“Imposible es sólo una palabra que usan los hombres débiles para vivir fácilmente en el mundo que se les dio, sin atreverse a explorar el poder que tienen para cambiarlo. Imposible no es un hecho, es una opinión. Imposible no es una declaración, es un reto. Imposible es potencial. Imposible es temporal, imposible no es nada.” ( Muhammad Ali).

Una frase para la historia de un deportista para la historia. Una frase llena de franqueza por alguien que creía que realmente nada es imposible.  Una frase con la que invita a luchar sea cual sea el reto, meta, objetivo o finalización. Una frase que estimula la fuerza y el amor propio a realizar algo que parece imposible. A superarse. A levantarse y reponerse a golpes y zancadillas que nos pone la vida. Un llamamiento a sacar fuerzas de donde sea. Una frase que podría vestir a tantos héroes sin capa y a tantos guerreros sin fusil.

De un día para otro la vida puede cambiar.  Sin esperar ni imaginar, cualquier maldito día, una vida puede llegar a un punto en el que todo da un giro. Un infortunio que marca el resto de la existencia y cambia el rumbo para siempre. Momentos que el  desconocimiento o simplemente la infravaloración de lo frágil que es la vida tantas veces menospreciada, hacen no valorar esos imposibles. Es cuando una de las trampas hace caer, el momento que los imposibles cambian, y cobran un tamaño de gran magnitud.

Iván Bragado

Un día eres un deportista y un jugador de fútbol y al día siguiente te pronostican un tumor en la cabeza. Iván Bragado, jugador de fútbol y deportista empedernido, vio dado un vuelco su vida cuando le fue diagnosticada la grave enfermedad.  El defensor del CD Benavente, equipo zamorano del cual era perteneciente el protagonista, tenía tan solo 29 años cuando se vio envuelto en todo este espiral de desdichas. De defender la banda de su equipo a defender su vida sin previo aviso, sin ninguna otra oportunidad que la angustiosa lucha entre vivir o morir.

“Mi madre era la encargada de la gasolinera donde trabajaba Iván. Lo vivimos muy de cerca”. Diego Jiménez, jugador del Recreativo de Huelva

Ivan Bragado no solo ganó la dura  y larga batalla (más de 14 horas de quirófano), si no que en la actualidad lucha por parecerse lo máximo posible a ser quien era antes. Ali definió lo ‘imposible’ como algo inexistente. Para Iván también lo es. La palabra lucha la ha minimizado a base de corazón y amor propio, y el exfutbolista ahora lucha por competir de manera federada y a niveles altos en ciclismo adaptado.

Una lección de superación que no acaba y que deja grandes episodios de fortaleza. El benaventano no solo se centra en la rueda de las bicis. Con la pérdida del oído por la enfermedad, Iván perdió el equilibrio y necesita de una silla de ruedas para su día a día. Ello no le impide para hacer diversos deportes en el CRE (Centro Referencia Estatal). Bici, esquí, esquí acuático, piragüismo, buceo o equitación entre otros deportes que demuestran, que las palabras de Ali, arden en el pecho de Iván Bragado. Imposible no es nada.

El todoterreno de Los Salados, fútbol por los poros

Iván Bragado Fernández, carrilero como vocación, lateral como demarcación. El exjugador encandiló a la afición de su tierra, Benavente, dejándose la piel y el alma en cada partido disputado con el equipo de su ‘casa’.  El lateral jugó casi una década defendiendo la camiseta roja del CD Benavente. Desde el inicio del nuevo milenio, Iván Bragado fue el alma de un equipo que pasaba por uno de sus mejores momentos.

Benavente
Formación del Benavente con Iván Bragado al lado del portero Gonzalo.

Siendo ahora un equipo desconocido y olvidado, el Benavente fue un equipo contrastado del Grupo VIII de la Tercera División. Desde la ‘cuarta’ división española, Benavente y Bragado, peleaban por hacerse un hueco en el deporte rey. El lateral llegó a ser capitán y uno de los jugadores más queridos por afición y compañeros. Su garra y entrega en la banda era una constante de cada fin de semana. Su físico y velocidad eran una virtud y un arma con la que el equipo ‘tomatero’ se beneficiaba. Sus compañeros siempre destacaban su potencial.

“Era un portento físico. Destacaba por su resistencia”.    Samuel Merino ‘Sami’, compañero en el CD Benavente

La historia con el equipo de su corazón terminó y su explosión se vio frenada, pero no así su ilusión por el fútbol. Iván Bragado seguiría curtiéndose y disfrutando del deporte de manera más humilde. Llegaría a jugar una nueva temporada con un equipo de provincial, el San Cristóbal de Entreviñas. Sin faltar, no obstante, a las pachangas entre amigos o partidos en la calle.  Eran sus últimas carreras detrás de un balón, pero no sus últimas carreras.

Iván compartía, además, la afición por entrenar. Poder enseñar a jóvenes futbolistas y poder dar a conocer las sapiencias que él podía tener. No le fue mal y dejó el pabellón bien alto. Su equipo de benjamines del Santa Cristina acabó en una temporada campeón de liga de fútbol 7, campeón de liga de fútbol sala y subcampeón de Castilla y León. Una gran experiencia y un triunfo lejos del césped.

Santa Cristina

La maldita enfermedad

La vida cambia y la vida te sorprende. Nunca sabes por donde puede venir y los derroteros por lo que te lleva. Para Iván todo empezó con unas torpezas auditivas.  El afectado comenzó a notar una disminución de oído y del entendimiento cuando hablaba por el móvil. Sin más importancia primaria que la de que pudiera ser un simple tapón, acudió al médico. La primera observación del  médico de cabecera fue clara, no había tapón. El otorrino tendría la respuesta a la duda.

Comenzando abril de 2010, Iván recibe la peor de las noticias. Tenía un tumor de gran tamaño en la cabeza, cerca del oído. La vida al suelo de un plumazo. Tendría que ser intervenido a finales de mes de la manera más rápida posible. Las previsiones eran muy pesimistas y la esperanza escasa. Más aun cuando en quirófano, los médicos pudieron ver de primera mano el verdadero tamaño del tumor y de la mala situación en la que se encontraba. Esperaban más de 14 horas de lucha por poder extirpar ese mal que convivía con el deportista.

A pesar de las dificultades pudo ser extraído. Sin embargo en las dos primeras semanas, la vida de Iván Bragado pendía de un hilo. Las esperanzas no fueron las más generosas con la salvación del joven luchador. Iván estaba luchando en la UCI del hospital con tan solo 29 años. Su incansable batalla vería una tregua con la subida a planta. Su estancia hospitalaria alcanzó los 23 días de UCI y 45 ingresado. Pero para Iván nada es imposible y el luchador había ganado un gran duelo, aunque no era el final.

Cartel de apoyo con el Toro Enmaromado, fiestas de Benavente

La dura operación y en consecuencia de la enfermedad, al protagonista le dejarían grandes secuelas.  La pérdida del oído le hizo perder el equilibrio y en consecuencia la imposibilidad de andar. Imposible entre comillas, ya que como más de una vez ha avisado Iván: “Podré caminar, no sé cuándo pero yo voy a poder andar’’. A mayores el benaventano padeció disfagia, parálisis facial del lado derecho, pérdida de la coordinación en extremidades y pérdida del habla.

“Podré caminar. No sé cuándo, pero sin duda acabaré andando”

Tras dejar los ingresos, Iván debía verse envuelto en las rehabilitaciones diarias.  Logopedas, fisioterapeutas y el cariño de su gente más cercana para poco a poco sentirse como antes. Bicicleta estática, pesas y mucha fuerza de voluntad para recuperar una vida traicionada por el destino. Iván Bragado debía luchar contra las inclemencias de la salud y las irresponsabilidades de la sociedad y la gobernación.

Iván se vio afectado por las irresponsabilidades de la burocracia que azota a la sanidad en España. Las dificultades  eran extremas para poder trasladar al exfutbolista a las sesiones de recuperación a Zamora o Salamanca. La falta de ambulancia que lo pudiera trasladar a tiempo hizo que su hermano Alberto Bragado tuviera que multiplicarse para poder hacer de medio de transporte de su querido familiar.

La ambulancia, la obtención de una tarjeta de discapacidad, los medios no adaptados y las pocas facilidades hicieron que las quejas de la familia fueran una constante. Iván Bragado, por su nueva disfagia, debía ser alimentado a través de la sonda cada dos horas. Los horarios de los transportes hicieron que Iván tuviera que realizar el proceso de alimentación de maneras poco sutiles y nada cómodas. Incluso, y refiriéndose a la poca adaptación de los medios, el protagonista sufrió un golpe en la zona afectada por trasladarse en un vehículo inadaptado. Demasiadas zancadillas.

El deporte como vía de escape

Aquel lateral del Benavente ahora era una persona que no se preocupaba por el extremo rival, ahora su misión era recuperarse, intentar ser el de antes y olvidar la trampa que el destino le había puesto. Iván entró en el CRE. Un centro especializado y en el que el benaventano ha podido desquitarse y recuperarse.  Iván, que nunca ha perdido la sonrisa, vio más positiva si cabe la vida. A pesar de lo pasado, las dificultades y las secuelas, el zamorano ha realizado diversos deportes. Esquís de varios tipos, piragüismo, buceo, equitación, y su nuevo deporte rey, ciclismo.

Iván ha realizado el camino de Santiago con su bici adaptada y ahora busca competir de manera federada

Con su bicicleta adaptada, Iván se ha visto realizado y ayudado. Bicis adaptadas, por las que ya ha pasado por varios tipos. Pedaleando con los pies, con las manos, con más ruedas, con menos. Pero Iván ha encontrado su deporte. Es fácil encontrárselo envuelto en competiciones populares o carreras en las que  este “enganchado” al deporte asiste con su bici adaptada y compite como si en el césped de los Salados se tratara. Pero no solo eso. Iván pudo completar en ella, nada más y nada menos, que el Camino de Santiago. Con su fiel vehículo de ayuda, pudo llegar a la capital gallega y dar otra muestra de su gran superación.  

Camino de Santiago Compostela

Iván intentó captar la atención de un entrenador especialista para poder dejar atrás la práctica  y pasar a la competición. Lo del benaventano no tiene nombre. Bajo el hashtag #IvanBuscaEntrenador se quería encontrar a un profesional que pudiera entrenar al deportista y poder dar un paso más en su asombrosa historia.  Lo encontró, era de esperar. Jorge Gallo respondió a la llamada de este ansioso deportista que intentará darle el sitio que merece en el deporte adaptado, sin menospreciar la ayuda de Luis Miguel Almanza.

Tan solo falta encontrar un club que pueda federar a este tiburón que devora imposibles. El mismo chico que se debatía entre la vida y la muerte, busca ahora un club donde pueda competir y reflejar lo que nunca dejó de ser, un portento físico. Iván Bragado es tan solo un hombre  que busca superarse y que no conoce límites. Unos límites que intentó marcarle una enfermedad pero que él se encargó de traspasar. Su fuerza y espíritu es ejemplar y sus frutos son resultado de una fuerza de voluntad y un amor a la vida. Una historia digna de un héroe de Marvel. Un hombre que destroza probabilidades. Una apisonadora de imposibles.

iván bragado