12 días después de la tragedia, Dani Rivas descansó en paz. Con los suyos, con Moaña. Pues más allá de un excelente piloto al que la suerte no sólo le fue esquiva en la salida de Laguna Seca, era una persona que hacía mella. En familiares, en amigos, en paisanos, en conocidos y desconocidos, en compañeros y rivales. Un piloto que tenía absoluta pasión por su profesión. El piloto del pueblo.

"Soy de Moaña, chaval. ¿Sabes dónde queda? Es el mejor lugar del universo". Con ese tono aclamaba a su patria Dani allá por donde iba, llevando siempre en su orgullo su municipio, su tierra, Galicia, y su querido Celta de Vigo, cuyo escudo acompañó su casco hasta el último día. Un hombre de su tierra y de su gente. Como ya decía su padre, 'Willy', fue "la persona más feliz del mundo" durante sus 27 años de vida.

Al fin sus restos mortales descansan en el cementerio de Moaña junto a los suyos tras un día de homenaje que los moañeses jamás olvidarán. Un pabellón de Reibón lleno hasta la bandera fue testigo de una ceremonia extremadamente emocionante que tuvo a pilotos como Pol Espargaró, Aleix Espargaró o Julián Simón como invitados de excepción. El EasyRace, equipo de Rivas, estuvo también presente en el acto y algunos de sus miembros se encargaron de transportar el féretro.

Una ceremonia cuyo momento cúlmen tuvo lugar cuando el padre del piloto tomó las riendas para "saltarse las normas" y hacer una misa para el motociclismo. Los pilotos presentes dieron gas a la BMW de Rivas, haciendo resonar las paredes del pabellón y estremeciendo a las miles de personas congregadas. Era el momento de mayor emotividad y las lágrimas caían por doquier.

Miles de aficionados al motociclismo acudieron desde diversas localidades de España para despedir al piloto en su Moaña natal, un municipio de carácter humilde cercano a la ciudad de Vigo. Las Rías Baixas se convirtieron en un auténtico paraje de peregrinaje de locos de las dos ruedas desosos de dar una cálida despedida al último héroe caído. Esto hizo que la circulación del tráfico en el centro del pueblo se viera totalmente colapsada por tal acontecimiento que Moaña jamás había visto.

La pérdida del ídolo local ha supuesto el nacimiento de un mito. Un nombre que pasará de generación en generación como el hombre que llevó el nombre de Moaña y de Galicia por todo el mundo subido en una moto. El hombre que, en muchas ocasiones, no parecía un piloto profesional, sino una persona más. Tan común era verlo en el Frappo's tomando una cerveza con los amigos o yendo al circuito de motocross del municipio a entrenar para la próxima carrera.

Rivas pasará a la historia como el piloto que perdió la vida cuando intentaba cumplir un sueño en el extranjero. Tuvo que emigrar a Estados Unidos en busca del contrato de su vida en el AMA Superbikes y, en su primera carrera en el certamen, todo se fue al garete por las causas del azar. La pérdida del gallego, junto a la de Bernat, ha conmocionado al mundo del motociclismo que tanto conoce a los Márquez, Rossi y compañía, pero quizás no es consciente de que hay pilotos que se juegan la vida por cuatro duros. Y de forma literal.

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Sobre el autor
Rubén Gómez
Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona.