Tendencias de la novela actual
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Existe un reducido número de escritores por encima de la notoriedad y la búsqueda de un público lector más amplio, que publica obras prácticamente desconocidas para el gran público, con escasa repercusión y publicidad, y por supuesto, con unos números de ventas mucho menores que la literatura comercial.  Es solamente gracias a su calidad por lo que con el tiempo se consolidan como referentes culturales y se convierten en libros de obligada lectura para las personas que buscan algo más que olvidarse de la realidad y dejarse llevar. Son obras que atacan directamente a nuestra intelectualidad y nos exigen llevarla hacia límites insospechados.

En estos últimos años, los medios de difusión literarios han sufrido un avance extraordinario. El auge de las nuevas tecnologías, la publicación de novelas nacionales e internacionales y el renacer de los relatos cortos están cambiando los conceptos clásicos de la narrativa española. En la actualidad existe una variedad enorme de temas y estilos que hacen que cada vez sea más difícil clarificar y establecer tendencias unificadoras.

Evolución de la novela en la última década

La novela ha experimentado cambios importantes que han dado lugar al nacimiento de un nuevo movimiento literario todavía en desarrollo llamado “posmodernismo”. Este movimiento nace tras la caída del muro de Berlín como fruto del desencanto existente de un siglo XX bélico y sangriento. Se caracteriza por exaltar la cultura popular, el eclecticismo, cambiar de un estilo literario a otro con total libertad, y sobre todo, reinterpretar lo ocurrido anteriormente desde otro enfoque.

Los libros seleccionados para este estudio son: Historia abreviada de la literatura portátil de Enrique Vila- Matas, Manual de literatura para caníbales de Rafael Reig, Soldados de Salamina de Javier Cercas,  Nocilla Dream de Agustín Fernández Mallo, Aire Nuestro de Manuel Vilas, Un momento de descanso de Antonio Orejudo y Lo peor de todo de Ray Loriga.

Caracterísitcas comunes 

La característica más importante de todas estas obras es la fecha de nacimiento de todos sus escritores. Salvo Vila-Matas que nació en 1948, todos los demás son de la década de los sesenta.  Es una generación que vivió los últimos coletazos de la dictadura, la transición y la consolidación de la democracia. Esto demuestra que para esta generación las heridas de la guerra ya han sido curadas y cerradas, y por tanto, no se sienten deudores de la ética literaria impuesta tras la guerra; el realismo español y la novela experimental. Además no defienden ninguna posición política. El resultado es unas novelas con un aire desenfadado, con una actitud lúdica y la concepción de la literatura como un ejercicio de entretenimiento y ocio para el lector.

Sus obras quieren contar historias, recuperar la anécdota y el toque satírico que había sido suprimido. Lejos queda describir la realidad, su concepto de literatura retorna a la concepción tradicional del relato fusionado con el relato contemporáneo.  Este cambio de actitud se debe a que ya no escriben observando el mundo y describiéndolo tan concienzudamente como antaño, ya no tiene cabida la detallada y exhausta descripción de la ciudad de Vetusta. Ahora se sienten libres de escoger sus propios temas y desarrollarlos a su antojo. Es un nuevo mundo literario, ya no existe la censura, el orden lineal cronológico no es obligatorio y se pueden combinar temas que aparentemente no tenga relación.   Este “batido” de información que nos ofrecen estos autores no es solo mérito suyo. La revolución tecnológica e informativa que estamos viviendo desde la última década no es ajena para el escritor. El escritor ya no vive en un búnker aislado, sino que también sufre la contaminación informativa a través de la televisión e internet.  Además, tiene a solo un “click” una muy completa y detallada información acerca del tema que quiera, sea literatura o biología, cosa que hace unos años nos parecía imposible.

En la actualidad, el escritor contemporáneo es capaz de conocer la literatura que se está publicando en todo el mundo y esa amplia apertura hacia la literatura internacional se traduce, obviamente, en una nueva influencia de interpretar la literatura nacional. Los escritores de esta nueva generación han bebido muchísimo de la narrativa norteamericana del siglo XX. En cierta medida les han perdido el respeto a los autores canónicos y el principio de autoridad ha sido demolido. Los autores clásicos no son leídos como verdades absolutas, sino que se reinterpretan sus novelas e incluso sus vidas, como ocurre con Historia abreviada de la literatura portátil y Manual de literatura para caníbales.

Pero no todo es un camino de rosas para el escritor contemporáneo, sino que debido a la gran cantidad de autores y libros que se publican cada año han tenido que evolucionar y crear su propio estilo. Tienen que ser originales, de nada sirve escribir una buena obra si hay quinientas igual. Es en este punto donde entran en escena los nuevos temas. En las obras antes mencionadas los escritores se adentran por temas poco transitados en la literatura, y a su vez, demuestran un amplio conocimiento del tema tratado. Los temas no son tratados como una muestra de pedantería y chulería del autor, sino como parte fundamental de la historia como ocurre en Ventajas de Viajar en Tren de Antonio Orejudo.

Otra característica muy común es la eterna duda que nos ofrecen estas obras. ¿Son novela o son relatos?  Hemos de tener en cuenta que aunque son publicadas bajo el formato de novela, algunos textos no lo son, siendo más un conjunto de relatos o un zapping de narraciones inconexas, como es el caso de Aire Nuestro y Nocilla Dream. Sin embargo, esta característica no es nada moderna, a lo largo de la historia ha sido un recurso utilizado en numerosas ocasiones.  El ejemplo más claro es el Decamerón de Giovanni Boccaccio, un libro constituido por cientos de cuentos alrededor del amor, inteligencia y fortuna. Sus protagonistas tras huir de la ciudad de Florencia por la peste bubónica narran historias para entretenerse.

Como vemos, todos estos escritores de la generación del 60 reúnen una serie de características más o menos comunes. Existe una sutil diferencia y es que dentro de esta generación existen dos estirpes; por un lado los autores argumentistas que piensan que el mundo es incomprensible, pero no lo expresan con un libro incomprensible, ya que no desdeñan las enseñanzas del siglo XIX. Por otro lado, los fragmentarios, para los que el mundo es incomprensible y lo expresan en su obra de forma incompresible, a través de renunciar al argumento y a las herramientas comunes.

Para acabar, la semejanza que reúnen todos estos escritores es que se olvidan de la tradición y buscan una nueva forma de llegar al lector, y para ello crean y fabulan a su antojo nuevos mundos. Son fabuladores que cuentan una historia. A su narrativa se le añade la visión crítica de la realidad mediante lo absurdo y el humor. La historia ya no tiene que ser verosímil. La metaliteratura también es un tema bastante recurrente en todas estas novelas. Este recurso es utilizado para dar una mayor credibilidad a su historia y poder desdibujar la historia real y ser narrada al antojo del escritor. El lector ha asumido un papel diferente a la hora de leer y realmente no le importa si lo que cuentan Vila-Matas, Rafael Reig o Javier Cercas o Antonio Orejudo ocurrió realmente.

En conclusión, estamos ante historia viva de la literatura. La literatura es un ser vivo que está en continua transformación y que tiene que luchar contra cada vez más factores como la televisión, internet, el cine o la propia indiferencia de las personas. Durante este último siglo tenemos un claro ejemplo.  Desde finales del siglo XIX hasta prácticamente mediados de siglo XX la preferencia social se inclinaba hacia la poesía, de tal forma nació la generación del 98 y la del 27. En la actualidad, la generación de estos autores nacidos en los años 60 son novelistas, algunos por vocación y otros porque no les ha quedado otra opción. Como ya dije anteriormente, la poesía no vende y todos los poetas modernos han tenido que reconvertirse al formato de novela si realmente querían obtener repercusión o notoriedad en los ambientes literarios.

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