Valentino Rossi es un piloto sinigual. No habrá nadie como él, ni siquiera prototipos genialmente creados como Marc Márquez. Rossi es único en su especie. Y ese carácter propio lo ha heredado este año, con un rendimiento que nadie esperaba. El próximo año Rossi cumplirá 36 años, una cifra que en otra tesitura invitaría a la cautela, pero que después de lo visto en la pista arroja una conclusión certera. Valentino Rossi ha vuelto, y lo ha hecho para ser Campeón del Mundo.

Lo que ha generado Marc Márquez esta temporada alrededor de su persona es algo que difícilmente podremos volver a ver en mucho tiempo, y si alguien es capaz de repetir algo parecido ese es el piloto de Cervera. Tan evidente ha sido su paseo por la clase reina del Mundial de MotoGP, como arrolladora ha sido la forma en que ha humillado y abusado de cada uno de sus rivales. Algunos han terminado más fastidiados que otros, pero la esencia es la misma. Marc los ha borrado del mapa.

Una de las consecuencias más importantes, sino la de mayor relevancia, es que el rotundo éxito de Márquez ha minimizado otras cosas que han sucedido este año en la categoría reina, igual o hasta más positivas que la doble corona del piloto español y sus infinitos récords individuales. Se trata del regreso del mejor piloto de la historia del motociclismo, al menos hasta nuestros días. Porque la temporada 2014 ha servido para que muchos de los aficionados a las motos volvieran a levantarse de su sofá y vibrasen con el verdadero icono de este deporte, Valentino Rossi.

El piloto italiano ha despertado del letargo que supuso para él su etapa en Ducati. Los cambios estructurales que ha introducido en su equipo, así como la concienzuda preparación física y mental que ha realizado de cara a la temporada han sido el mejor analgésico para curar la resaca ducatista y su dubitativo primer año en Yamaha. Todo ello ha supuesto una recompensa, y es que ‘Il Dottore’ ha recuperado su licencia médica, con la que está listo para volver a pasar consulta.

Lo que ha conseguido Valentino esta temporada es sin duda la mejor sorpresa con la que el Mundial podía encontrarse. A sus 35 años de edad, el de Urbino ha recuperado su juventud, y sobre todo su apetito ganador, algo fundamental para afrontar la temporada que viene en plenitud de facultades y garantías.

Una larga travesía por el desierto

Dicen las sagradas escrituras que Jesús estuvo 40 días en el desierto, evitando las tentaciones que el diablo le presentó a lo largo de su camino. Pues bien, el viaje de Rossi por terreno inhóspito ha sido mucho más largo, y sin posibilidad de acceder a ninguna tentación. Este comenzó a finales de 2010, cuando el transalpino anunció su marcha de Yamaha para enrolarse en el equipo oficial Ducati, lo que desató la locura entre los tifosis italianos. Su mejor piloto a los mandos de una moto italiana. No se podía pedir más.

Sin embargo, la incertidumbre merodeaba peligrosamente esta maniobra del 46. La moto de ‘Borgo Panigale’ sólo había sido domada por Casey Stoner, mientras que el resto había fracasado en el intento. Además Rossi venía de sufrir la peor lesión de su carrera deportiva, cuando se rompió la tibia y el peroné en Mugello, su casa. En ese tiempo, Jorge Lorenzo y Casey Stoner parecían haberle tomado la medida, y todo ello creaba una bola con la que Rossi tendría que cargar desde el momento en el que se enfundase su mono rojo.

Al final lo que sucedió es que Rossi vivió sus dos peores años desde que llegó a la élite del motociclismo mundial. En dos temporadas subió sólo tres veces al podio (dos de ellas bajo el aguacero de Le Mans), y fue incapaz de encontrar el rumbo con la Desmosedichi, que finalmente pudo con el mejor de todos los tiempos. Rossi necesitaba un cambio radical, y volvió a Yamaha, donde mejor se había sentido y el lugar idóneo para volver a lo más alto.

Reencuentro

La vuelta de Rossi a la fábrica de los tres diapasones fue un éxito desde el principio. En la primera carrera de 2013, el italiano subió al podio en el G.P de Qatar, sólo superado por su compañero de equipo, Jorge Lorenzo, y derrotando a las dos Honda oficiales, en manos de Marc Márquez y Dani Pedrosa.

El nueve veces campeón del Mundo subió al podio en seis ocasiones, aunque la mejor carrera tuvo lugar en el templo del motociclismo, La Catedral. Rossi volvió a ser el que dejó de ser un tiempo atrás, y se hizo con un incontestable triunfo en el G.P. de Holanda, por delante de Márquez, que esa temporada se proclamaría campeón.

En Assen 2013, Valentino volvió a saborear la miel del triunfo. | Fuente: AFP

Sin embargo, todavía le faltaba dar un paso más al italiano. En muchas carreras su lucha fue lidiar con pilotos que no gozaban de un material tan bueno como el suyo, como Álvaro Bautista o Cal Crutchlow, y lejos de los tres españoles. El rumor de una posible retirada también estaba ahí, pero a Rossi no le tembló el pulso, y avisó que, después de un año de adaptación a la Yamaha, volvería a dar guerra.

El retorno del Rey

Y llegamos a 2014, la vigente temporada, que en Valencia tocó a su fin. Todo empezó igual que el año anterior, con un segundo puesto de Rossi en Losail, pero esta vez tras una batalla hasta la extenuación con el campeonísimo Márquez, que al final pudo con el italiano. Atrás quedaba Dani Pedrosa, mientras que Lorenzo asistía con recelo, y desde la grava, el resurgir del 46.

La gira americana no le sentó demasiado bien al de Yamaha, ya que en Austin se encontró con un neumático defectuoso, mientras que en Argentina no pudo seguir el ritmo de los tres españoles. Pero llegó Europa, y con él los mil y un motivos con los que Valentino Rossi cumplíría su promesa de regreso. Enlazó podio tras podio, sólo superado por un Marc Márquez que estaba en otra galaxia, pero comiéndole la moral a su compañero de equipo, que veía como la silueta del 46 se iba difuminando carrera tras carrera. Algo estaba cambiando.

Rossi enlazó podio tras podio, sólo superado por un Márquez en estado de gracia

Pero la locura aún no había hecho acto de presencia. Si el año anterior Rossi eligió Assen como el escenario de su reencuentro con la victoria, en 2014 el objetivo fue mucho más ambicioso. El circuito de Misano, al lado de Tavullia, y delante de todos los tifosis. El fin de semana fue perfecto, con un segundo puesto en parrilla, pero con muchas opciones de luchar por la victoria.

En la salida Lorenzo se puso en cabeza, y Márquez trató de superar a Rossi en más de una ocasión, aunque se encontró con un cambio repentino en el guión, y es que el 46 le devolvió la maniobra una y otra vez. Valentino estaba encendido. Esa excitación le llevó hasta Lorenzo, a quien superó sin miramientos. Su problema seguía siendo Márquez, que también se deshizo de Lorenzo sin problemas. Rossi tiraba pero Márquez resistía, aunque parecía que le estaba llevando al límite. El de Cervera no había sentido esta sensación en toda la temporada, y pagó su exceso de ambición yéndose al suelo.

Rossi se quedó solo, y cabalgó sobre su M1 hasta la victoria, momento en el que el Circuito Intenarcional Marco Simoncelli se vino literalmente abajo. Ese día todo el universo era un poco más feliz, porque Rossi había ganado. El público invadió la pista y se rindió ante su piloto. Ese era el golpe sobre la mesa que todos esperábamos, hasta el propio Rossi.

El triunfo le dio alas para el resto de la temporada, si bien no pudo hacer nada por evitar el segundo título de Márquez, que en la primera mitad de año dejó esa contienda prácticamente sentenciada. La lucha de Rossi se centró en el subcampeonato, donde Lorenzo apretaba, merced a sus dos triunfos consecutivos en Aragón y Motegi. En Australia Rossi volvió a ganar, y derrotó a Lorenzo, agradeciendo el error de Márquez, pasado de ambición ese fin de semana.

Márquez lo arruinó todo

Aunque todos reconocen el mérito de Rossi esta temporada, lo cierto es que sus hazañas han quedado en un segundo plano por culpa del campeón Márquez, que ha completado una temporada estratosférica. Son muchos los que hemos apuntado que, sin Márquez en la lucha, Rossi habría sido campeón.

Y como en periodismo de poco sirve la percepción de uno, prefiero apoyar esta cuestión con datos. Si Marc Márquez no hubiese competido en 2014, Rossi habría sumado la friolera de 350 puntos, su cuarta mejor puntuación en MotoGP, y que le habría bastado para recuperar su corona. Además, habría cosechado siete victorias y quince podios, unos números de fuera de serie.

Marc Márquez ha sido el único gran problema de Valentino Rossi. | Fuente: autonews

En cuanto a sus rivales, Jorge Lorenzo finalizaría segundo, con 299 puntos, a 51 de su compañero, o lo que es lo mismo, más de dos carreras de diferencia, por lo que Rossi podría haberse proclamado campeón en Phillip Island. En cuanto a Pedrosa, se quedaría en 296, a 54 del italiano.

El secreto de su rejuvenicimiento

Son muchos los motivos con los que se podría explicar el ascenso de Rossi esta temporada. Sin querer pormenorizar ninguno de ellos, uno de los más destacados ha sido el cambio que ha sufrido su staff técnico. Tras trabajar toda la vida con Jeremy Burguess, el 46 lo cambió por Silvano Galbusera, que había trabajado con Melandri en el WSBK. La apuesta le ha salido fantástica, y Rossi ha vuelto a ser competitivo, y su sintonía con Galbusera es total.

Otra de las claves está en la mentalidad del propio piloto. Aunque este año haya callado muchas bocas con el tema de la edad, lo cierto es que las prioridades cambian cuando tienes 21 años a cuando alcanzas los 35, y eso le beneficia mucho a Rossi. Ahora está corriendo para divertirse, es consciente de que Márquez este año ha estado a otro nivel, cosa que otros han tardado en ver, y eso le ha servido para centrarse en su lucha, con su correspondiente premio.

El problema es que Rossi, que ahora se ve capaz de todo, está volviendo a sentir el cosquilleo de batir a Márquez. Lo ha hecho en alguna ocasión, y en otras se ha quedado cerca. La mejora de Yamaha será fundamental en este sentido, pero todo el mundo cuenta con Valentino para el año que viene, y no por el genial piloto que es, sino por los méritos que ha hecho este año.

Se ha adaptado a los tiempos que corren. Ha cambiado su pilotaje, su planteamiento del fin de semana, y también su preparación. En este sentido, los entrenamientos en su rancho, junto a sus pilotos del SKY VR46 de Moto3 y su academia le han sentado como anillo al dedo en lo que a rejuvenecimiento y ganas se refiere.

Rossi se ha adaptado como nadie a los tiempos que corren

La Décima

A todo esto hay que unir la más que previsible obsesión de Rossi por lograr su décima corona. Si bien es cierto que no tiene presión aparente en este aspecto, lo que nadie duda es que, después de su crecimiento esta temporada, la idea va a tener más presencia en su cabeza este invierno.

Una tarea ardua y complicada, al alcance de muy pocos. Sólo los elegidos están capacitados para poder afrontar un desafío de este calibre. Y Valentino Rossi es más que un elegido, es el mejor de la historia. Hay que cambiar esa última frase, ya que sólo el mejor de todos los tiempos puede completar proeza, y ese es Rossi. Eterno como ninguno, alabado por todos y con más hambre que nunca. El Doctor ha vuelto.