El Moritz ha entrado en el Olimpo del hockey por la puerta grande. Sus tres días de competición en la Copa del Rey fueron de leyenda.

El viernes se enfrentó al Vilanova, al que venció por un agónico 2-3, pasando a semifinales por primera vez en su historia tras dos años caeyendo en primera ronda. La gran gesta se llevó a cabo en esta fase, tras plantar cara al FC Barcelona y vapulearlo con un irrepetible e inolvidable 7-3.

Ni los aficionados ni los propios jugadores se creían que estaban en la gran final, a menos de una hora de la gran gloria. Y con ese deseo salieron a morir en el intento.

Además, la final que no cabía en ninguna quiniela era también un derbi, emoción por partida doble. Reus y Vendrell, ciudades de Tarragona que llevaron al Palacio de Deportes de Oviedo su rivalidad geográfica.

El Vendrell salió a demostrar su auténtica valía, a dejar claro que si estaba en la final era por méritos propios y no por causa del azar. Pero el Reus Desportiu sacó su casta de equipo histórico y campéon, dominado gran parte del encuentro. Rubio adelantó al conjunto franjinegro en el minuto 21, pero una internada de Selva puso las tablas en el marcador a la salida del descanso. El Vendrell no se iba a dar por vencido.

Trabal, el portero del Reus, tiró de manual para abortar las ofensivas del equipo revelación. Paró tres penas máximas, desesperando a un Vendrell que veía que el marcador se ponía muy en su contra mientras los minutos pasaban sin que se detuviese el tiempo. Marín y Salvat pusieron un 3-1 que congeló los ánimos rojillos.

Pero el Vendrell no tenía nada que perder. Quedaban seis minutos por delante hasta el bocinazo final. Vencer y entrar en la historia, o caer en el olvido del hockey y contar este partido como una anécdota. Y entre esas dos opciones eligieron la primera. El equipo se lanzó al ataque, convirtiendo el encuentro en un correcalles. 

Costa volvió a ser el jugador estrella del Vendrell. Conocedor de que el tiempo se agotaba, sacó todo su orgullo y no dejó escapar la oportunidad de marcar en un penalti. Trabal paró en un primer momento, pero no pudo hacer nada en el rechace, como tampoco en el último zarpazo que Costa lanzó al fondo de la portería cuando solamente quedaban 38 segundos para la conclusión.

El graderío saltó de emoción. La final seguía abierta para ambos equipos, aunque el Reus sufrió el golpe psicológico de la remontada del Vendrell cuando ya daban por vencida la eliminatorioa. Un error que cometieron Liceo y Barça, y que el conjunto rojinegro no supo corregir.

El Reus salió dominando, pero un motivado Molina paró todas las internadas.Fue en uno de los pocos contragolpes que el Vendrell cuando Barroso, de tiro lejano, marcó el gol de oro que lo proclama campeón. Un gol histórico e inolvidable.

El Vendrell escribió con letras de oro su propia entrada al Olimpo del hockey sobre patines. La euforia de sus aficionados llevará el equipo a darlo todo en la competición liguera, que tendrá una nueva oportunidad de ganar un título, esta vez en la temporada que viene, cuando se celebre la Supercopa.