Saltó Chaplin con una expresiva mirada a la pista de hielo de Zagreb y con tres saltos cuádruples clavados sobre el helado líquido elemento, Javier Fernández, madrileño de Campamento, hizo historia para el patinaje artístico español proclamándose campeón de Europa y colgándose la medalla de oro al cuello. Como en una película muda la expresión corporal de Javi Fernández goza de un alto grado interpretativo, que amalgama de forma y manera magistral las cinematográficas bandas sonoras del genial y mudo mundo de Chaplin. En ese viaje musical y estético por la cancha helada, sobresale la elegancia del madrileño, su depurada técnica, moldeada desde pequeño. Desde aquel día en el que su primera caída le hizo aterrizar sobre el hielo queriendo emular a su hermana Laura, hasta el momento en el que el patinaje se convirtió en su sueño.

Un sueño en el que fue acompañado por toda su familia, aunque de forma muy especial por su madre Enriqueta, ‘cómplice’ del amor y la pasión de sus hijos por el patinaje. Una pasión escrita con talento y esfuerzo sobre unas cuchillas que bailaron miles de horas en el club Igloo de Majadahonda, donde comenzó a familiarizarse con los Toe Loop y los Salchow. Pista de hielo en la que Jordi Lafarga, uno de sus primeros entrenadores, pudo identificar la excepcionalidad de un niño con algo único para expresarse sobre el resbaladizo lienzo en el que ha acabado haciendo historia. Pues jamás un patinador español llegó tan lejos ni dejó tal huella y pese a que siempre fue puro nervio, es complicado templar sobre el hielo tanta genialidad y expresión para convertir su actuación en espectáculo y arte escénico.

Aquel al que de pequeño llamaban el “Lagartija” es hoy campeón de Europa, emerge poderoso el sacrificio de un joven que con diecisiete años se marchó a Nueva Jersey para ponerse a las órdenes del legendario técnico ruso Nikolai Morozov, al que siguió también a Rusia y con el que consiguió nuevos hitos para el patinaje español, no vividos desde los tiempos de Darío Villalba. El recuerdo que se viste de Palacio de hielo se refleja hoy en la mirada exultante de Javier, dirigido técnicamente en la actualidad por Brian Orser, que desde Toronto ha acabado por pulir el diamante consagrado ya como campeón continental en la modalidad de 'Figure Skating'.

Ni la pérdida de sus botas, extraviadas en el vuelo Toronto-Zagreb, constituyeron un mal presagio para Javier, que batió al francés Florent Amodio gracias a su espectacular programa largo en el que, a ritmo de la películas de Chaplin entró en la leyenda con su expresividad muda y sonora. Magia sobre hielo, una actuación sobresaliente coronada y ratificada con una abrumadora puntuación de 186.07, que con la suma del programa corto, llegó a los 274,87, registro que supone la tercera mejor marca de la historia. Finalmente y a la hora justa de la leyenda llegaron esas botas, esas cuchillas que sonaron como un violín sobre el Dom Sportova, zapatos de cristal que cortaron el aire plateado de Zagreb y dibujaron danza sobre el hielo croata, círculos, filigranas, piruetas, bucles picados y tres vuelos cuádruples de extrema dificultad, con los que el Chaplin del hielo y el patinaje español dieron el mayor y más brillante salto de su historia.