"Nada" de Carmen Laforet

Carmen vivió y desarrolló su obra en el contexto del nacional-catolicismo español y esto se ve reflejado no sólo en la personalidad de sus personajes sino en el ambiente social en el que éstos se mueven. 

La represión, el fantasma de la guerra y la insuficiencia de la cartilla de racionamiento eran la tónica general que reinaba en la época y eso es algo que no podemos perder de vista en ningún momento al analizar las obras del momento. Marcada por el machismo latente en la sociedad, es digno de admiración el hecho de que Carmen Laforet consiguiera no sólo hacerse un hueco en el panorama literario del momento, sino lograr el primer Premio Nadal con su primera novela, Nada

Argumento

Andrea llega a Barcelona para estudiar Filosofía y Letras y acusa el dramático contraste entre las violentas emociones que reinan en casa de su abuela y la cordialidad de la vida universitaria. Narrada en primera persona con un estilo directo y realista, que chocaba con las convenciones literarias de la posguerra, Nada denuncia la miseria moral y material de una familia burguesa tras la Guerra Civil. 

Nada en la nada

Lo primero que llama la atención de esta novela es la fuerte presencia que tienen sus personajes. Es característica común en Carmen Laforet identificar a sus personajes con personas a las que ella conoce en la vida real o, incluso, con ella misma.

De este modo, Andrea, la protagonista de Nada es la propia Carmen Laforet en la obra. Representa la rebeldía, el ansia de libertad que sufría durante su estancia en la isla y sus propias vivencias ocurridas durante su período estudiantil en Barcelona. Las similitudes entre la escritora y la protagonista son tantas que resulta complicado establecer la diferencia entre realidad y ficción.

Ena, la mejor amiga de la protagonista, es la personificación de la mejor amiga de la infancia de la autora, Linka Babecka; la tía Angustias es un claro reflejo de la madrastra de Carmen Laforet y su primer amor, Ricardo Lezcano, encuentra su símil en Gerardo, el chico que da el primer beso a Andrea.

Carmen Laforet inaugura en esta obra el concepto de “chica rara”. La importancia de la “chica rara” reside en que choca con el prototipo femenino de la época franquista en la cuya única preocupación era la de formar una familia sin preocuparse por grandes ambiciones intelectuales. Estas chicas, lideradas por Andrea –o por la misma Carmen Laforet- necesitan ir a la universidad, no se impacientan por tener novio ni pueden permanecer todo el día dentro de casa sino que necesitan algo más, ambicionan el conocimiento y muestran la rebeldía como seña de identidad. Nuestra autora sirvió de inspiración para otras como Ana María Matute o Martín Gaite quienes siguieron con la tradición de la “chica rara”.

Pero este papel de “chica rara” no fue la tónica general a lo largo de toda la vida de Carmen Laforet. Ella, que había sido una atea rebelde e inconformista, acabó convertida al catolicismo activo y esto se refleja en su obra La mujer nueva.

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