Jorge Lorenzo regresa a uno de sus circuitos malditos. El piloto mallorquín nunca ha logrado ganar en Sachsenring desde que aterrizó en el campeonato en 2002. Tan solo en Austin, Argentina y MotorLand, todos más nuevos, se le han resistido al de Yamaha. Además, el curso pasado Lorenzo aterrizó en el trazado teutón recién operado de la clavícula, se fue al suelo y se le desplazó la chapa de titanio, restándole muchas opciones de ser campeón.
A lo anterior hay que sumar el mal año del tetracampeón del Mundo, que solo ha sumado dos podios en ocho carreras y la última estableció su peor resultado al cruzar la línea de meta décimo tercero. A pesar de ello, el balear se mostró muy fuerte en la primera jornada de entrenamientos. Dio un total de 23 giros y finalizó en tercer lugar, por detrás de Espargaró y Lorenzo, con un registro de 1:22.368, tres décimas peor que el primero.
El piloto de Yamaha, que todavía no tiene decidido su futuro, acabó muy contento, por las prestaciones de la M1 número 99: "Se ha ido bastante bien hoy. Hemos estado siempre entre los tres primeros. La moto está trabajando bien. Es más estable que en Montmeló y Assen, así en ritmo estoy bastante bien y la frenada es buena, aunque necesitamos mejorar algunos detalles para luchar por la primera línea".
Otro de los puntos claves que Lorenzo ha ido destacando a lo largo del curso es su condición física. "Físicamente estoy mejor que nunca, por lo que me siento fuerte", dijo el mallorquín. Con un Lorenzo al tope de sus capacidades y una Yamaha estable y con los reglajes a punto, el español puede volver a luchar por la victoria que se le resiste desde Valencia 2013.