La halterofilia es para muchos un deporte minoritario, con apenas seguidores en comparación a otras grandes disciplinas como fútbol, baloncesto, atletismo o natación entre otros. Este deporte encierra concentración, fuerza, rapidez y talento. Lástima que muchas veces el dopaje manche el buen nombre de la halterofilia moderno, pero ver a personas levantar hasta el triple del peso corporal a cargas mastodónticas, hace que este deporte sea todo un espectáculo para los seguidores de los Juegos Olímpicos.

Hay numerosos rostros bastante conocidos en la historia de la halterofilia, pero sin lugar a dudas, la figura de Naim Suleymanoglu es eterna y muy reconocida ya no solo en la halterofilia, sino en el deporte olímpico en general. El pequeño levantador de apenas metro y medio de estatura, concretamente 1,47 metros de altura, fue el primero de la historia en ganar tres oros de manera consecutiva: en Seúl 88, Barcelona 92 (en la categoría en 60 kilos) y Atlanta 96 (con 64). Aún pudo lograr uno más antes, en Los Ángeles 84, pero fue otro de los damnificados por los boicots a las competiciones. Entonces competía por Bulgaria, su país de nacimiento. En Sidney 2000, ya con 33 años, no pudo con una ambiciosa primera carga de 145 kilos en arrancada y se fue sin ganar su cuarto título que hubiera provocado uno de las mejores retiradas del deporte olímpico.

Duros comienzos administrativos

Naim Suleymanoglu comenzó a levantar pesas a los doce años de edad, y a los catorce ya era todo un campeón mundial en categoría junior, sin duda unas cifras de campeón. Con 15 ya estableció un record del mundo y en 1982 ya se convirtió en el segundo hombre de la historia de la halterofilia en levantar tres veces su propio peso en dos tiempos y el campeón mundial más joven de la historia de este deporte, sin duda una hazaña espectacular.

Todo parecía indicar que en Los Ángeles 84 iba a convertirse en campeón olímpico con la edad de 17 años, pero Naim no lo iba a poder conseguir debido al boicot del bloque comunista al evento.

Los comienzos siempre son complicados

La medalla de oro parecía asegurada para él en Los Ángeles 84 y sólo con 17 años, pero Naim se quedaría sin sus primeros Juegos al sumarse Bulgaria al boicot del bloque comunista al evento. Esto, unido a la persecución por parte de las autoridades búlgaras a la minoría turca a la que él pertenecía, le hicieron desertar y emigrar al vecino país otomano.  

Problemas personales que no mancharon su carrera profesional. Le cambiaron el nombre y el apellido para que resultara más búlgaro que musulmán, concretamente participó en diversos torneos con el nombre de Naum Shalamanov.

Foto: The National
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Llegaron las alegrías en forma de oro

En Seul 1988 se colgaría la primera medalla de oro realizando la mejor actuación de la historia de la halterofilia. Naim levantó 152,5 kilos en arrancada y 190 en dos tiempos, haciendo un total de 342,5 kilogramos, sin duda una proeza tremenda. El segundo clasificado se quedó 30 kilos por detrás y el vencedor de la categoría superior le bastó con levantar 340 kilos.

El pequeño Naim se tomó un pequeño respiro de un año en 1991, pero volvió a la competición un año más tarde para repetir éxito con su segundo oro en Barcelona 92, algo que repetiría cuatro años más tarde en Atlanta. Intentó la machada en Sydney 2000, algo inédito, pero no pudo revalidar su corona al caer eliminado en las primeras rondas. Ya la edad y la llegada de gente con frescura y ganas de llegar alto le hicieron pasar a un segundo plano.

Decidió retirarse en el año 2000 tras los Juegos Olímpicos y aprovechar su tirón mediático para hacer carrera en la política e incluso presentarse a la alcaldía de la ciudad de Kiraç, pero fracasó en el intento y dejó muy claro que levantar una ciudad era mucho más pesado que levantar tres veces su propio peso. Naim cerró así un ciclo memorable con 16 títulos mundiales y 50 récords, una hazaña irrepetible.

Foto: The National