían al Marítimo, y las sensaciones que habían sacado del partido de la Taça da Liga eran más bien inciertas. Sí, el objetivo de los tres puntos fue una realidad al término de los 90 minutos, pero la imagen ofrecida en el Estadio do Dragão resultó incierta.

El Oporto cayó preso de sí mismo y de sus circunstancias

Con la desconfianza como equipaje, el Oporto fue incapaz de imponer su criterio y mayor calidad ante un Marítimo eficaz. Eficacia que demostró al saber templar el encuentro tras el tempranero gol de Derley a los 12 minutos, un tanto nacido fruto de la ingenuidad de la defensa visitante. Si a esta falta de concentración se le une el escaso convencimiento en los ataques, afrontar una remontada se semeja un reto complicado.

Fruto de la desesperación, los jugadores blanquiazules acabaron por convertirse en improvisados alumnos de José Ortega y Gasset, seguramente, sin llegar a conocer al filósofo madrileño. Y es que el Oporto cayó preso de sus circunstancias con el paso de los minutos. Un deceso que va más allá de lo sucedido en el Estadio dos Barreiros. La impotencia de los dragones frente al orden leonino del Marítimo fue fruto de una crisis de juego, que está relegando al equipo tripeiro a su propio aislamiento.

Gegé lucha con Jackson en un salto | foto: AFP.

Un penalti decisivo

En el inicio del juego el Oporto asumió las riendas. Quiso plantear un partido como los grandes. Con dominio, control y buenas maneras. Mas el énfasis se manifestó de modo efímero puesto que el Marítimo rentabilizó a la perfección uno de los recursos del equipo pequeño frente al grande: la insistencia. Los de Pedro Martins se aplicaron en el primer tramo del partido hasta el punto de dar la sensación de estar jugándose algo muy importante. Con esta cuestión de confianza aprovechada, el destino les regaló una oportunidad de oro para ponerse por delante.

Derley asumió su responsabilidad goleadora

Así, en el 12 de partido un duelo entre tocayos acabó convirtiéndose en penalti. Danilo -el del Marítimo- le buscó las cosquillas a la defensa rival, y esta acabó por caer ante su avance. Danilo –el del Oporto- derribó de modo inocente al de Goiás. La responsabilidad recayó entonces en Derley, quien debe asumir las tareas goleadoras tras la marcha de Héldon al Sporting de Lisboa. El artillero cumplió con su función desde los once metros y batió a Helton, quien volvía a portar el brazalete de capitán.

El gol supuso un duro despertar para los de Paulo Fonseca. La pesadilla de siempre se volvió a hacer un hueco en el planteamiento del Oporto. Estos intentaron encabezar una reacción eficaz, pero su falta de maneras a la hora de crear juego les dificultó, y de que manera, la consecución del empate. En partidos así, con el marcador adverso desde tan pronto, el brillo de las individualidades no basta. Las ocasiones visitantes llegaron en la primera mitad fruto de acciones personales de jugadores como Varela o Quaresma, pero al no producirse un cambio de mentalidad global la entente portista acabó siendo un fracaso.

Jackson se sintió desasistido en la punta de ataque y pese a que intentó cazar al vuelo los centros de sus compañeros, la dupla formada por Patrick Bauer y Gegé le mantuvo a raya. Quaresma funcionó a base de latigazos, y por ello sus carreras e internadas acabaron convirtiéndose en puntadas sin hilo. Con todo, el extremo lideró el ataque de los suyos. Cercó el gol a balón parado en el 35’, con una buena ejecución de falta que se fue por poco. Una acción suya sirvió para finiquitar el primer acto. Fue una buena jugada que acabó en tiro fuerte que impactó en el hombro de un precavido Gegé, quien pegó bien los brazos al cuerpo para silenciar protestas posteriores.

Carlos Eduardo salta ante la entrada de Weeks | foto: AFP.

Lavado de cara pero no de imagen

En el vestuario tuvo lugar un lavado de cara. O al menos eso demostró el Oporto en las primeras acciones del segundo tiempo. Un mayor dinamismo de los de Paulo Fonseca animó el partido tras la reanudación. En el 52’, otra vez Quaresma rozó el gol al rematar un centro desde la derecha. El contador de la energía local estaba empezando a bajar, algo con lo que ya contaban. Tiro tras tiro, ocasión tras ocasión, el Oporto quiso animar el ritmo del partido. Pero con los ánimos también llegaron las prisas.

El Oporto acabó jugando con tres defensas

Paulo Fonseca observó que los suyos solo eran capaces de generar peligro en base a acciones aisladas. Faltaba creación. Decidió pues poner en marcha un plan B. Retiró a Defour y dio entrada a Quintero, y puso en marcha un acople ofensivo más intenso. Los riesgos trajeron consigo los consabidos sustos. Así, en el 69’ Danilo Dias convirtió el onomatopeya ‘¡huy!’ en un canto unánime, cuando desde fuera del área intentó sorprender a Helton. El veterano cancerbero reaccionó con felinas actitudes y evitó la sentencia.

Vuelta a empezar. El partido se convirtió entonces en una sucesión de réplicas. En el 71’, Varela desperdició una ocasión de oro para lograr la igualada. Vio bien el centro, acomodó correctamente el disparo, pero remató de un modo que hizo llevarse las manos a la cara a los aficionados portistas desplazados.

El gol del empate no llegaba. El rostro impertérrito de Paulo Fonseca se resquebrajó. No tuvo más remedio entonces que gastar la última bala en la recámara. Dio entrada a Licá y en su lugar salió Maicon. El Oporto afrontó entonces los últimos diez minutos del partido con tan solo tres defensas. Puso los mimbres del cerco al Marítimo pero esta preparación no llegó nunca a traducirse en un gol. La negación del empate acabó por desesperar a los visitantes y la claudicación fue un hecho.

Paulo Fonseca: “Nos faltó agresividad”

La lectura de ambos entrenadores en zona mixta fue pareja. Los dos sacaron conclusiones rápidas de lo que resultó ser este Marítimo 1 – 0 Oporto, conscientes de la voluntad puesta por sus equipos en el terreno de juego. “Nos faltó agresividad y ellos salieron mucho más rápido. No supimos lidiar con eso”, afirmó Paulo Fonseca, quien reconoció que los suyos mejoraron tras la reanudación. “Acabamos asumiendo todos los riesgos posibles, pero no conseguimos marcar”, lamentó el entrenador blanquiazul, quien admitió que este año “las cosas no están siendo fáciles”.

Por su parte, Pedro Martins alabó el trabajo de los suyos. “Tuvimos un compromiso de trabajo y garra. Eso fue lo que nos permitió retener los tres puntos”, analizó el técnico del Marítimo, quien reconoció que el Oporto tuvo tuvo sus oportunidades pero quien declaró que el resultado fue “justo”.