A veces, hay campeones en la sombra. Aguardando, esperando su momento, buscando el mejor ataque. Ahí está Jorge Lorenzo, casi de perfecto antagonista, desafiando la regla de Sachsenring.

No le importa la afición de un cuarenta y seis que va buscando el décimo porque sabe, que a la hora de la verdad en pista, solo se depende de uno misión. Allí, cuando es fuerte, hay pocos que le ganen. Como dijo él mismo hace un tiempo, "el nivel de tu rival es lo que marca tus ganas" y en MotoGP hay mucho de eso. Dad la bienvenida al mejor Jorge Lorenzo.

Cuando dio el paso a MotoGP no tenía miedo a nada. Firmó tres pole position seguidas en el inicio de su primera temporada. Y fueron precisamente tres los años con los que comenzó a montar en moto. Él, que no levantaba un palmo del suelo, ya quería ganar carreras.

Su padre le fabricó su primera moto con aquello que podía recoger del taller. Ahora, esa moto imperfecta, humilde, le ha llevado a una M1 perfecta. Con ella quiere ganar un nuevo título, el número tres de la categoría reina.

No hace falta que le digan que va a ser difícil, porque él ya lo sabe. No más fácil ha sido el viaje que lo ha llevado hasta aquí. Le ha costado tiempo conseguir a su gente, ese equipo infalible, que no le ha fallado nunca y que no lo hará ahora.

Aprendió cosas antes que los de su tiempo obligado por las circunstancias y sobrevivió a ello con la misma motivación que le ha acompañado siempre. Es uno de esos privilegiados que siguen corriendo siendo campeones del mundo de la máxima categoría del motor, encontrando las ganas en la fe de superarse a sí mismo.

Esa superación personal viene más crecida que nunca, porque se encuentra, de nuevo, frente a Valentino Rossi. Ambos, acostumbrados a pasarse, pronostican un título de última carrera. La suerte, por lo pronto, ampara al 'Il Dottore'.

Gallina vieja como es, ha conseguido marcharse primero en el campeonato. Eso implica salir líder de Sachsenrig con todo lo que conlleva: desde su vuelta al calendario, en 1998, quien sale líder en el trazado alemán es campeón del mundo. Y así van 17 años sin excepción.

Podría atribuirse el éxito de la estadística a que la cita se debe a mitad de campeonato. Pero son varios los ejemplos donde se da muestra de la dificultad del 100% de acierto: el mundial de 2004, con Valentino Rossi y Max Biaggi; o el de hace dos años, con Marc Márquez llevándose el título por cuatro puntos sobre el propio Lorenzo en Valencia. Si los números dan opciones nunca hay que dar por perdido un campeonato. Y a Jorge Lorenzo las matemáticas le avalan. Y mucho.

Un campeón del mundo no necesita ir primero todo un campeonato si llega en primer lugar a la línea de cuadros que lo decide. Aún quedan nueve carreras por delante, en algunos circuitos difíciles para Yamaha, pero ninguna adversidad es suficientemente alta si se tienen ganas de superarla.

El espartano, Lorenzo, tiene más que cualidades y oportunidades para recuperar el liderato. Es cierto que depende de la actuación de su compañero de equipo, que por dicha del destino es con el mismo con el que se juega el título, pero sabe que las Honda también van a tomar parte.

Del mismo modo que el regreso de Marc Márquez y Dani Pedrosa puede perjudicarle a él, también puede hacerlo a Valentino. Ahora llega la última recta, donde debe mostrar su mejor yo, porque ahí es donde se atan títulos y tienen lugar, incluso, los milagros.

Si consigue su tercer título de MotoGP, se convertiría en el único piloto en batir a Casey Stoner, Valentino Rossi y Marc Márquez. Heroico. Y es que Jorge Lorenzo va buscando el cielo porque puede: ya lo ha tocado antes.