España ha quedado eliminada de los Juegos Olímpicos después de sumar ante Honduras la segunda derrota en dos partidos. Fue una eliminación cruel y ejecutada por un rival que se dedicó a defender el temprano gol conseguido con todo tipo de argucias. España murió siendo fiel a su filosofía, de toque y elaboración, pero la fortuna, al contrato que en tantas noches, no quiso estar de su parte, y en el segundo acto le negó un incalculable número de ocasiones que separaban el cielo del infierno.

Como si la historia hubiese querido poner a prueba la consistencia de España, le planteó un partido de guion similar al de Japón. A los cinco minutos, Bengtson, máximo goleador de los Juegos, había culminado, con un cabezazo inapelable ante el que nada pudo hacer Jordi Alba, una jugada de fina elaboración por parte de Honduras. Con 85 minutos por delante, y tras haber tomado las riendas desde el inicio, la victoria parecía llegar por su propio peso.

Milla se jugó la carta definitiva con su idea original. Ander Herrera volvió a empezar en el banquillo, hasta que el 0-1 le hizo saltar tras el descanso; y Javi Martínez y Koke compusieron un doble pivote innecesario ante un combinado sin interés alguno en la posesión. Las dos novedades estuvieron en la zaga, donde Botía acompañó a Domínguez. Ninguno de los dos estaba marcando al único ariete hondureño cuando este marcaba su tercera diana en el torneo. En ataque, Muniain y Adrián dieron electricidad por los costados y Mata tomó la batuta del juego ante la inoperancia de Isco.

El gol de Bengtson había puesto a Honduras en la mejor de las situaciones. Los sudamericanos convirtieron la única ocasión de la que gozaron en la primera parte y entregaron el partido a España, confiados en sus dos líneas de cuatro y cinco respectivamente. A España le costó recomponerse tras el gol y, hasta que Mata no retrocedió para hacer la labor que Isco no hizo, Honduras no empezó a ver peligrar su renta.

Las intenciones de España se tornaron en un acoso permanente a raíz del ingreso de Ander Herrera en el césped. Muniain y Adrián se conectaron tras una primera parte huérfanos de balones, Mata encontró mayor libertad para sus movimientos y la entrada de Rodrigo fijó a una zaga con cada vez más frentes abiertos. Espinoza avisó con un remate al palo en la única aventura de su equipo en toda la segunda mitad, jugada que quedó en anécdota tras el trío de disparos de España que se estrellaron en la madera hondureña-uno en el larguero- en los minutos posteriores.

El paso de los minutos aceleraba el latir de los corazones de los jugadores, sabedores de que el resultado les dejaba fuera de la lucha por las medallas. Con Honduras totalmente parapetada en el área de Mendoza, Rodrigo erró un mano a mano con el cancerbero, que se erigió en héroe local tras realizar una soberbia parada a disparo de Rodrigo.

Precisamente el ariete del Benfica iba a ser el protagonista de los minutos finales tras ser víctima de un derribo evidente y poco inteligente de Velasquez con las dos piernas que el árbitro pasó por alto. La indiferencia del colegiado encendió la mecha en los jugadores de España, más pendientes de que Honduras no perdiese tiempo que de buscar un empate que les diese una mínima opción para la última jornada. La decepción se hizo carne cuando Botía remató al limbo la última ocasión de España, que abandona los Juegos rodeando al árbitro por un penalti no señalado pero sin haber marcado un solo tanto en 180 minutos.

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