25 de noviembre de 2012. Esa es la fecha de la que databa la última victoria de Rory McIlroy, el DP World Tour Championship de Dubai. Y han tenido que pasar 371 días para volver a ver ganar al ex número 1 del mundo. Entremedias, el norirlandés ha vivido un año para olvidar en el que pasó del primer al sexto puesto del ranking mundial, y dejó de aparecer en la parte alta de la clasificación de los torneos. Pero con su triunfo en el Emirates Australian Open todo parece volver a la normalidad, y más teniendo en cuenta cómo lo logró.

McIlroy tuvo que remontar cuatro golpes en la última jornada a uno de los mejores jugadores del año y actual número 2 del mundo, el golfista local Adam Scott. Además, el norirlandés venció como los grandes, con birdie en el último hoyo del torneo, embocando un putt de unos cinco metros. McIlroy completó una gran jornada de golf con un eagle, cuatro birdies y ningún bogey para  firmar 66 golpes (-6), la que sería la mejor vuelta del día.  Este resultado le sirvió para completar los 72 hoyos del recorrido australiano con 270 impactos (-18), uno menos que Scott, que en la última jornada solo fue capaz de jugar uno bajo par.

Esta es la décima victoria profesional de McIlroy y la primera en tierras australianas. Con su triunfo, el norirlandés evitó que el héroe local, Adam Scott, ganara la triple corona aussie y repitiera la hazaña lograda por Robert Allenby en 2005. Scott ya había ganado este mismo año el Australian PGA Championship y el Australian Masters, pero dejó escapar el Australian Open en el último instante. Pese al segundo puesto, el golfista australiano se acerca al número 1 del mundo, todavía en manos de Tiger Woods, mientras que McIlroy se mantiene en la sexta plaza.