Royal Troon no se lo puso nada fácil a los jugadores que pretendían hacerse con la Jarra de Clarete. Las condiciones de juego dificultaron más si cabe la complejidad del ya de por sí exigente recorrido escocés. Sin embargo, había dos extraterrestres que parecían estar jugando otro campo totalmente diferente: Henrik Stenson y Phil Mickelson. La clasificación final lo dejó bien a las claras: once golpes separaron al segundo del tercero, los mismos que hubo entre el tercero y el cuadragésimo tercero.

Henrik Stenson encaró la última jornada del British Open en Royal Troon con un golpe de ventaja sobre Phil Mickelson. Una vez finalizado el primer hoyo, y tras cometer un bogey, ya marchaba uno por detrás del estadounidense. En ese momento, nadie en su sano juicio habría pronosticado lo que después sucedió. El sueco se repuso inmediatamente con un birdie en el 2 que le devolvía al liderato -lugar que ya no abandonaría-, y al que le sucedieron dos más en el 3 y el 4. Pero su exhibición no terminó ahí: aún cayeron siete birdies más para redondear una tarjeta de 63 golpes (-8) - la más baja registrada en cualquier grande-, y terminar con -20 en el acumulado del torneo, récord absoluto en un British Open. Especialmente destacable fue su actuación en los hoyos finales, esos en los que se deciden los torneos, y más teniendo en cuenta que su vitrina de majors estaba todavía vacía. Con Mickelson acechando, Stenson resolvió los cinco últimos hoyos a lo campeón, con cuatro birdies. Sería difícil encontrar una mejor manera de ganar un grande. Y no uno cualquiera: su primer major y el primero para su país.

Como igualmente complicado debió de ser para Mickelson aceptar su derrota. Porque salir a un golpe del líder en un major y firmar una tarjeta de 65 golpes (-6) el domingo te asegura el triunfo con una probabilidad del 99,99%. Únicamente un fenómeno paranormal podía privarle de la victoria. Y fue justo lo que sucedió. Stenson se reencarnó en el mejor Tiger Woods y evitó que el bravo zurdo estadounidense, que no se rindió en ningún momento, ganase su segundo British Open. Sea como fuere, será difícil olvidar la batalla que libraron ambos golfistas, todo un lujo para el espectador. Pero Mickelson no acabó triste, pues sabía que había vivido uno de los capítulos más brillantes de la historia del golf en primera persona. Y así lo demostró con su efusivo abrazo final al campeón.

Para encontrar al tercer clasificado hay que bajar a la Tierra. La friolera de once golpes separaron a Mickelson (-17) de J.B. Holmes (-6). Otro estadounidense, Steve Stricker, terminó en cuarto puesto (-5). Sergio García volvió a completar un gran British Open y terminó en un gran quinto puesto con -4 en el acumulado. El castellonense no anduvo especialmente fino desde el tee y con sus hierros, pero supo sufrir para sumar su décimo top ten en 20 participaciones en el torneo. También fue muy destacable la actuación de Miguel Ángel Jiménez, decimoctavo con el par del campo, y del debutante en estos lares, Jon Rahm, que logró superar el corte. Rafa Cabrera-Bello, por su parte, finalizó en el puesto 39 tras un mal final de torneo.