Martin Kaymer debutó como profesional en 2007 en el circuito europeo y fue nombrado rookie del año. Solo unos meses después, en enero de 2008, ganó su primer torneo: el Abu Dhabi Golf Championship. A esa victoria le siguieron cuatro más, hasta que en 2010 levantara su primer major en su duodécima participación en un grande, el PGA Championship. Pero fue el 27 de febrero de 2011 cuando llegó a la cima del golf. Tras su segundo puesto en el WGC-Accenture Match Play Championship, el alemán alcanzó el número 1 mundial y permaneció en ese puesto de privilegio durante ocho semanas. Kaymer se convirtió en el segundo alemán que ganaba un grande y en el segundo que alcanzaba el cetro mundial, logros que anteriormente alcanzó Bernhard Langer (doble ganador del Masters de Augusta y número 1 mundial durante tres semanas en 1986). Y 2011 acabaría con otra victoria para Kaymer, la lograda en noviembre en el WGC-HSBC Champions.

Kaymer acabó con dos años y medio de sequía

Pero a partir de ese momento, la carrera de Kaymer dio un giro inesperado. Con un cambio de swing entre medias, el alemán desapareció del mapa hasta caer más allá del puesto 60 en el ranking mundial (ocupaba el puesto 63 hace apenas tres semanas). Un largo periplo por el desierto en el que tan solo se le recordará por ser el inesperado héroe del equipo europeo de la Ryder Cup de Medinah, tras conseguir el punto decisivo para el equipo capitaneado por José María Olazábal. Pero dos años y medio después de su último triunfo, Kaymer consiguió romper su particular sequía con una brillante victoria en el The Players Championship, su undécima como profesional. Además, el alemán vuelve a ingresar en el top 50 del ranking mundial, ocupando ahora el puesto 28.

El torneo iba transcurriendo con un guión que ni el propio Martin Kaymer hubiera soñado. Líder desde la primera jornada, el alemán afrontaba la última jornada empatado con Jordan Spieth y con tres golpes de ventaja sobre Sergio García y John Senden. Kaymer solo cedió el liderato de forma momentánea en el hoyo 4, cuando su compañero de partido conseguía su segundo birdie del día. Aunque, inmediatamente después, en el hoyo 5, Spieth cometería bogey para devolver al alemán al coliderato.

Desde el comienzo, Kaymer parecía tenerlo todo bajo control, aprovechando los pares 5 y evitando todas las trampas del TPC Sawgrass. Al menos, hasta que se tuvo que suspender el juego por la llegada de una tormenta eléctrica. Hasta ese preciso instante el alemán marchaba -3 en el día, con tres birdies y once pares, y con tres golpes de ventaja sobre el segundo clasificado. Pero ante todo, Kaymer no mostraba fisura alguna en su juego: solo había fallado dos de los catorce greens a los que se había enfrentado.

La suspensión cambió el escenario

Sin embargo, la tormenta pareció cambiar el panorama. Kaymer, quien hasta el momento había minimizado sus errores de manera magistral, solo fue capaz de coger uno de los cuatro greens finales. En el hoyo 15, falló estrepitosamente por la izquierda su salida y su segundo golpe acabó en el rough del mismo lado. El alemán no fue capaz de dejar la bola en green con el tercer golpe, y esta acabó en el bunker. Y desde allí no logró hacer sacada y putt, con lo que se marchó del hoyo con un doble bogey. Era su primer tropiezo del día, pero su ventaja se veía reducida a un solo golpe sobre un Jim Furyk que ya había terminado su vuelta.

Tras no aprovechar el par 5 del 16, Kaymer afrontaba los dos últimos hoyos del TPC Sawgrass obligado a hacer como mínimo dos pares para ganar el torneo. Y a punto estuvo de tirarlo todo por la borda en la famosa isla del hoyo 17. La bola del alemán reposó milagrosamente en el diminuto collarín de alrededor del green, a escasos centímetros del agua y a veinte metros del agujero. Y tras un mal primer golpe de aproximación, Kaymer se dejó un diabólico putt cuesta abajo y con mucha caída de unos nueve metros para salvar el par.

Pero, como si la cosa no fuera con él, y como si de aquel putt que valió una Ryder se tratara, el alemán lo embocó por todo el centro. La frialdad germánica volvió a aparecer en uno de los momentos de mayor presión. Luego vendría un par en el 18 sin demasiado sufrimiento que le valió para alzarse con un más que merecido triunfo, tras firmar una vuelta de 71 golpes (-1) y terminar con -13 en el acumulado. Ni la tormenta eléctrica pudo con el hombre de hielo.

Tras Kaymer, y a un solo golpe, finalizó el estadounidense Jim Furyk (-12), mientras que Sergio García completó otro gran torneo al terminar en tercera posición. El castellonense partía con tres golpes de desventaja respecto a los líderes y lo intentó todo para darles caza, pero su poco acierto con el putter le condenó. Finalmente, Sergio se despidió con una vuelta de 70 golpes (-2) y un acumulado de -11, un resultado que le permite ascender hasta el séptimo puesto en el ranking mundial. El otro español en liza, Gonzalo Fernández-Castaño concluyó en el puesto 38 tras entregar una última tarjeta de 70 golpes (-2).