Supercalifragilisticoexpialidoso. 32 letras que forman parte de la historia del cine y que vieron la luz en 1964. Aquella palabra pronunciada por la encantadora niñera Mary Poppins, encarnada por Julie Andrews, inundó las salas de cine de magia y permitió a los niños soñar y creer que las cosas buenas pueden llegar si se mezclan diversión y trabajo, dos elementos indispensables para alcanzar el éxito.

Al igual que Mary Poppins hacía en la película, la magia voló en 1964 por toda la geografía mundial, alcanzando a personas que después dejarían escrita su página en la historia del deporte. La magia llegó primero hasta Nueva York para instalarse en las piernas de una niña llamada Bonnie Blaire, que se convirtió posteriormente en una de las mejores patinadoras de velocidad de la historia. La neoyorquina consiguió 5 oros en los Juegos Olímpicos de Invierno a lo largo de su carrera, además de ser nombrada Deportista del Año de Sports Illustrated y Atleta femenina del año en 1994.

La magia siguió volando por Estados Unidos y se instaló en varios lugares más. Uno de ellos fue Norfolk, y más concretamente, en los puños de un niño llamado Pernell Whitaker que, 50 años después, está considerado uno de los grandes boxeadores de la historia. Whitaker fue medallista de plata de los Campeonatos Mundiales de 1982, consiguiendo después la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 1983 y en los Juegos Olímpicos de 1984. Tras una excelente carrera como amateur, con 201 victorias en 214 combates, como profesional se proclamó campeón en cuatro categorías diferentes.

También recibió una buena dosis de magia los brazos de Barry Bonds y Joe Girardi, que se convirtieron años más tarde en referentes en el mundo del béisbol. Bonds está considerado el mejor jugador ofensivo de todos los tiempos en la MLB. En su haber figuran récords como el mayor número de homeruns de por vida (762), en una temporada (73) o el único jugador con más de 500 homeruns y 500 bases robadas en la historia de las Grandes Ligas. Además, Barry Bonds fue elegido 7 veces MVP de la competición, siendo el único jugador en alcanzar ese logro. Joe Girardi no logró tantos éxitos individuales como jugador, pero se proclamó tres veces campeón de la Serie Mundial con New York Yankees. Precisamente la franquicia neoyorquina conquistó su 28º título gracias a Girardi, que se convirtió en el entrenador de los Yankees en 2008 y devolvió el éxito al equipo norteamericano.

Pero la magia y los sueños no se detuvieron ahí y llegaron a las manos de dos jugadores destacados en la historia contemporánea de la NBA: Mark Price y John Salley. El primero fue uno de los mejores bases de finales de los 80 y principios de los 90. Fue incluido en el quinteto ideal de la competición en la temporada 1992/1993 y acudió en cuatro ocasiones al All-Star, además de proclamarse campeón del Mundo con su selección en 1994. El caso de Salley es opuesto al de su compatriota. Además de ocupar posiciones interiores, su principal virtud residía en su capacidad defensiva, donde su poder intimidatorio s convirtió en fundamental en los equipos que militó. John Salley conquistó cuatro anillos de la NBA, dos con Detroit Pistons, uno con Chicago Bulls y otro con Los Angeles Lakers.

En 1964 nacieron cuatro grandes jugadores de baloncesto: Mark Price, John Salley, Dražen Petrović y Arvydas Sabonis

La magia, tan necesaria para triunfar, continuó su camino en 1964 hasta cruzar el Oceáno Atlántico y llegar a Europa, donde recaló en algunos lugares que en el futuro serían imprescindibles para entender el mundo del deporte. Croacia (que formaba parte de Yugoslavia) y Lituania (que pertenecía a la Unión Soviética) fueron dos de los países destinatarios de ese componente mágico, llegando concretamente a los hogares de Dražen Petrović y Arvydas Sabonis. Tras conquistar todos los títulos a nivel de clubes y de selecciones, el genio de Sibenik también cruzó el charco para jugar en Portland primero y New Jersey después, demostrando su talento y su condición de tirador. Un accidente de tráfico en 1993 privó a los amantes del deporte seguir viendo a este jugador, que a día de hoy aún se considera uno de los mejores de Europa y el mejor tirador de la historia. También tuvo una exitosa carrera Arvydas Sabonis. Un ídolo en Lituania y uno de los mejores pívots de la historia del baloncesto, cuyo paso por la NBA también resultó exitoso.

La ruta mágica por el continente europeo siguió hasta Alemania, una de las potencias mundiales en el deporte y que vivió en 1964 el nacimiento de tres estrellas del deporte. Las batidas de Heike Dreschler y Heike Henkel destacaron años después en el estadio de atletismo. La primera demostró ser, a mediados de los 80, la mejor en salto de longitud, batiendo el récord del mundo y proclamándose campeona mundial. La alemana decidió compaginar esta especialidad con las pruebas de velocidad, consiguiendo numerosos éxitos en ambas especialidades, y logrando cinco medallas olímpicas (dos oros, dos bronces y una plata). Su compatriota destacó en otra disciplina del atletismo, el salto de altura, entre 1990 y 1992, donde se convirtió en campeona de Europa, campeona del mundo y campeona olímpica. La tercera alemana en cuestión fue Ute Geweniger, que está considerada una de las mejores nadadoras de su país y una de las mejores bracistas de la historia. Entre 1980 y 1983, Ute ganó dos oros olímpicos (Moscú 1980), dos títulos mundiales, nueve títulos europeos, y batió diez récords del mundo.

El mundo del esquí también recibió su pequeña dosis de magia, pues en la ciudad de Elm (Suiza) nació Vreni Schneider, ganadora de tres Medallas de Oro Olímpicas, tres Campeonatos del Mundo, tres Generales de la Copa del Mundo y 55 victorias en la Copa del Mundo de Esquí Alpino, logrando un total de cien podios a lo largo de su carrera deportiva. Finlandia, Suecia y Francia también tuvieron la fortuna de recibir una porción de la magia para que los receptores, con trabajo y talento, se convirtieran posteriormente en personalidades del deporte. El territorio francés vio nacer a Jean Alesi, que pese a sólo lograr una victoria en la Fórmula 1, logró 32 podios y participó en 202 carreras. Sin salir del mundo del motor, en tierras finlandesas vino al mundo Tommi Mäkinen, que lograría proclamarse posteriormente Campeón del Mundo de rally en 1996, 1997, 1998 y 1999. La magia en Suecia llegó hasta Mats Wilander, uno de los mejores tenistas de la historia que se retiró con un total de 33 títulos en su haber, incluidos tres Open de Australia, tres Roland Garros y un US Open.

La magia también llegó a territorio español, que vio nacer a José María Olazábal. El guipuzcoano fue uno de los mejores jugadores españoles de la historia, logrando dos Masters de Augusta y cuatro Ryder Cup como jugador, además de una lograda como técnico. En 2013 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes.

Pero si hubo dos deportes tocados por la varita de la magia en 1964 fueron el fútbol y el ciclismo. El mundo del balompié vio nacer ese año a cuatro jugadores fundamentales en el fútbol moderno y que, a día de hoy, están considerados entre los mejores jugadores de la historia. Brasil, que por aquel entonces reinaba en el fútbol mundial, fue el lugar de nacimiento de José Roberto Gama, más conocido como Bebeto, que está entre los mejores delanteros brasileños de la historia. El brasileño conquistó una Liga española y una Copa del Rey, además de ser Campeón de la Copa América, del Mundial y de la Copa Confederaciones.

Bebeto, Michael Laudrup, Jürgen Klinsmann y Marco van Basten llegaron al mundo en 1964

Otro delantero que nació ese año fue Jürgen Klinsmann. El alemán conquistó la liga alemana, además de dos Copas de la UEFA y el Mundial y la Eurocopa con su selección. A título individual, el atacante germano fue nombrado Mejor Jugador de Europa en 1995, siendo elegido además mejor jugador de la liga alemana y la inglesa. El tercer delantero que llegó al mundo en 1964 fue Marco van Basten. El holandés se encuentra entre los mejores delanteros de la historia del fútbol, y sus números así lo corroboran. Van Basten conquistó tres ligas holandesas, tres ligas italianas, tres Copas de Holanda, dos Supercopas de Italia, una Recopa de Europa, dos Copas de Europa, dos Supercopas de Europa y dos Intercontinentales, además de lograr con su selección la Eurocopa de 1988. A título individual, el neerlandés consiguió un FIFA World Player (1992), tres Balones de Oro, dos Botas de Oro, siendo cuatro veces el máximo goleador de la liga holandesa y dos de la liga italiana, coronándose como el mejor jugador del mundo en 1992.

El cuarto futbolista tocado por la magia en 1964 fue Michael Laudrup. El danés destacó por su visión de juego y su calidad en los pases, logrando 5 ligas españolas, una Copa del Rey, dos Supercopas de España, una liga italiana, una liga holandesa, una Copa de los Países Bajos, una Intercontinental, una Liga de Campeones, una Supercopa de Europa y, con su selección la Copa Confederaciones de 1995.

En el mundo del ciclismo, la magia contactó con el uzbeko Djamolidine Abodujaparov (que destacó por su agresivo estilo de esprintar y que logró 54 victorias en su carrera deportiva), el suizo Pascal Richard (que logró 68 victorias y fue reconocido en 1993 como mejor ciclista del año) y el holandés Erik Breukink (que logró 61 triunfos y subió al podio del Giro de Italia y el Tour de Francia). Pero el ciclista más destacado nacido en 1964 fue Miguel Induráin. El navarro es uno de los mejores corredores de la historia, consiguiendo dos Giro de Italia, cinco Tour de Francia y un segundo puesto en la Vuelta a España, además de tres podios en los Mundiales en ruta y un oro en el Mundial de Contrarreloj. A título individual, el español fue elegido Ciclista del Año en 1992, Atleta del Año en 1993, además del Premio Nacional del Deporte (1192 y 1995) y el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes en 1992.

1964 fue un año importante para las ciencias (se realizó el primer transplante de pulmón), para la tecnología (IBM creó la primera computadora), o para la música (nacieron Lenny Kravitz, Jorge Drexler y Jim Corr, y se formaron los grupos The Who y Pink Floyd), pero este año es vital para comprender la historia del deporte como la conocemos en la actualidad.