Martes, 20 de enero de 1987. Aquel día, en Cattolica te vieron la cara por primera vez. Tus padres, Paolo y Rossella, dieron la bienvenida al mundo a su primer hijo. Con los años fuiste creciendo, y mucho. Ay, Marco, cuántos quebraderos de cabeza te trajeron tus 183 centímetros de estatura. Eras desgarbado, inconfundible al andar. Y aquella cabellera. Una irrepetible mata de pelo que se peleó con no pocas gorras.

Viernes, 23 de agosto de 2002. Circuito de Brno. Gran Premio de la República Checa. Allí diste tus primeros pasos en el mundial, en el mismo escenario donde seis años antes tu amigo Valentino Rossi había conseguido su primera victoria.

Domingo, 2 de mayo de 2004. El Circuito de Jerez te vio subirte al podio por primera vez. Y no a cualquier escalón, sino al más alto. Tu primera victoria. Aquel tercer año en 125cc no te trajo grandes éxitos, pero pronto descubrirías que tu físico no estaba hecho para esas pequeñas motos. 2005 sería tu último año en el cuarto de litro, una temporada que finalizaste en quinta posición y con un total de seis podios. Lo mejor estaba por llegar.

Domingo, 19 de octubre de 2008. Aquel día conseguiste tu undécimo podio del año, un tercer puesto en Sepang. Y con él, el título mundial de 250cc. Era tu tercera temporada en la categoría intermedia y, a pesar de no haber conseguido grandes resultados durante 2006 y 2007, no dejaste de luchar hasta llegar a lo más alto. El año siguiente te quedaste defendiendo el título, pero sin cambiar tu 58 por el 1 que se ofrece a los campeones. Sin tu 58 no eras tú.

Domingo, 11 de abril de 2010. El día de tu debut en la categoría reina. El tercer puesto conseguido en el campeonato de 250cc durante el año anterior, además de los diez podios y el campeonato de 2008, fueron aval suficiente para subir a MotoGP. Fausto Gresini te dio la moto con la que dejaste asombrado al mundo. Un estilo diferente a todos los demás, una pelea constante con la Honda en la que ambos ganabais. Una manera única de conectar con la máquina.

Domingo, 14 de agosto de 2011. Llegabas al ecuador de tu segunda temporada en MotoGP con todos los ojos puestos en ti. El motociclismo tenía una relación de amor-odio contigo, muchos admiraban tu manera de hacer las cosas mientras que otros tantos la condenaban. Pero aquel 14 de agosto en Brno demostraste que tus formas eran efectivas. Allí donde habías debutado nueve años atrás, conseguiste tu primer podio en la categoría más importante del campeonato.

Domingo, 16 de octubre de 2011. Dos meses después del primero, vino uno más. La carrera celebrada en Australia te alzó al segundo puesto, tu segunda vez en el cajón de MotoGP. Nadie imaginaba que sería el último destello de una estrella en nuestro mundo.

Domingo, 23 de octubre de 2011. El circuito de Sepang acogía por décimo tercera ocasión el Gran Premio de Malasia. Quizás ese número, considerado por muchos como señal de mal augurio, adquirió aquel día una connotación aún peor. La que empezó como una jornada más de carreras no estaba destinada a pasar desapercibida, sino a convertirse en un recuerdo marcado a fuego en los corazones de miles de aficionados al motociclismo. En aquel circuito, donde te habías proclamado campeón del mundo, el motociclismo perdió una pieza.

Foto: Zimbio

Jueves, 23 de octubre de 2014. Ya han pasado tres años. Todos te echamos de menos. Seguimos disfrutando y protegiendo tu deporte, por ti y por todos los que se merecen ser recordados. Tu recuerdo es, precisamente, lo que nos empuja hacia delante. Lo que tú nos enseñaste es lo que aplicamos en cada paso que damos, en cada curva de cada circuito del mundo. Nos demostraste que la vida no merece la pena si no la dedicas a ser feliz.

Hace 1096 días que el mundo te perdió, pero el cielo te ganó. Entre nubes y estrellas, a camino entre el sol y la luna, hay una Honda que derrapa y sigue haciendo las delicias de todos los que algún día también nos dejaron. Porque tú, querido Marco, nunca has abandonado el motociclismo.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Carmen Marín Jiménez
La vida como el motociclismo: a 300km/h y disfrutando.