La primera medalla conseguida en los Juegos de Río por parte de Mireia Belmonte (bronce en los 400 estilos) establece un punto de conexión con el recuerdo y la historia de la participación de las deportistas españolas en los Juegos Olímpicos de verano. Concretamente el metal obtenido por la nadadora española, que ha elevado su descontento con la organización de los Juegos, sirve para rescatar del archivo documental a Miriam Blasco, judoca que no solo se convirtió en la primera mujer española en obtener una medalla, sino que fue la primera en coronarse como campeona olímpica en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Miriam Guadalupe Blasco Soto nació un 12 de diciembre de 1963 en Valladolid, en el seno de una familia de nueve hermanos. Su madre regentaba una tienda de deportes y la influencia de su padre, que era profesor de educación física, resultaron determinantes para que la pequeña Miriam se apasionara vivamente por el judo, deporte que comenzó a practicar con tan solo ocho años. Curiosamente fue casual el hecho de que Miriam se convirtiera en judoca, pues por iniciativa familiar ambos progenitores consideraban que el deporte era una excelente forma de contribuir al desarrollo físico y mental de todos sus vástagos. Ocho mujeres y un chico, algunas practicaban gimnasia o atletismo y, a Miriam junto a otra hermana le tocó el judo. Una especialidad deportiva que en principio fue un juego para ella, pero que acabó por convertirse en un su gran pasión.

Sergio Cardell, su ‘padre’ deportivo

blogs.periodistadigital.com
Foto: blogs.periodistadigital.com

Sergio Cardell fue su gran mentor, identificó en la luchadora unas cualidades especiales para el citado deporte y se volcó en su preparación, en la evolución que experimentó bajo su tutela deportiva en Alicante. En el año 1988 tras los Juegos de Seúl le expresó su deseo de lograr un histórico objetivo: una medalla de oro en los Juegos de Barcelona. Sergio le dijo: “Vamos a entrenar para que seas campeona Olímpica”. Miriam que por entonces era campeona de España se mostró muy escéptica respecto a ello, pero Sergio que creía más en Miriam, que ella misma, la enseñó a creer en su talento y sus posibilidades

Cuatro minutos para la leyenda

El histórico combate final de judo se disputó en el tatami del Palau Blaugrana un viernes 31 de julio de 1992. La luchadora vallisoletana compitió en la categoría de -56 Kg., su rival fue la británica Nicola Fairbrother. En la primera mitad del combate ambas judocas se midieron lanzando ataques infructuosos, el oro en juego marcaba la prudencia de dos rivales que evolucionaron sobre el tatami con enorme respeto, pero las emociones de Miriam se desbordaron tras un ataque de la británica. Con Sergio en la memoria y ubicada tanto al borde del precipicio físico del tatami como el emocional, sacó a relucir su gran repertorio de habilidades. Miriam eludió la ofensiva y contratacó con un yuko que le puso el combate de cara abriéndole las puertas de la gloria. Fairbrother intentó denodadamente remontar, pero la diferencia llegó incluso a aumentar, a la española solo le servía el oro, las palabras de Sergio en el 88 retumbaban en su cabeza. Miriam aprovechó los ataques a la desesperada de la judoca británica para asegurar el primer histórico oro para el deporte femenino español. Un oro que además la convirtió en la primera mujer española medallista olímpica, cuatro minutos para la leyenda.

Foto: valladoliddailyphoto.blogspot.com
Foto: valladoliddailyphoto.blogspot.com

Para Miriam fue la culminación de un sueño y el desbordante momento de satisfacción que le permitió dedicar el oro a Sergio Cardell, que tan solo un mes antes de los Juegos falleció a causa de un accidente de tráfico con la moto del exmarido de Miriam. En Alicante existe una rotonda bautizada con el nombre del brillante entrenador que mostró a Blasco el camino, aquel que con el trabajo de apoyo del psicólogo deportivo Josean Arruza, modeló la fortaleza mental de Miriam, que llegó a Barcelona como campeona de Europa y el mundo, consolidada como una de las más brillantes judocas de su peso. El luctuoso accidente supuso un duro revés para la luchadora vallisoletana, que atravesó por momentos muy delicados, pero le sirvió de espoleta para competir al máximo con el objetivo de honrar la memoria de su ‘padre’ deportivo. Es más, Miriam compitió aquel día con el cinturón de Sergio Cardell y en más de una ocasión ha expresado que el triste suceso resultó crucial para que la vallisoletana canalizara todos sus sentimientos de dolor y compitiera prácticamente en trance durante los Juegos de Barcelona. Blasco compitió con un halo de imbatibilidad, nada más acabar el combate Miriam comenzó a gritar el nombre de Sergio y el Palau al completo comenzó a corearlo. La vallisoletana vivió uno de los momentos más agridulces de su carrera, la tristeza por la ausencia y la alegría de podérselo dedicar.

La perpetuación de un modelo

Tras los Juegos de Barcelona se puso el objetivo de pelear por otra presea en los siguientes a disputar en Atlanta 96. De hecho su progresión siguió siendo buena, logrando en 1994 su cuarto Campeonato de España y acabando en quinta posición en los europeos, pero Miriam no pudo defender el título porque la también destacada judoca Sara Álvarez, la derrotó en clasificatorias, haciendo desvanecer un objetivo que precipitó su retirada de la competición en 1996. Miriam dio un paso al costado, pero para ejercer la docencia de su deporte, siendo preparadora de Isabel Fernández y Yolanda Soler, dos pupilas suyas que lograron el bronce en Atlanta 1996.

Paradójicamente la que fue su rival en aquella final, la británica Nicola Fairbrother, se dedicó también a la docencia y al entrenamiento de futuros campeones en el gimnasio de Miriam Blasco Arena de Alicante, en el que compartió trabajo con la española. Nicola es su mejor amiga, y ambas son referentes técnicas en posteriores generaciones de judocas que brillaron en la citada modalidad. Miriam se encargó de perpetuar el modelo Cardell en el judo español, él le transmitió la pasión y la metodología de entrenamiento. Estudioso al máximo y discípulo de José Alberto Valverde, y el Maestro Lee, fue un revolucionario que viajó por todo el planeta para aprender las técnicas y los estilos que triunfaban en los grandes campeonatos. En cierto sentido Miriam Blasco fue el tubo de ensayo del tristemente desaparecido entrenador alicantino y la judoca española fue la encargada de que sus tácticas y estrategias, no se perdieran, convirtiéndose en la base de la enorme evolución que experimentó el judo en España.

Deporte, mujer y olimpismo

Foto: valladoliddailyphoto.blogspot.com
Foto: valladoliddailyphoto.blogspot.com

La medalla se exhibe en un museo, Miriam tiene una avenida en Alicante, una calle en Valladolid y un polideportivo bautizado con su nombre. En el año 2000 entró en política, campo profesional en el que ha trabajado tanto en el Senado como en el Congreso en el Partido Popular, impulsando hace una década el programa 'Deporte y mujer'. Reivindicando en todo momento la visibilidad de la mujer en el ámbito deportivo; peleando por un reparto más equitativo en los derechos de televisión. Consiguiendo un Real Decreto a través del cual el fútbol se comprometía a destinar una parte de esos derechos a otros deportes. El bronce conseguido por Mireia es el metal número 39 del deporte olímpico femenino español, Miriam Blasco abrió una puerta y la nadadora española ha sido la encargada de mantenerla abierta de par en par con la esperanza de que sean muchas otras las que restan por llegar.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.