Les pongo en contexto. Temporada 2004, un año de cambios, de transición en el Mundial de MotoGP, pero muy especialmente en la clase reina. No por modificaciones del reglamento ni asuntos por el estilo, que es lo que se lleva ahora, sino porque el piloto que lo había ganado todo, y que centralizaba todo MotoGP en torno a su persona, decidía emprender una aventura que algunos consideraron arriesgada, pero que poco después vieron como algo histórico. Sí, señores, Valentino Rossi dejaba Honda para irse a Yamaha. Cambio de aires y de emociones, porque el italiano dejaba una moto ganadora para irse a una máquina a la que se le había olvidado eso de triunfar.

Nos trasladamos a la segunda mitad de temporada de aquel año tan especial en MotoGP, concretamente al Gran Premio de Japón, que en esos años ya se corría en Motegi, como se hará este fin de semana. El Mundial llegaba, contra algún que otro pronóstico, controlado por Valentino Rossi, que tenía a su máximo rival, Sete Gibernau, muy cerca en la clasificación general. De momento el duelo de Rossi contra las Honda oficiales (en manos de Gibernau, Biaggi y Barros, entre otros) se había decantado en favor del italiano, pero todavía quedaba mucha tela que cortar.

Las Honda de Biaggi y Gibernau sucumbieron ante Rossi. | Fuente: corriere.it

Un extraño se aprovecha del caos

Mientras tanto, un outsider había hecho su aparición en el Mundial la pasada temporada. Llegaba de Japón, tierra en la que se disputaba la carrera ese fin de semana, y su nombre era Makoto Tamada. El piloto de Ehime había disputado su primera temporada en la máxima competición en 2003, con un equipo completamente japonés que corría bajo el nombre del Pramac Racing. Sin hacer mucho ruido, Tamada logró un podio en Brasil como mejor resultado, y acabó décimo en el campeonato, lo que le valió para que Sito Pons le llamara para correr en el Camel Honda Pons en 2004.

Muy pocas carreras se deciden pocos segundos después de apagarse el semáforo, y la de Motegi fue una de las que casi quedó dilucidada. John Hopkins no lograba encajarse en la primera curva, y protagonizó una caída múltiple en la que se vieron involucrados algunos rivales directos de Rossi en la lucha por el título. De ese tumulto escapó un samurái, Tamada, que vio en este descontrol la oportunidad perfecta para deleitar a su Emperador con un triunfo de un piloto japonés en Motegi.

Valentino sacó la calculadora

Rossi no quiso desaprovechar la ocasión tampoco, y lideró la prueba durante los primeros giros, pero Tamada estaba corriendo con el corazón, y eso le dio fuerzas para poner en jaque al italiano. Con la intención clara de sentenciar el título en la casa de Honda, Rossi tuvo que ceder ante el orgullo del piloto nipón, y el de todo su país. El de Tavullia, sabedor de que 20 puntos eran mejor que cero, no molestó a Tamada en exceso, y dejó que este se marchara rumbo a su segundo triunfo de la temporada (tras Río) y de su carrera deportiva.

El Emperador Akihito, o como dicen sus camaradas Su Majestad Imperial aplaudía el instante en que Makoto Tamada llevaba su Honda a lo más alto del podio en Motegi. Valentino Rossi sentenciaba un campeonato que no se le escaparía en una de las carreras con menos historia de la temporada, en gran parte por la acción de Hopkins en el primer giro. El público estallaba en júbilo al ver que Shinya Nakano, con la Kawasaki, completaba el podio de la carrera en casa.

Las ganas de Tamada pudieron con un Rossi que pensó en el Mundial. | Fuente: MotorcycleUSA.com

Sete Gibernau se despidió del título

Sete Gibernau, que tuvo uno de los peores fines de semana de la temporada, sólo pudo ser sexto, entregando una buena cantidad de puntos a su máximo rival. Carlos Checa y su Yamaha concluían en sexto lugar, mientras que un novato Rubén Xaus lo hacía en el noveno puesto. Aquel día el país del sol naciente volvió a vibrar con la victoria de uno de los suyos, y Makoto Tamada encandiló el corazón de su emperador. Cumplió su misión.