Los primeros coletazos de Álex Rins en el Mundial han pasado bastante desapercibidos en relación al rendimiento ofrecido por el piloto de Barcelona. La razón es muy sencilla: Rins nunca es noticia por causas extradeportivas.

Sin embargo, su progresión está siendo meteórica. No hace ni dos años que se proclamó campeón de España en lucha fratricida con su tocayo Álex Márquez, que se fue al suelo minutos después de la caída de Rins le pusiera en bandeja el título nacional.

Tal gesta apenas acaparó titulares en los medios, y muchos se sorprendieron cuando en su segunda carrera en el Mundial se quedó a las puertas de su primer podio al finalizar cuarto en Jerez. Un podio que llegaría dos GPs más tarde bajo el infernal diluvio de Le Mans.

Aquel éxito sobre el trazado galo dio paso a su peor racha de la temporada, ya que solamente consiguió puntuar en dos de las seis siguientes carreras. Se reencontró consigo mismo en la segunda mitad de año, donde exhibió una sorprendente regularidad gracias a la que, si bien no pudo defender el cuarto puesto de la general ante el británico Danny Kent, sí le permitió llevarse el gato al agua en la pugna por ser el 'Rookie del año' frente al italiano Romano Fenati, cuya temporada de debut fue notablemente más mediática.

Tampoco las quinielas para la presente temporada parecían hacer justicia a lo apuntado en la pasada campaña. Salvo contadas excepciones, la batalla por el título de la categoría pequeña se presentaba como un mano a mano entre Maverick Viñales y Luis Salom. Tampoco le importó. Como acostumbra a hacer en cada Gran Premio, llegó a los test de pretemporada sin hacer ruido y se fue de la misma forma. En medio, unos cronos que obligaron a los quinielistas a ampliar a tres la terna de aspirantes a suceder a Sandro Cortese.

Incógnitas resueltas

Llegado el parón veraniego, siete podios en ocho carreras adornan la hoja de ruta que presenta el catalán. Ni el fiasco de la caída en Jerez empaña sus logros. Eso sí, esa caída es la culpable de que 'sólo' vaya tercero en la general, porque tanto Luis como Maverick cuentan sus carreras por podios. Unos registros estratosféricos que hacen que un piloto con dos victorias, dos segundos puestos y tres terceros tenga a dos pilotos por delante en la general.

Rins se fue al suelo cuando colideraba el certamen después de las dos primeras carreras. Había arrancado el año consolidando su candidatura al título, logrando en Jerez su segundo podio mundialista al entrar tras Salom y Viñales. Sin decir esta boca es mía, llegó al trazado texano de Austin, donde era tan novato como todos los demás.

Y allí, el único sitio en el que sus dos rivales no le sacaban ventaja en forma de kilómetros recorridos, tampoco le sacaron ventaja en meta. Inscribió su nombre en los libros de historia, sin alardes. Su felicidad fue interior, y de su boca solo salían agradecimientos. En su día de mayor gloria deportiva hasta la fecha, solo tuvo palabras para otros.

Fueron los mismos a los que pidió perdón tras irse al suelo en Jerez, varapalo del que se repuso encadenando podios. Saldó Le Mans y Mugello con sendos segundos puestos -el lugar del podio que aún no conocía-, pero en Montmeló y Assen solo pudo ser tercero. Empezaron las críticas. Sí, tras cuatro podios consecutivos en su segundo año en el Mundial.

Un continuo aprendizaje

Nadie ya dudaba de su velocidad, pero comenzó a achacársele un excesivo respeto en los finales de carrera. Demasiada tranquilidad para una categoría tan frenética. Era cierto, sus rivales se habían aprovechado de esa debilidad, que le estaba costando un buen puñado de puntos. Cualquiera podría haber pensado que tales reproches harían mella en la moral de alguien tan joven. Nada más lejos de la realidad.

En Sachsenring se había mostrado como el más fuerte de los tres, pero no logró abrir hueco con sus rivales. Y cuando Salom -pletórico tras sus exhibiciones previas- pasó al ataque en los compases finales de carrera, todos pensaron que la segunda victoria de Rins se había vuelto a escapar. Qué equivocados estaban.

En un paso más en su evolución, Álex pasó al ataque en la mareante bajada del trazado germano, superando a Salom en una frenada memorable para lograr su segunda victoria, que festejó con un discreto caballito en la subida que conduce a la meta.

Fue precisamente el tipo de adelantamiento que se le venía pidiendo semanas atrás. ¿Por qué? Porque aunque el talento innato es esencial, los genios también se hacen. Escuchan las críticas, separando el grano de la paja. Es decir, haciendo oídos sordos a las críticas destructivas y asumiendo aquellas con vocación constructiva para no dejar de mejorar.

En ello está el bueno de Rins.Paso a paso y en silencio, sin más ruido que el de su KTM. Nadie sabe hasta dónde llegará el barcelonés, pero la humildad y el trabajo bien hecho suelen dar sus frutos. Y de eso Álex sabe un rato.