‘El solitario’ de Guy des Cars

El solitario fue publicado allá por 1951 en una Francia donde la novela más popular era despreciada por evitar el trasfondo de la verdadera literatura y dedicarse a buscar el lector fácil. Fue por ello que Guy des Cars no fue valorado como se merecía en su patria y sus novelas, por lo tanto,  desfundadas del verdadero valor que encerraban. A causa de esta situación la literatura del autor francés cobró gran importancia en otros países y continentes. En Suramérica, en especial Argentina, fue donde la literatura de des Cars logró gran relevancia cultural y fama, llegando al éxito con más de 33 ediciones publicadas y 228.000 ejemplares vendidos. Injusta fue la situación que vivió Guy en Francia, donde sus novelas se tachaban de populares, ignorando un gran fondo humano como el que se presenta en esta novela.

Un drama patológico

Con gran minuciosidad, cuidado y talento transcurre una obra a priori de apariencia sencilla pero con un entramado que el lector sabrá apreciar.

La novela muestra una situación humana casi desesperante, Jacques Vauthier, un hombre ciego sordomudo, es acusado de un brutal asesinato. Este personaje  se niega misteriosamente a ser defendido en un tribunal, declarándose culpable sin que las pruebas muestren dicha afirmación. A causa de su grave y peculiar discapacidad, se  presenta un entorno oscuro y claustrofóbico, donde un hombre sin apenas consciencia de su alrededor vive una segunda realidad por la cual tiene que habitar sin exponerse a los miedos ajenos. A él llega un viejo abogado, Victor Deliot, un hombre que ama su profesión pero que no alberga ambición de crecer en el gremio, todo cambia  al llegar la oportunidad de defender este caso, con el que destapa su sentimiento más emprendedor y decide afrontar una oportunidad, desechada por multitud de abogados con anterioridad.

A través del acusado, el lector podrá sentirse impotente con las visiones más sentimentales que el propio incapacitado escribe de forma asombrosa: “Era un ser que jamás ha visto, hablado ni oído, que no conocía nada, no entendía nada, que vivía sin darse cuenta de lo que es la vida…”.

El personaje de Vauthier cambia a lo largo de la obra a medida que su abogado, Deliot, descubre la verdadera persona que se encierra tras una apariencia inservible, se presenta como un ser inhumano sin sentimientos ni clase social, poco más que un desecho de la sociedad, pero tras el análisis sentimental que transcurre a lo largo de la obra, el lazo que une a ambos personajes se estrecha tanto que llega a cambiar la visión del acusado en las páginas del libro.

El principal valor de esta obra es su gran fuerza, donde el lector quedará inevitablemente atrapado en  la mente de un personaje habitante de la oscuridad y en una persona que intentará con todos sus medios destapar la verdad de un caso oscuro a la vez que inocente; dos visiones de una misma realidad se enfrentan en esta novela, original y diferente en la época que fue publicada, y de un gran valor literario en la literatura actual.

Guy des Cars luce en esta novela todas sus inquietudes literarias, sus preocupaciones por el ser humano en la más extremas de las situaciones, planteando cuestiones al lector y obligándolo a ponerse en una  piel ajena donde nunca querría estar.

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