No podía ser de otra forma. El primer major de la temporada merecía un desenlace así. Con emoción hasta el último instante. Con desempate incluido. Pero, sobre todo, con un golf de muchos quilates. Eran muchos los candidatos al triunfo final, pero a medida que iban pasando los hoyos el grupo se reducía. El Augusta National ha mostrado su dureza y, poco a poco, los golfistas han ido cayendo en sus trampas. Cuando el último partido ha alcanzado el hoyo 17, ya sólo había dos jugadores con opciones de enfundarse la preciada Chaqueta Verde. Curiosamente, se trataba de los dos compañeros de partido de Sergio García en las dos primeras rondas.

Adam Scott y Ángel Cabrera han pisado el tee del 18 empatados en cabeza con un acumulado total de -8. El azar ha querido que el australiano jugara justo en el partido anterior al del argentino. Por tanto, Cabrera esperaba, perfectamente situado en la calle del último hoyo, a que Scott jugara su tercer golpe desde el green. El australiano tenía un putt de unos 5 metros para birdie. Y lo ha embocado. Conocedor de la importancia de ese golpe, lo ha celebrado casi como si supusiera la victoria. Eso obligaba a Cabrera a hacer el birdie para forzar el desempate. Mucha presión. Pero como si no fuera con él la cosa, el argentino ha pegado un golpazo dejando su bola a un escaso metro de la bandera. Y casi sin inmutarse, ha embocado el putt que llevaría el Masters al playoff. Ambos han terminado con 279 golpes (-9), una cifra que también ha llegado a alcanzar el que, a la postre, ha sido tercer clasificado, Jason Day. Sin embargo, el miedo a ganar y la presión del momento le han llevado a cometer dos bogeys en el 16 y en el 17 que le han apeado de la lucha final, de modo que ha terminado con -7 en el acumulado, tras entregar una tarjeta de 70 golpes.

Scott había dejado escapar el British de 2012

La lluvia hacía acto de presencia. Y la poca luz del día que quedaba aun le ponía un poco más de épica y dramatismo al asunto. Ya estaba todo listo para el playoff que decidiría el campeón. En primer lugar, se jugaría el hoyo 18 y, en caso de persistir la igualdad, se iría al hoyo 10. En muchas ocasiones, el desempate se lo lleva el que menos errores comete. Pero esta no vez no iba a ser así. Ambos estaban jugando a un gran nivel y era muy probable que quien quisiera ganar tuviera que hacer birdie. El pronóstico era incierto, aunque quizás Cabrera partía con cierta ventaja. Él ya sabía lo que era ganar un grande. Además, ya había triunfado en Augusta en 2009. Y lo hizo tras derrotar en el desempate a los estadounidenses Kenny Perry y Chad Campbell. Scott, en cambio, tenía una asignatura pendiente con los majors. De hecho, todavía estaba muy presente la dolorosa derrota en el British Open de 2012 disputado en Royal Lytham. En aquella ocasión, el australiano dilapidó una ventaja de 3 golpes con 4 bogeys en los 4 últimos hoyos y le sirvió en bandeja la victoria a Ernie Els.

Los dos jugadores han llegado al tee del 18 con una determinación admirable. Los nervios, si es que los había, no se palpaban en el ambiente. Aparentaban dominar la situación, obviando la tensión del momento. Ambos han mandado su drive de salida al centro de la calle. Sus bolas estaban apenas separadas por 10 metros, a la misma altura. Y prácticamente han calcado también su segundo golpe, ya que se han quedado cortos, justo fuera de green, pegados uno al otro. El primero en jugar ha sido Cabrera, y su chip ha pasado a escasos centímetros del agujero. El golpe de Scott ha sido correcto y se ha dejado un putt de un metro para par, que no ha fallado. Tras el 18, persistía el empate, por lo que se ha tenido que ir al segundo hoyo del playoff, el 10. De nuevo, dos buenas salidas con la bola en el centro de la calle. El argentino, que jugaba primero su segundo golpe, ha dejado su bola a unos 4 metros de bandera para birdie, presionando a su rival. Pero Scott, lejos de amedrentarse, ha puesto su bola incluso más cerca. Otra vez fuerzas equilibradas. Cabrera volvía a jugar en primer lugar. Su putt de birdie se ha quedado a un dedo del hoyo. Si Scott metía su putt, sería el campeón. Y Scott no iba a desaprovechar la ocasión. Victoria a lo campeón, con birdie.

261 días después de aquella aciaga tarde en el Royal Lytham, Adam Scott ha conquistado, al fin, su primer major. Y tenía que ser en Augusta. Un territorio prohibido para los australianos. Y es que el golf aussie ya había conquistado 15 grandes, pero el Masters todavía se le resistía. Ni el legendario Greg Norman (segundo en tres ocasiones) pudo lograrlo. Han tenido que pasar 77 ediciones para que el golf australiano consiga su primera Chaqueta Verde.

Ha sido una gran última jornada en Augusta. Pero todo el mundo esperaba la aparición del de siempre, el rugido del tigre. Sin embargo, Tiger nunca ha estado en disposición de ganar. Finalmente, ha concluido en cuarta posición tras firmar una vuelta de 70 golpes (-2) para un total de -5, quedando a 4 golpes de la cabeza. El mal inicio en el día le ha frenado mucho y, pese a que ha tratado de reaccionar en los últimos hoyos, ya era demasiado tarde.

El mejor español, Sergio García, octavo (-3)

Por lo que a los españoles se refiere, el balance final es bastante positivo. El mejor ha sido Sergio García, quien ha finalizado en octava posición (-3) tras entregar una tarjeta de 70 golpes. Gonzalo Fernández-Castaño, en cambio, ha estropeado un poco su buen papel en Augusta con una ronda final de 74 impactos (+2), y ha terminado vigésimo con un resultado de +1. José María Olazábal tampoco ha tenido una buena jornada y ha acabado en el puesto 50 después de firmar una vuelta de 75 golpes.

El primer major de la temporada ha llegado a su fin. El golf ha hecho justicia con Adam Scott y con Australia. Y sigue vigente una estadística curiosa: los últimos 18 grandes los han ganado 18 jugadores distintos. Por delante, el US Open, el British Open y el PGA. Alicientes no faltan. Tiger lleva 5 años sin ganar un major y todavía está a 4 del record de Jack Nicklaus (18). Y el golf español no saborea una victoria en un grande desde que Olazábal se enfundara la Chaqueta Verde en 1999.