El jugador de bádminton Pablo Abián se encuentra actualmente en la recta final de sus entrenamientos antes de encarar el Campeonato del Mundo de este deporte que tendrá lugar a finales de agosto en Copenhague (Dinamarca). El bilbilitano, a pesar de las dificultades que sufre para poder llevar a cabo su sueño y practicar este deporte que tantas alegrías le ha otorgado, ha decidido preparar dicho torneo en tierras húngaras, tras afirmar que fue desplazado por la Federación Española de Bádminton donde decidieron no incluirle en la selección de siete jugadores que viajaban a Tailandia para preparar exclusivamente dicho Mundial.

El mejor español golpeando el volante, doblemente olímpico en Pekín 2008 donde no pasó de primera ronda y en Londres 2012, donde llegó hasta la segunda fase, lleva tres meses sin participar en una competición oficial puntuable para el ránking mundial, siendo la última el Campeonato del Mundo Universitario donde un error de papeleo impidió que su club fuera inscrito en el torneo.

El sorteo del Campeonato del Mundo deparó que Pablo se deberá enfrentar al indonesio y número ocho del Mundo Simón Santoso, con quien sólo ha jugado una vez en toda su carrera y cayó derrotado por 18-21 y 15-21. De ganar este encuentro, el jugador español se enfrentaría al vencedor del partido entre el estadounidense Howard Shu y el vietnamita Tien Minh Nguyen, ambos rivales de gran magnitud. La extrema dificultad del torneo y el plantel de competidores en el mismo hacen del Mundial uno de los más complicados a los que se ha enfrentado Pablo Abián, quien espera igualar o mejorar la novena posición alcanzada en las dos ediciones pasadas de este mismo campeonato.

Una vez finalizado el Mundial, Pablo pretende participar en los torneos de Guatemala, Bélgica y República Checa, claves en la clasificación para los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016.

Es un hecho que Pablo Abián no posee en estos momentos de los mejores recursos económicos para jugar al bádminton, pero también es seguro que dará todo de sí mismo para ganar todos los encuentros que juegue, calificándolos de grandes triunfos.