Cualquiera que no viera la tercera jornada, no debería sorprenderse por el triunfo de Bubba Watson en el Masters de Augusta. El jugador zurdo dio una exhibición de golf durante los dos primeros días, hasta tal punto que parecía que jugaba en un campo distinto al del resto. Mientras todos los golfistas caían en las innumerables trampas del Augusta National, Bubba completaba los primeros 36 hoyos con nueve birdies y únicamente dos bogeys, resultado que le proporcionaba una ventaja de tres golpes. Pero más allá de esa cómoda renta, el jugador zurdo transmitía una sensación de control absoluto.

Sin embargo, el deporte, y el golf no es una excepción, es imprevisible; y quizá ahí radique su grandeza. De repente, la serenidad se tornó en nerviosismo y descontrol. La renta obtenida a lo largo de las dos primeras jornadas propició que Watson cambiara de estrategia: optó por una táctica más conservadora. En lugar de ser fiel a sí mismo e ir a por todas las banderas en busca de birdies, salió más a la defensiva, en busca de pares. Empresa difícil para un jugador agresivo. El resultado fue una vuelta de 74 golpes (+2), que propició que Jordan Spieth le diera caza en el liderato, y que otros muchos rivales se acercasen. Empezaba un torneo nuevo.

Mano a mano entre Watson y Spieth

Tal y como terminó la tercera jornada del Masters, se preveía un último día emocionante. Había muchos jugadores separados por pocos golpes, pero muy pronto se vio que la lucha era cosa de dos. Y lo cierto es que el torneo quedó visto para sentencia mucho antes de lo previsto. Una vez el partido estelar había completado el hoyo 7, Jordan Spieth era líder con dos golpes de ventaja sobre Bubba Watson, pero en dos hoyos, el torneo dio un vuelco espectacular. Dos birdies de Watson, unidos a dos bogeys de Spieth, revirtieron la situación por completo. Y pese a que Bubba tropezó en el 10, un nuevo bogey del joven Spieth en el 12, tras mandar su bola al agua, fue definitivo.

Bubba aprendió de su error estratégico y esta vez sí fue fiel a su estilo: no hay mejor defensa que un buen ataque. Con una última vuelta de 69 golpes (segunda mejor del día) y -8 en el acumulado, el estadounidense no dio opción a sus rivales y conquistó su segunda Chaqueta Verde, solo dos años después de la primera (decimoséptimo jugador que logra más de un triunfo en Augusta). Además, se convirtió en el segundo golfista que necesita menos participaciones (seis) para lograr su segundo Masters, únicamente superado por Horton Smith (quien ganó el segundo en su tercera aparición). Esta victoria es la séptima de su carrera, y la segunda de 2014 tras el Waste Management Open, y le servirá para ingresar en el top 5 del ranking mundial.

En segunda posición, y a tres golpes del campeón, finalizaron dos debutantes: Jordan Spieth y Jonas Blixt. El primero fue el único que inquietó a Bubba, pero su arranque fulgurante (-3 en siete hoyos), se vio frenado en seco con dos bogeys consecutivos en los hoyos 8 y 9. Al final, el joven estadounidense se tuvo que confirmar con una vuelta de par y un más que meritorio segundo puesto compartido con Blixt (-5). El sueco se convirtió en la sensación de la presente edición, al ser el único jugador capaz de bajar del par del campo las cuatro jornadas.

Miguel Ángel Jiménez, cuarto

Tras ellos terminó el incansable Miguel Ángel Jiménez, quien a sus 50 años completó una meritoria actuación. El malagueño afrontaba la última jornada con opciones de victoria, pues solo le separaban dos golpes de los líderes. Pero las cosas se torcieron muy pronto: tres bogeys y un solo birdie por los cinco primeros hoyos le alejaban mucho de la lucha por la Chaqueta Verde. Sin embargo, no se rindió y siguió intentándolo hasta el final. El premio fue un cuarto puesto, su mejor clasificación en Augusta hasta la fecha, tras una última vuelta de 71 golpes (-1) y -3 en el acumulado. Rickie Fowler y Matt Kuchar (-2), y Lee Westwood (-1) completaron la nómina de siete jugadores que acabaron bajo par el torneo.

Los otros dos españoles que superaron el corte quedaron algo más retrasados. El mejor fue Gonzalo Fernández-Castaño, que terminó en el puesto 26 con +4 tras entregar una tarjeta de 74 golpes (+2). Chema Olazábal, por su parte, acabó en el puesto 34 con +6 en el acumulado y una última vuelta de 73 golpes (+1), completando una más que digna actuación.