Fue la bajada perfecta. La que llevaba esperando desde que hace cuatro años. En Londres vio cómo en Lee Valley la francesa Emile Fer y la australiana Jessica Fox superaron su recorrido y la relegaron a una medalla de bronce que le supo amarga. La guardó en el cajón de los calcetines de su casa. Desde entonces quiso quitarse la espina en la prueba de K1 del piragüismo en aguas bravas. En la hora más esperada, la final se había convertido en un hueso para Maialen Chourraut, una vasca de 33 años y escasos 55 kilos.

La neozelandesa Lukule Jones, la cuarta de las diez que se lanzaron a por las medallas, había bajado en 101,82 segundos, una marca que obligaba a la de Lasarte a mejorar su descenso de semifinales. Fox, otra de las favoritas, marcó 102,49. Cierto es que la eslovaca Jana Dukatova y la checa Katerina Kudejova, otras favoritas, habían fallado, pero Chourraut no podría tocar ninguna de las 24 puertas del recorrido.

En el momento de máxima tensión, la vasca deslumbró. Hizo volar su kayak entre las puertas verdes, afrontó con eficacia todos los remontes y comenzó a marcar el mejor tiempo en cada parcial. Incluso sabía que podría pasar de espaldas la puerta 19, como en semifinales, si esa era la forma más rápida de aprovechar la velocidad de uno de los muros del canal de Deodoro.

Cuando cruzó la meta se supo campeona. Sin un solo fallo, había completado el recorrido en 98,65 segundos. El tiempo superaba por más de tres segundos al de Jones, una barbaridad si se tiene en cuenta que el ciclo Olímpico no había tenido ninguna dominadora. Maialen Chourraut era tan candidata como otro puñado de seis u ocho piragüistas, no más. Por eso era clave responder en la gran final.

La sangre fría ya la demostró el lunes en la calificación, cuando tras saltarse una puerta en la primera bajada (quedó en el último puesto) debió jugárselo todo a la segunda para entrar en las semifinales. Este jueves se estudió un canal que cambian desde la calificación. Su desempeño mereció un oro que se colgará también su hija Ane, de tres años. Nació poco después de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y viajó en el kayak con su madre hasta dos días antes del alumbramiento. Por eso sabe lo importante que es ir rápido, así se lo repite siempre su madre, el nombre propio en la historia del piragüismo slalom, la primera medallista Olímpica en 2012, la primera campeona Olímpica en 2016 y todo ello en un deporte con apenas 400 licencias en España y que vive prácticamente del canal Olímpico de La Seu d'Urgell, una broma frente a Francia.

Con tan pocos medios, Maialen Chourraut no está sola. Ander Elosegui, que el martes terminó octavo, ha estado en tres finales olímpicas en C1 y Samuel Hernanz fue 5º en Londres en K1. Pero la reina es ella, perfecta en el día clave con el apoyo de su marido y entrenador Xavier Etxaniz y de su pequeña Ane, que podrá contar que su mamá es toda una campeona Olímpica.