El Salón de la Fama de Cooperstwon, donde las leyendas de las Grandes Ligas son eternizadas, tuvo ayer dos nuevos nombres. Dos nombres de la talla de Barry Larkin y Ron Santo, ya fallecido.

Larkin, reconocido como el campocorto más grande de finales de los 80, años 90 y principios del Siglo XXI en la Liga Nacional. El exjugador de los Cincinnatin Reds, con quienes conquistó la Serie Mundial de 1990, acompañó al tercera base de los Chicago Cubs Ron Santo al Salón de la Fama y Museo Nacional del Béisbol de las Grandes Ligas.
 
Larkin agradeció a su madre, Shirley y su padre, Robert, que estaban sentados en primera fila. Siguiendo una serie de agradecimientos a varias personas más. "Si haríamos algo, lo haríamos bien", señaló Larkin. "Mientras crecía, ustedes me imponían desafíos. Eso fue muy decisivo", apuntó. Larkin llegó en 1985 a los Reds, siendo la cuarta selección global del draft de aquel año. Jugó sus 19 campañas en las Grandes Ligas con Cincinnati, el equipo de su ciudad, infancia y de toda su vida.
 
Por el otro lado, Ron Santo no pudo vivir como realmente pudiese desear el acontecimiento más importante en la vida de un beisvolista retirado. Falleció el 3 de diciembre del año 2010, a los 70 años de edad. Santo estuvo en los Cubs desde 1960 hasta 1974. Desde 1990 a 2010 ejerció como uno de los comentaristas más queridos del país. Su esposa, Vicky Santo, acudió al homenaje y realizó el discurso sobre el tercera base de los Cachorros. "Se siente bien, es un final perfecto para una trayectoria notable", señaló Vicki Santo. "Ron dejó un terrible hueco hoy para muchos de nosotros. Este no es un día triste. Este es un gran día. Tengo la seguridad de que Ronnie está celebrando en este preciso momento", concluyó.
 
Santo estuvo 15 campañas en las Grandes Ligas, con promedio de bateo de .277, 2.254 imparables y 1.331 carreras producidas.