Decía el gran Ayrton Senna que no existe victoria sin sufrimiento. Suele decirse, en todos los ámbitos, que para lograr tu mayor sueño, en la mayoría de los casos, hay que pasar por muchos momentos duros, levantarse y aprender de los errores para hacerse fuerte en las virtudes. Dicha afirmación tiene una clara representación en la persona de Tito Rabat, el nuevo campeón del Mundo de Moto2.

El piloto catalán, de 25 años, ha logrado alcanzar la meta, ha llegado a la orilla tras muchos años remando, en ocasiones contra corriente. Al fin, tras mucho tiempo a la sombra de dos genios como Pol Espargaró o, sobre todo, Marc Márquez, el barcelonés está en la cima del Mundo. Es el hombre más feliz sobre la faz de la tierra. Es campeón del Mundo.

Rabat no ha tenido, ni mucho menos, una trayectoria sencilla en el motociclismo. Compitiendo siempre a nivel regional en Cataluña, le llegó la oportunidad de competir en el CEV en 2005 de la mano de Raúl Romero, que le ofreció una Honda 125cc para que demostrara sus dotes. Y así hizo, subiéndose al podio en Cheste en su primera toma de contacto. Eso le valió ganarse el derecho a debutar en la última carrera del Mundial, en Cheste, gracias a una invitación de la organización

Al año siguiente, Tito Rabat dio el salto definitivo al Mundial, con 17 años, favorecido por el paso de Aleix Espargaró a 250cc, dejando un hueco libre en el equipo BQR. Además, el debut de Rabat con el equipo fue 'en casa', en Montmeló, ante su familia y amigos. Fue un año de aprendizaje, en el que ya pudo sumar sus primeros puntos, al acabar en una fantástica 12ª posición en Malasia.

2007 debía ser el año de su progresión como piloto que le afianzara entre los 10 mejores de la categoría del octavo de litro. Esa misma temporada logró su primer podio, al terminar tercero en el Gran Premio de China, y fue un fijo en la zona de puntos durante todo el curso, terminando 11º en la general.

Años complicados en 125cc

Sin embargo, la progresión de Rabat se iba a estancar en los años siguientes. En 2008 y 2009 no consiguió buenos resultados, con un sexto puesto en Assen'2008 como mejor actuación. Sin duda, su alta envergadura era un lastre en una categoría con motos tan pequeñas, y el paso a la nueva categoría de Moto2 era la opción más clara. Sin embargo, decidió esperar y estar un año más en 125cc, en el que aspiraba a mejorar sus resultados.

Foto: pcmoto.net
Foto: pcmoto.net

Y así fue. Rabat consiguió por fin alcanzar la estabilidad y obtener una regularidad que, si bien no le permitió luchar por el campeonato con Márquez, Terol o Espargaró, le hizo subir dos veces al podio, en Jerez y Brno, y finalizar en una digna sexta plaza justo antes de afrontar el reto de Moto2, en el que tenía puestas muchas esperanzas por su estructura física determinada.

Progresión año a año en Moto2

La adaptación a la nueva categoría no fue, ni mucho menos, sencilla. En las primeras carreras, a lomos de la FTR, sufría para entrar en la zona de puntos, pero en la segunda mitad de año, con su brillante podio en Indianápolis, su rendimiento mejoró, consiguió resultados de forma regular y llegando a acabar la temporada en el top-10.

Esto le valió el paso al equipo de Sito Pons, como compañero de un viejo amigo, Pol Espargaró. Rabat dio un paso adelante durante este año, ayudado por contar con la estructura de un equipo puntero. Consiguió sólo un podio, en Motegi, pero sus resultados fueron muy regulares y consiguió acabar la temporada en la séptima posición.

El invierno de 2013 fue muy duro para Rabat. Tuvo que afrontar la pérdida de su madre, sufriendo un bajón psicológico evidente. Pero precisamente este aspecto le hizo más fuerte, le convirtió en la 'bestia' que es ahora. 2013 fue el año de la confirmación de Rabat, ganando su primera carrera en Jerez, y llegando a pelear el título con Espargaró y Redding hasta Australia, donde un error a mitad de carrera lastró sus opciones de poder haber llegado a Valencia con el campeonato en el aire.

2013 fue el año de la confirmación de Rabat

Con el de Granollers y el británico en MotoGP, 2014 era el año de Rabat. Todas las miradas y la presión estaban puestas sobre él, y no ha fallado. Ocho victorias avalan su evidente superioridad sobre el resto de la parrilla. Únicamente Kallio pudo seguir su ritmo en la primera parte del año, pero terminó hincando la rodilla con la racha de Rabat en el mes de agosto y septiembre.

El título mundial del catalán supone el triunfo de la perseverancia. Tras varios años decepcionantes y chocando con la misma piedra, Rabat consiguió la estabilidad necesaria para hacerse fuerte y coronarse como el mejor de la parrilla. Todo ello a base de humildad, trabajo, esfuerzo, y sobre todo, perseverancia.

El futuro de Rabat continuará ligado a Moto2. A falta de ofertas tentadoras de la clase reina, el catalán ha dado una muestra de madurez aceptando continuar un año más en la categoría intermedia, en busca de un segundo entorchado que le haga tener mejor bagaje y, quien sabe, un asiento más apetitoso para MotoGP de cara a 2016, año que se prevé de muchos cambios reglamentarios.