Dos mujeres que viven en el agua demostraron la misma iniciativa que en Londres para abrir el camino de España en el medallero. Como en 2012, Mireia Belmonte empezó y Maialen Chourraut le secundo, pero esta vez ninguna se confirmó con cualquier medalla. Emplearon los últimos cuatro años en superarse y traerse un oro. La vasca Chourraut tampoco quedó satisfecha con su bronce en la prueba de K1 del piragüismo slalom y se empeñó en ganar en Río tres años después de ser madre. Su hija Ane contempló junto al circuito la bajada perfecta de la 'ama'. Parte de la medalla era suya, pues navegó por las aguas bravas en la barriga de su madre hasta pocas horas antes de nacer. Y parte de su padre, Xavier Etxaniz, el entrenador y responsable del slalom español. Pero la gran parte pertenece a la guipuzcoana, que golpeó una final que se preveía muy igualada entre un puñado de competidoras que se han estado ganando unas a otras durante los últimos cuatro años. Pero el día D era de Chourraut: rápida, precisa, atenta, técnica. Voló entre las 24 puertas sin tocar una sola puerta. Dominó las aguas. Brava.

Chourraut lanzó a España a una lluvia de medallas que debería ser incesante desde este viernes. Así lo marca la tradición. Hace cuatro años Mireia y Maialen iniciaron una tormenta que solo amainó en el tenis. Esta vez la Armada no fallará. Con Rafael Nadal levantando por los aires todos los pesimistas pronósticos por el estado de su muñeca no era posible. Se metió en los cuartos de final del torneo individual, lugar al que también llegó Roberto Bautista, que sueña con cruzarse con él en semifinales si tumba a Del Potro. De momento, el diploma ya es suyo. Y el mallorquín completó el día con una victoria en dobles con Marc López que les hará este viernes luchar por el oro. La fiebre del dorado y el inhumano calendario, aún peor tras la suspensión del miércoles, le hizo renunciar al dobles mixtos con Garbiñe Muguruza, una oportunidad ya imposible de ver a los dos mejores tenistas españoles del siglo juntos en una pista. Las chicas no subirán al podio. Muguruza perdió con Suárez, y ésta, con Ferrer en el otro mixto.

Al metal de Nadal y López le podrán acompañar el viernes, además de los evidentes (Miguel Ángel López y Lidia Valentín), dos milagros. Poco menos podría considerarse un podio de Ana Boada y Aina Cid, sorprendentes finalistas en remo tras su gran Preolímpico en una especialidad con una sola medalla en 1984, y una tercera medalla de Mireia Belmonte en los 800m libres, donde entró por los pelos tras una noche de euforia y seis horas de sueño, y donde su marca invita a la cautela. Ya sin opciones está el equipo de doma clásica, fuera de la final de seis, el objetivo mínimo, pero con diploma olímpico a la espera de las individualidades.

Más optimistas hay que ser con Marina Alabau, que remontó en la Bahía de Guanabara dos malos días y ya es cuarta a falta de tres regatas y la definitiva. También ilusionan Sergio García y Rafa Cabrera en el debut del golf. Imposible pensar en podio con las chicas del hockey, pese a su primera victoria, y demasiado pronto con ellos, clasificados ya pese a perder, y con las mujeres del waterpolo. Difícil con los del baloncesto. Por fin ganaron. A la tercera, pero los apuros ante Nigeria no aguran buenas noticias.

Quienes siempre son protagonistas positivos son Simone Biles y Michael Phelps. La mejor gimnasta del mundo en mucho tiempo certificó, por fin, lo que era evidente desde hace tres años en los Juegos Olímpicos, el gran escenario,  con un oro aplastante en el concurso individual. Podría llegar a colgarse cinco, una cifra que amenaza seriamente con superar en la piscina Michael Phelps. Ya lleva cuatro oros en Brasil, como cuatro seguidos ha logrado en los 200m estilos. De Atenas a Río. Solo Al Oerter, Carl Lewis y Paul Elvstrom han hecho algo similar en cualquier prueba olímpica, pero el insaciable tiburón podría lograr otra cadena de cuatro este viernes en los 100m mariposa.