MET Gala, crónica de una noche anunciada
Vogue.es

Todos los años, a principios de mayo, se celebra la madre de todas las fiestas. El Met Ball o la Met Gala, que se celebró ayer no es como cualquier otra fiesta, no basta con vestirse de Prada o Dolce & Gabanna y presentarte en la puerta con una invitación. Exige un comportamiento muy complejo y muy codificado.

Pongámonos en el tema...

El Met Ball es la fiesta que inaugura la exposición anual del Costume Institute del Metropolitan Museum de Nueva York. Este año, esta institución cuenta con un nuevo espacio expositivo (que ha costado 40 millones de dólares) y cambia de nombre. Pasa a ser el Anna Wintour Costume Center. ¿Dudamos aún del poder de la directora del Vogue USA?

La anfitriona este año ha sido Aerin Lauder; y coanfitriones estaban la propia Wintour, Bradley Cooper, Oscar de la Renta, Sarah Jessica Parker y Lizzie y Jonathan Tisch. La fiesta consiste en cena y actuación musical con baile. Este año el elegido es Frank Ocean.

¿Por qué no te han invitado? Ni más ni menos porque la entrada a esta cena-baile cuesta 25.000 dólares (diez mil más que el año pasado). Las grandes empresas compran las entradas como regalo a sus clientes y las grandes estrellas o socialites reciben su invitación directamente del Museo o, incluso las compran.

Todos los años el dress code gira en torno a la obra que se expondrá. Este año ha estado dedicada a Charles James; se llama Charles James, Beyond Fashion y se podrá ver hasta el 10 de agosto.

El nombre de este couturier es reconocido en la esfera norteamericana por ser uno de los grandes modistos de su época, en la primera mitad del siglo XX. Además se puede decir que, en la creación de una nueva silueta y en la creacción de nuevas paletas de colores, inspiró a renombres como Dior o Balenciaga. Una época de mujeres elegantes que distan mucho del concepto de elegancia actual, el cual murió con Audrey Hepburn.

Dress Code

Los últimos años han sido muy mediáticos. El del pasado año giró en torno al punk en el que cada uno llevó lo que él consideró como punk. Un desastre en definitiva.

Por ello, la jefa Wintour ha exigido un riguroso dress code y ha exigido White Tie and Decorations. La más formal de las etiquetas. Para los hombres, frac, pantalones a juego con una franja o trenza de seda en el lateral, una camisa blanca de piqué, un chaleco blanco, gemelos blanco o color madreperla, corbata blanca, guantes blancos o grises, zapatos de charol, calcetines negros y sombrero opcional. Las “decoraciones” son detalles: broches, estrellas y medalla. Las mujeres, vestido largo de gala. Más tarde hablaremos de quién se ha saltado las normas.

Los “Oscars de la Moda”

La Primera Dama fue la encargada esa misma mañana de inaugurar la exposición. No se sabía si iba a ir a la fiesta, pero ¿qué importa eso ahora si sabemos al minuto lo que ocurre mediante Instagram?, Kim Kardasian se ocupó de ello. Se puede decir que se hizo un selfie con cada persona que se cruzaba en su camino.

Los invitados fueron llegando y aquí es donde entramos nosotros, los mortales (y medio mundo), a juzgar. Esta es la clasificación:

- Los favoritos

El color nude es y será el favorito siempre, y más si cae en siluetas como Blake Lively, Suki Waterhouse o Joan Smalls.

- Los rebeldes

Porque ser rebelde se lleva en la sangre, y ni la mismísima Anna Wintour puede hacer que Cara Delevigne, Rihanna, Georgia May Jagger o Rosie Huntington sigan el dress code como ya ocurrió la edición pasada.

- Los pelotas

Ser anfitrión, protegida o portada de Vogue USA te hace ser lo contrario a las anteriormente nombradas. Es decir, lo que diga Wintour va a misa.

- Los “no se donde estoy, ni qué hago aquí”

Naomi Cambell y Lupito Nyong'o. ¿Sabían a dónde iban?.

- Los Errores

Marion Cotillard, Diane Kruger, Emma Stone y Karolina Kourkova no fueron las más agraciadas en cuanto a halagos.

Fotos: Vogue.es

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