Detectives de la ficción criminal (III): Agatha Christie
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Avanzando en la historia de la ficción criminal, nos topamos con Hércules Poirot, personaje creado por Agatha Christie en 1920, que apareció por primera vez en El misterioso caso de Styles. Este detective llegaría a protagonizar unas cuarenta novelas englobadas bajo el rótulo "paraliteratura". La paraliteratura o best-seller coinciden con obras de calidad discutida, en general, que representan ciertos aspectos de la cultura de masas.

Hércules Poirot, detective belga, perteneces, a diferencia de Dupin o Holmes, a una familia de escasos recursos económicos. No es éste, sin embargo, el único punto en el que se distancia con los anteriores personajes. Perteneció al cuerpo policial belga, del que destacó por sus métodos pocos habituales que serán los caracterizadores de sus investigaciones como detective.

Rasgos característicos

Al abandonar Bélgica a causa de la Segunda Guerra Mundial y refugiarse en Gran Bretaña, se reencuentra con un viejo amigo, el capitán Arthur Hastings, que le acompañará y será el narrador de muchas de sus aventuras. Recorren toda Europa en el transcurso de las dos Guerras Mundiales resolviendo diferentes crímenes. Hemos de destacar que éstos siempre están relacionados con las clases más altas e, incluso en alguna ocasión, con la realeza. Bajo este punto de vista, pues, es preciso señalar la finalidad de las obras de Agatha Christie, destinadas a un amplio público pero perteneciente a la clase burguesa. Novelas con las que entretenerse pero sin profundizar en temas complejos. Así, el crimen, si bien tratado por la escritora, siempre resulta algo ajeno. No veremos en los casos de Poirot, como tampoco lo hemos visto en los de Dupin o Holmes, la violencia y el horror que inspiran verdadero terror a todos los estratos de la sociedad y que sí será característico en los posteriores detectives que trataremos.

De la figura de Hércules Poirot podemos diferenciar, gracias a las descripciones que de él se realizan en las obras, dos planos: el físico y el personal. Exteriormente, es descrito como un hombre algo ridículo y de aspecto torpe. Es bajo y de cabeza ovalada. Toda la atención es captada por su bigote demasiado grande y blanco. Arthur Hastings lo describe, en El caso de los Styles, de la siguiente forma;

“Él medía apenas más de cinco pies y cuatro pulgadas, pero se desenvolvía con una gran dignidad. Su cabeza tenía exactamente la forma de un huevo y siempre la ladeaba un poco hacia un lado. Su bigote era muy tieso y militar. Incluso si toda su cara estuviera cubierta, las puntas del bigote y la nariz rosada serían visibles. La pulcritud de su vestimenta era casi increíble; creo que una mota de polvo le habría causado más dolor que una herida de bala. Sin embargo este hombrecito de vestimenta pintoresca había sido en su tiempo uno de los miembros más famosos de la policía belga.”

De las extravagancias destacables del personaje, tan comunes en los detectives como hemos ido viendo, puede señalarse que es a lo sumo metódico y ordenado. Adora la simetría, la limpieza y las comodidades. Si en Dupin hablábamos del interés por los libros raros y en Holmes por el dominio del violín, en Poirot hemos de señalar el amor a las rosas. Posee un carácter arisco y egocéntrico.

En el desarrollo del detective en la ficción criminal, Hércules Poirot representa la tercera fase de ésta evolución, caracterizándose y caracterizándola por un método psicológico. Despreciando, por extraño que resulte para la labor policial, las pistas, se interesa por los detalles más insignificantes que en apariencia carecen de importancia. Mediante su propia experiencia en la vida resuelve los casos. Se detiene en el estudio de la naturaleza humana y utiliza la psicología para sacar sus conclusiones.

Se caracteriza por la capacidad reflexiva y crítica. Se introduce en la mente del criminal para poder comprender el modo en el que ha llevado a cabo el crimen y sus motivos. No precisa, por tanto, la presencia directa del escenario del crimen, dado que todo es un proceso de abstracción en el que la intuición es la protagonista. Al distanciarse de las pistas y el lugar del crimen, su interés se centra en los testigos y sus testimonios, entre los cuales, considera, siempre se encuentra, o al menos en la mayoría de los casos así ocurre, el culpable.

Mientras que la finalidad de las obras de Poe y Conan Doyle era llegar a la explicación del crimen para el lector, con las de Christie, protagonizadas por Poirot, se pretende aprehender, entender, la acción criminal. De ahí la importancia de la psicología durante todo el proceso.

En una autobiografía, Christie admite que:
"Yo todavía escribía en la tradición de Sherlock Holmes - el detective excéntrico, el títere ayudante, con un detective de Scotland Yard tipo Lestrade, el Inspector Japp".

Frente a otro detectives, Hércules Poirot no reúne la calidad estética que otros sí presentan, al igual que el resto de producción literaria de Agatha Christie. Destinadas a su éxito de ventas, todas las obras siguen el mismo esquema: espionaje, crímenes, ciertos clichés y como fondo, alguna historia de amor.

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