La categoría de Moto3 vivió dos temporadas en una. La primera parte del año tuvo un dominador común: superioridad de Danny Kent en prácticamente todos los Grandes Premios. El británico ganó cinco de las nueve primeras carreras. Además, subió al podio en todas ellas menos en Francia, donde acabó cuarto, aunque se puede considerar un triunfo, ya que arrancó desde la última plaza. 

Con esos resultados, Kent tenía el campeonato muy controlado al llegar al ecuador. Solo él podía perderlo. Tan solo debía ir sumando el mayor número de puntos posibles y no fallar en exceso. El inglés empezó a tirar de calculadora muy pronto. Lo aprovecharon sus rivales para luchar con asiduidad.

El nuevo Antonelli

Oliveira, Bastianini y Antonelli fueron los más beneficiados de la racionalidad de Kent. Sobre todo el último. Antonelli siempre se mostró rápido, pero le faltó constancia. Era más protagonista por las caídas que por los resultados. Hasta la carrera de Brno. El transalpino ganó en la República Checa y todo cambió. Cambió los revolcones por el podio.

Llegó Motegi y se mostró imparable. La carrera japonesa se vio recortada a solo 13 vueltas debido a la lluvia y la niebla con la que amaneció el circuito. En una prueba tan corta, la salida era crucial. Y Antonelli lo entendió. Salió como un tiro desde la primera curva y nadie pudo seguirlo. Solo Oliveira le presionó desde la distancia, pero el nuevo Antonelli no iba a perder esa carrera. Segunda victoria del año y un claro aspirante al título en 2016. 

Otro de los pilotos que dio un paso adelante fue Jorge Navarro. El español sumó su primer podio en Aragón y en Motegi quería repetir. Subió al tercer escalón del podio tras un regalo de Isaac Viñales, que se fue al suelo en la penúltima vuelta cuando giraba tercero. En cuanto al líder, Kent no quiso arriesgar con el asfalto mojado. Se lo tomó con calma y fue remontando posiciones hasta finalizar sexto. Tan solo le quedaban tres carreras para lograr el título.