El síndrome compartimental ha dejado huella. Y no buena, precisamente. Un enemigo silencioso que ya ha calado esta temporada. Menos de medio mundial computado y tres pilotos han tenido que pasar por quirófano: Dani Pedrosa, Pol Espargaró y ahora Héctor Barberá.

En la actualidad, por fortuna, hay medios para combatirlo. Aunque no siempre se solventa del todo, algo que a Dani Pedrosa le ha tocado vivir. En el año 2004 lo conoció por primera vez, en su paso de 125 a 250cc, pero en Qatar se produjo el mayor susto de todos, cuando los rumores de su posible retirada retumbaban en la cabeza de cualquier aficionado a las motos. El dolor de sus antebrazos le hacía incompatible el competir, pero sacó el coraje que tanto inunda este deporte y demostró que el límite lo impone uno mismo. Lo hizo en Le Mans, el escenario que, irónicamente, retiró a Alberto Puig.

Pero, ¿qué es el síndrome compartimental? Ocurre cuando la fascia, una especie de funda que envuelve el músculo, se queda pequeña, provocando que éste se dilate cuando se ejercita. Como explica el doctor Ángel Villamor, que ha operado entre otros muchos al propio Pedrosa, si la fascia no se expande como debería asfixia el conjunto de fibras y vasos sanguíneos que componen el músculo apareciendo el súbito dolor que comentan todos los pilotos. Los síntomas son algo más claros: hormigueo, calambres, debilidad y un dolor agudo similar a cuando se monta un músculo. Como consecuencia, la zona afectada pierde fuerza y deja de funcionar.

En cuanto a por qué afecta a la gran cilindrada es sencillo. Debido a que en las aceleraciones la inercia empuja violentamente el cuerpo hacia atrás, para mantener la posición ideal y no salir despedido de la moto, los pilotos se ven obligados a traccionar los dedos produciendo una gran tensión sobre la musculatura de los antebrazos. Cabe añadir la tensión que de por sí ya se vive en un gran premio y todas las pericias que conlleva una carrera. A medida que los pilotos avanzan y pasan a pilotar cilindradas superiores la incidencia es más alta, motivo por el cual se ha convertido en antagonista de la categoría reina. Lo peor, quizás, sea su silencioso manifiesto. Puedes venir de hacer unos entrenos normales durante el fin de semana, incluso de hacer la pole, que puede darte en plena carrera. El legendario Freddie Spencer lo sabe, cuando le llegó de improviso en el mítico Jarama en el mundial de 1986.

Desde los 80 hasta hoy sigue dando el mismo quebradero de cabeza, si bien en nuestros días hay vías para solucionarlo. La lista de sus afectados es larga y, al contrario de lo que se pueda pensar, se expande en todas las modalidades de las dos ruedas: Iván Cervantes, Carlos Campano, Toni Elías, Fonsi Nieto, Efrén Vázquez, Aleix Espargaró, Sandro Cortese, Dani Pedrosa, Jorge Lorenzo, o Pol Espargaró.

El último caso llega esta misma semana de la mano de Héctor Barberá. Después de varias carreras con malestar en su antebrazo derecho, el piloto del Avintia Racing fue operado con éxito en el Hospital Universitario Quirón Dexeus de Barcelona. Aunque fuera de la escena médica pueda parecerlo, el procedimiento quirúrgico (que a Barberá le llevó 70 minutos) no es tan cruento como parece: consiste en eliminar ese estrangulamiento de las fibras musculares a través de varias incisiones, normalmente cuatro, en las vainas que presionan los fascículos musculares. El trabajo duro llega después, ya que requiere de una rehabilitación inmediata que además el piloto necesita para incorporarse lo más rápido posible a la competición.

El síndrome compartimental ofrece otra cara más negativa. A pesar de la facilidad y la rapidez de su intervención, el éxito no está del todo asegurado. Además, no se han encontrado todavía medios efectivos para prevenirlo, aunque se conoce que es más frecuente en motos agresivas que ejercen una fuerte aceleración y frenada. Los pilotos se encuentran ante una incertidumbre donde tienen que dejar todo a la suerte, la misma con la que luchan carrera a carrera.