Virginia Woolf y su ‘’habitación propia’’
''Una habitación propia'' de Virginia Woolf. Imagen: www.elcorteingles.es

En este ensayo, Virginia Woolf comienza a esbozar los principales problemas que luego habría de discutir la crítica feminista, como las imágenes de la mujer en la literatura de hombres, las posibilidades de una escritura feminista, etc. Expone muchas ideas fundamentales relacionadas con el ejercicio literario y el género femenino.

Reflexiones desde su ''habitación propia''

En primer lugar, emprende la defensa de las mujeres en la historia de la literatura, afirmando que hace siglos que las mujeres han servido de espejos dotados de la virtud mágica y deliciosa de reflejar la figura del hombre, dos veces agrandada. Nos afirma, por otro lado, que el '''olvido'' de la mujer es un hecho íntimamente ligado a la historia (la mujer vivía malos tratos físicos, matrimonios convenidos, etc), por lo tanto, está convencida de que en esta época a una mujer le hubiera sido imposible dedicarse a la escritura. Para ilustrar esto, pone como ejemplo una supuesta hermana de Shakespeare.

Abarca los problema de la mujer de una forma bastante contundente, al afirmar que la causa de que la mujer no se viese motivada sino, por el contrario, frustrada si quería ser artista se debe a que de nuevo, estamos ante el complejo masculino: el deseo no de que ella sea inferior, sino de que él sea superior. Además, testifica que para que el artista pueda producir íntegra la obra que está en él, no debe haber obstáculos en su mente, ninguna materia extraña sin consumir. Pone como ejemplo la mente de Shakespeare. 

Si algo queda patente en esta obra es su admiración a Shakespeare. Lo muestra abiertamente con afirmaciones tales como: ''Si un ser humano logró expresar completamente su propia obra, ese fue Shakespeare'' y ''Si hubo una mente  incandescente, sin trabas, esa fue la mente de Shakespeare''.

''Las obras maestras son el producto de muchos años de pensar en común, de pensar en montón (…)'''Virginia Woolf hace gran hincapié en el hecho de que las obras aisladas no nacen aisladas y solitarias, sino que son el producto de pensar de una forma colectiva. Afirma que sin sus correspondientes precursoras, Jane Austen, Eliot… no hubieran escrito, como no lo hubiera hecho Shakespeare sin Marlowe, o Marlowe sin Chaucer. Sin embargo, también expone que es difícil llegar a un acuerdo sobre las novelas en sentido colectivo ya que una novela despierta en nosotros toda clase de emociones opuestas y antagónicas.

Por otro lado, el oficio de escritor para ella es descubrir la realidad, juntarla y comunicarla a los otros. Así, cuando ella pide que ganen dinero y tengan un cuarto propio, está pidiendo que vivan en presencia de la realidad; una vida estimulante, parece, puédase o no comunicarla.

Pone broche final a este ensayo (como algunos lo han calificado) con la siguiente afirmación: ''Los grandes poetas no mueren: son presencias continuas; sólo precisan una oportunidad para andar entre nosotros de carne y hueso''. 

Crítica a un concepto que destaca en los textos de Virginia Woolf: androginia

En Una habitación propia, la autora alude al concepto de Androginia de Coleridge, cuando este afirmó que una gran inteligencia es andrógina. Woolf entiende por mente andrógina el estado ideal del escritor donde se encuentran componentes femeninos y masculinos. La proporción entre éstos determinará el sexo predominante sin que esto signifique la exclusión del otro.

A pesar de la defensa a este concepto, el mismo provocaría cierto rechazo en feministas tan destacadas como Elaine Showalter. En A Literature of Their Own, Elaine afirma que la androginia era en realidad un mito que le ayudaba a Virginia Woolf a evitar un enfrentamiento con su propia feminidad desgraciada y que le impelía a apagar su ira o su ambición. En definitiva, Woolf tiene un estilo típicamente deconstructor que evidencia la naturaleza dual del discurso, la resistencia a un significado esencial y único. 

Últimas consideraciones sobre Una habitación propia

En el año 1928 a Virginia Woolf, tal como ella expone en su propia obra, le propusieron dar una serie de charlas sobre el tema de la mujer y la novela. Woolf planteó la siguiente cuestión: ¿Qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas?. A esta cuestión da una única respuesta: independencia económica y personal, es decir, ‘’una habitación propia’’, algo que hoy día consideramos tan cotidiano y desprovisto de importancia.

Merece la pena destacar especialmente algunos aspectos en Virginia Woolf tales como: su lenguaje, su imaginación, su dominio en la materia y su pensamiento innavador. La autora utiliza un lenguaje en el cual dominan sus toques irónicos y su maestría y paciencia en las descripciones. Algo que indudablemente es admirable de Virginia es su gran imaginación, no sólo presentándonos situaciones mediante personajes imaginarios sino también su capacidad para plantearse aspectos tan recónditos como: ¿Cuál hubiese sido la situación de una hermana de Shakespeare en el tiempo de este? (en tal caso de que éste la hubiese tenido). También es digno de mención su conocimiento en la materia, en parte gracias a su labor de documentación, ya que nos ilustra sobre la actividad literaria en épocas pasadas a menudo con nombres y apellidos concretos. Digno de resaltar es, sobre todo, su pensamiento innovador. No olvidemos que dio vida al concepto de androginia, siendo consecuente con la crítica posterior.

En definitiva, nos encontramos ante la obra de una autora destacada, ante todo, por tratar en los escritos una polémica social importante en la época: el rol de la mujer. Su influencia se extiende hasta nuestros días. 

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