La nación de las letras
Ejemplares de la editorial Reino de Redonda

Dicen que los libros son la puerta de entrada a un mundo donde lo inimagnable se hace realidad mientras te reencarnas en mil y una vidas con solamente pasar sus páginas. Y existe un pequeño lugar en la Tierra donde la literatura tiene una patria propia, el reino de Redonda. 

Esta isla perdida en el mar del Caribe, en el archipiélago de las Islas de Sotavento, fue descubierto por Cristobal Colón e ignorada hasta que pasó a formar parte del Imperio Británico. Gracias al fosfato existente en sus rocas, pasó a ser un punto estratégico. Pero el suceso trascendental de este islote deshabitado sucede en 1865, cuando el banquero Matthew Shiell decide comprarlo y pedir a la reina Victoria el título de rey de Redonda. La reina acepta con la condición de que los intereses políticos de la isla no se opusieran nunca a los coloniales del Imperio Británico, o lo que es lo mismo, que Matthew Shiell sería rey de Redonda mientras el título fuese tan ficticio como las novelas. Pero fue con el reinado de su hijo, el escritor M.P. Shiell, cuando Redonda pasó a formar parte para siempre del mundo de la literatura.

Antes de su muerte, el escritor cedió su título y los derechos de su obra al también literato John Gawsworth. Este es el punto de inicio del enturbamiento de la histora de este singular y ficticio reino como si de una obra de literatura negra se tratase.

Gawsworth instaló la corte de Redonda en las incontables y bohemias tabernas y bares entre el Soho y Fiztrovia, aunque hubo un lugar que tuvo un mayor peso que el resto, el pub Alma. Fue en estos locales donde reconoció como nobles a diversas figuras de la farándula como Dirk Bogarde. Los graves problemas con el alcohol de este alma romántica lo llevaron a publicar un anuncio en el periódico Times, en el que ponía en venta el reino de Redonda por mil guineas. Ante la avalancha de respuestas, el ser perturbado de Gawsworth se dio cuena de su error, de la banalidad en la que había caído y eliminó el anuncio. Pero la caja de Pandora se había abierto y la polémica por la sucesión del trono, que llega hasta hoy en día. Pero las crónicas oficiales afirman que Gawsworth cedió todos los derechos de su obra y la de Shiell al también escritor John Wynne-Tyson que, en la década de 1990, nombró rey de Redonda al español Javier Marías, que pasó a ser Xavier I. Todo este proceso está recogido para la eternidad en el libro Negra espalda del tiempo, del escritor madrileño.

Bajo este último y actual reinado, Redonda está disfrutando de su época más prodigiosa, con un renacimiento cultural nunca visto. Desde su coronamiento simbólico, Xavier I entregó títulos nobiliarios a una larga lista de personalidades de las diferentes artes, como Arturo Pérez-Reverte (Duque de Corso y Real Maestro de Esgrima), Francis Ford Coppola (Duque de Megalópolis) o Mario Vargas Llosa (Duque de Miraflores). De la mano de la nobleza más intelectual y cultural que cualquier otra monarquía vio jamás, Xavier I se encarga de la editorial Reino de Redonda, formada por él mismo y por Carme López Mercader, encargada de las ediciones. Los libros llegan a las librerías españolas de la mano de la distribuidora Ítaca. Desde su creación, un total de 24 volúmenes de una literatura exquisita y con un acabado casi artesanal vieron la luz. Entre los autores publicados destaca el antiguo rey M.P. Shiell. Otra peculiaridad es el prólogo que parte de la nobleza redondiana escribe en cada una de sus obras.

Además de esta editorial, el reino imaginario organiza un premio literario anual con la condición de que las obras puedan ser leídas en los dos idiomas oficiales, el inglés y el castellano. Cada duque propone a tres candidatos, y el ganador obtiene un ducado y una recompensa de 6.000 euros. Este año, el ganador fue el escritor británico Phillip Pullman.

Pero estas no fueron las únicas aportaciones de Xavier I a Redonda. También creó su moneda, diseñada por Alessando Mendini, su bandera (azul como el mar), propuso la bicicleta como medio de transporte oficial, ya que se trata de un reino ecologista y, de la mano del famoso arquitecto internacional Frank Gehry, autor del museo Guggenheim de Bilbao, propuso un palacio real.

El único punto negativo del reino de Redonda es su carácter imaginario. La utopía cultural de esta micronación literaria es el salvoconducto de la razón humana en estos tiempos de banalidad intelectual, donde la imagen y el vídeo tienen el poder sobre la palabra escrita, que es la auténtica madre, guardiana y salvadora de la Humanidad. 

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