Tal día como hoy, 5 de agosto. Corría tal día como hoy del año 1963 cuando Craig Breedlove abría las puertas de acceso al libro de la historia de la máxima velocidad sobre la faz de la Tierra. Tal día como en este 5 del mes de agosto en el lago salado de Bonneville, que se ubica en el Estado americano de Utah, se asistía a un acontecimiento sin precedentes. A un primer paso para abrir la senda de una leyenda.

Humanidad y tecnología se fusionaban en el 'Espíritu de América'. Máquina y hombre. El llamado para la ocasión, como sus siguientes, 'Spirit of America', marcaba el primer gran registro en el velocímetro aquel 5 de agosto de 1963. Con el californiano Craig Breedlove al comando, el veloz espíritu americano sentaba la primera base superando a escasas cifras la barrera de las 400 millas (407,45 miles) en el trayecto de regreso a su origen, puesto que en la ida apenas las alcanzó, a un noventa por ciento del potencial de su motor. Aquello ponía la marca a batir en en los 653,71 kilómetros a la hora.

Agosto de 1963, Lago Salado de Bonnevile | FOTO: William A. More

Si pudo existir un automóvil, un ingenio capaz de resumir las inquietudes tecnológicas y humanas de una era, esa fue la creación de un hombre no menos atrayente y pasional, un hombre que desde su cuna sintió la llamada del alto riesgo, del deporte extremo y de la máxima velocidad sobre la tierra.

El sueño de Craig Breedlove se transformó, por tanto, en forma del llamado 'Spirit of America'. Una creación del calado de su genio. El primer intento de su vástago a motor se consumó allá por el año 1962. Impulsado por una unidad motor a turbina 'General Electric J-47', como sus contemporáneos, el primer 'Spirit of America' se definió como una máquina seudo militar. Tanto era así que esta primera creación rodaba propulsado por un antiguo motor de la armada americana, en concreto de la USAF, y en consonancia perteneciente a un North American Sabre F-86, una de tantas naves de la citada aviación estadounidense.

Agosto de 1963, Lago Salado de Bonnevile | FOTO: William A. More

Como añadido, el enorme bólido se asentaba en un ligero fuselaje aerodinámico, y en un chasis a tres ruedas, además del citado turborreactor militar que servía para impeler la máquina, y con ello el veloz pero inmortal sueño que marcó una época dorada para el mundo del motor, y a todas luces, un sueño que a día de hoy hemos perdido y disipado en la historia.

Su manipulación inicial, llevada a efecto en el curso del año 1962, resultó ser un fracaso. Los intentos de Breedlove deberían perpetrarse un año más tarde, aquella ocasión con mejor producto, incorporando al vehículo un estabilizador y una rueda delantera movible.

1962: El 'Spirit of America' aterriza en Bonneville | FOTO: William A. Moore

En agosto del año posterior, Craig Breedlove tomaba de nuevo el mando de su máquina para esta vez sí, sentar la barrera de un récord máximo de la velocidad sobre la Tierra. El primer 'Espíritu de América' superaba sobre el lago salado de Bonneville las 400 millas de velocidad (653,71 kilómetros por hora), iniciando con ello la pelea por convertirse en el héroe más rápido circulando sobre tierra, si bien el éxito del conductor californiano no recibió tal reconociento.

Los meses siguientes se convirtieron en una etapa de 'plusmarcas' simultáneas. Para la FIA, la nave diseñada por el joven Craig carecía de valor automovilístico. Su razón se argumentaba en la realidad de que el auto de Craig circulaba sobre tres ruedas que giraban sin conexión con el propulsor, la citada turbina militar General Electric J-47.

Para la Federación de Motociclismo, sin embargo, los efectos del proyecto encabezado por Breedlove sí se consideraron válidos a todos los efectos, sancionando el récord como 'la meta de la velocidad en tierra', que desde aquel 5 de agosto se establecía en los 653,71 kilómetros por hora. Desde entonces, Craig Breedlove había sentado un precedente.

Agosto de 1963, Lago Salado de Bonnevile | FOTO: William A. More

Craig Breedlove prosigue cosechando hazañas

Con todo, no se consumó el fin en el currículo del piloto californiano. Un mes después, la marca lanzada del americano la rompía su mismo actor, su idéntico protagonista. El cinco de septiembre de 1963, Breedlove, entonces en sus 26 años de edad, mejoraba su marca pisando el acelerador hasta alcanzados los 665,8 km/h.

La carrera del velocímetro no tardaba en aparecer, con nuevos competidores coetáneos que se retaban de marca en marca por mejorar sus máximos récords. La pugna la iniciaban un puñado de hombres miembros de un brevísimo elenco capaz de retar al héroe del espíritu americano. El primero de ellos, Art Arfons, que empujaba por consiguiente la vuelta de Craig Breedlove a los asfaltos, al riesgo de la máxima velocidad, que le había definido como leyenda.

FOTO: William A. Moore

"Breedlove vuelve a marcar un hito: 842 kilómetros por hora"

La pluma del periodista Sam Lowe, escritor del rotativo 'Sports Car International Magazine', describía el retorno del Spirit of America: "A fecha de hoy, 15 de octubre de 1964. Craig Breedlove maneja el Spirit of America I volando a cada milla sobre el circuito de Bonneville. Y al tiempo que pone la aguja a 880 kilómetros a la hora, una llama de casi cuatro metros de largo sale por el escape de su enorme bólido. También una nube de sal blanca se dispara desde cada una de sus ruedas, sobre las que se apoya esta nueva creación californiana".

Proseguía, refiriéndose al honbre de noticia, "En la cabina, Breedlove presiona un botón para encender la carga que dispara el paracaídas, ubicado a su cola, a la cola de su máquina. Se percibe el aroma de la historia mientras el piloto trata de abrir el freno aéreo, pero al contrario nada ocurre, porque el paracaídas ha fallado".

1964, Lago Salado de Bonneville | FOTO: William A. More

Y sigue retratando: "Pasando el poste que indica que solo quedan 4,8 kilómetros de pista y con el velocímetro deslizándose a 736 kilómetros por hora, el piloto activa el paracaídas de emergencia, pero tampoco surte su efecto. Al llegar al final de la pista usa los frenos de disco, pero lo que ordena su pie no se transforma en su auto".

"Diseñado para resbalar con facilidad al paso del aire, el 'Spirit of America' continúa su carrera, fuera de todo curso, de todo cauce, sobrepasa un poste de teléfonos, salta sobre un terraplén que precede a una pequeña laguneta, y cae sobre ella dando arcos y tumbos cerrados. Por fin queda quieto, nariz abajo, hundido a casi dos metros de profundidad. De allí emerge Breedlove, ileso y con un nuevo récord bajo el brazo: este californiano ha subido la marca a los 842.0432 kilómetros por hora", finalizaba la crónica.

FOTO: William A. Moore

El auto de Breedlove fue rescatado. El libro 'Guinness de los Récords Mundiales' lo registró también por haber dejado las marcas de patinaje más largas de lo visto hasta entonces. Luego fue llevado al Museo de Ciencia e Industria de Chicago, donde a día de hoy pondrán presenciarlo en exhibición para el deleite de todos aquellos que sepan amar y apreciar la historia de la tecnología, y al mismo tiempo el hito de un hombre que año tras año seguía marcando una época.

Aquí tampoco concluyó su memoria. Breedlove continuó su empeño por mantenerse como el 'hombre más rápido de la Tierra' y lo intentó nuevamente entre 1964 y 1965 a bordo del Spirit of America-Sonic 1, dotado con una turbina de Phantom F-4, y en 1992 con el impresionante Spirit of America-Formula Shell LSRV, mejorando con ello sus registros personales hasta lograr los 966,57 km/h.

Fabricación del Sonic 1 | FOTO: William A. More

Con este último el norteamericano pretendía alcanzar la velocidad del sonido sobre tierra, una proeza tan ardua que aún no ha conseguido rebasar, aunque sí lo hiciera en 1997 Andy Green y con él la fuerza militar británica. Pero esto es otra historia. Con todo aquello, Breedlove abandonaba finalmente su empresa y a su vez a este su último compañero, que más tarde se convertiría en propiedad del millonario Steve Fossett, quien se encontraba rediseñándolo cuando desapareció en 2007.

Tal vez con él terminaron los sueños de Breedlove, y con ello una época humana y tecnológica de la alta velocidad que no ha encontrado símil alguno. Con ello puede que terminase la historia de este hombre, de un héroe que sin embargo, a sus 78 años, todavía no ha dado señales de haberse rendido.

Instantánea de Craig Breedlove tomada en el año 2013 (California) | FOTO: Robinson Kuntz
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Sobre el autor
Alejandro Mateos
Siempre del Salamanca, aficionado al fútbol y apasionado de la Fórmula 1. Redactor @F1_VAVEL, @Guijuelo_VAVEL y @SAC_VAVEL