El triste adiós de García Márquez
Foto: Mexico.cnn.com

Era 6 de marzo de 1927 cuando en el pequeño pueblo colombiano de Aracataca, nacía el hijo de Luisa Santiaga y Gabriel Eligio. En un domingo como cualquier otro, en un pueblo a las orillas del Mar Caribe, el niño recibió el nombre de Gabriel José García Márquez. El nieto de Tranquilina Iguarán Cotes y el coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, con los cuales convivió los diez primeros años de su vida, vivió su más tierna infancia en un mundo mágico y fantástico que se convirtió con el paso de los años en su mejor fuente de inspiración. Rodeado de las narraciones bélicas de su abuelo y cuentos de todo tipo, el narrador forjó bellos recuerdos y fantasías que derivaron, años más tarde, en sus variadas aportaciones al realismo mágico, el en cual, junto al mundo rural, mágico y mitificado, se mezclarán realidad y fantasía con una temática urbana.

Comenzó a acercarse al mundo literario fascinado por autores como William Faulkner

A los 16 años, Gabriel García Márquez, también conocido como “Gabo”, se mudó a la ciudad de Zipaquirá para continuar sus estudios. De este modo, comenzó a acercarse al mundo literario fascinado por autores como William Faulkner, cuya fuerte influencia en el escritor se revelará en La hojarasca, su primera obra. La trama toma lugar en el pueblo imaginario de Macondo, el cual alcanzará su máxima difusión con la publicación de Cien años de soledad, la obra más laureada del autor. En su primera obra se relata la historia de un médico que, herido en su orgullo, se niega a curar a las víctimas de la guerra civil.

Aunque se matricula en Derecho en la Universidad Nacional de Bogotá en el año 1947, pronto sustituirá la carrera de jurista por el periodismo. Guiado por esta nueva pasión, Gabo comienza a colaborar en periódicos como El Universal, El Heraldo o El Espectador. Mientras tanto, redacta también sus primeras líneas literarias que culminarán, ese mismo año, con la publicación de su cuento La tercera resignación. Después de ello, tuvieron que pasar varios años hasta que, en 1955, una verdadera obra surgiese de la pluma del escritor de Colombia. Siempre nostálgico de su infancia, García Márquez decidió sumergirse en un mundo en el que predominasen el deseo, la fantasía y los sueños: el realismo mágico. Esta nueva vertiente verá la luz por primera vez con la publicación de La horajasca, pero alcanzará su culmen con Cien años de soledad. Será precisamente con la publicación de esta última obra cuando su carrera como escritor alcance su máximo reconocimiento obteniendo no solo un éxito rotundo, sino también numerosas críticas favorables. De hecho, en 1982 será galardonado con el Premio Nobel de Literatura, gracias en gran parte a Cien años de soledad.

García Márquez decidió sumergirse en un mundo en el que predominasen el deseo, la fantasía y los sueños: el realismo mágico

Paralelamente al realismo mágico, Gabriel García Márquez desarrollará una nueva faceta literaria: las crónicas. El escritor colombiano creará diversos reportajes relatados crónicamente que, mediante diversos recursos literarios, terminará transformando en verdaderas novelas. Relato de un Náufrago, publicada en 1970, será su primera creación con estas características, pero no la única. Noticia de un secuestro y Obra periodística completa seguirán en esta línea mostrando la capacidad del autor para combinar periodismo y realidad.

El mundo de la escritura literaria lo fascinaba, pero nunca consiguió que García Márquez abandonase su otra profesión. Fue precisamente el periodismo el que lo trasladó a la Vieja Europa en los años 70. Después de viajar como enviado por diversas ciudades del continente se afincó en Barcelona, donde estrechó lazos con otros grandes escritores de la época como Carlos Fuentes, Julio Cortázar o Mario Vargas Llosa, con el cual, en una ocasión, llegó a tener un altercado en plena calle a causa de una mujer llamada Patricia.

Tras la publicación de una de sus obras más preciadas en 1981, Crónica de una muerte anunciada, toda su obra literaria se vio gratamente reconocida el año posterior con la entrega al autor del Premio Nobel de Literatura. El reconocimiento lo recibió ya en México, donde permaneció durante décadas. No obstante, la obtención del máximo reconocimiento literario no supuso un punto y final para su creación. Pocos años después, García Márquez deslumbró de nuevo a los amantes de la literatura con la plasmación de la historia de sus padres en El amor en los tiempos del cólera, a la cual siguieron otras obras menores.

Con la llegada de la última década del siglo XX, el autor tiene la oportunidad de colaborar en el llamado Nuevo Periodismo Iberoamericano, volcándose, una vez más, en su profesión. Sin embargo, no todo serán buenas noticias durante ese periodo. En el año 1999 se le diagnostica un cáncer linfático que supondrá, junto con la muerte de su madre tres años después, un duro golpe para el autor. El incansable escritor colombiano no se dará por vencido y continuará unido a su pluma para publicar la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, que no tendrá continuación por el trágico desenlace de su vida.

En 2004 Gabriel García Márquez publicaba su última creación, Memorias de mis putas tristes. Una década después, en abril de 2014, el autor iberoamericano contraía una infección pulmonar que, finalmente, fue diagnosticada como un agravamiento del cáncer que padecía hacía ya años. Ocho días después, el 17 de abril, los familiares del autor comunicaban su fallecimiento mediante una red social. Otro grande se había ido.

Sin embargo, para los verdaderos amantes de la literatura de Gabriel García Márquez siempre resonarán las palabras plasmadas en sus obras

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