Marc Márquez vence en la madre de todas las batallas

Mucho se había hablado en la previa de la carrera de Phillip Island de la importancia de la misma. El trazado australiano, de caracaterísticas únicas en su especie, suele ser decisivo en los años en los que el campeonato llega a la isla predilecta de Doohan y Stoner con todo por decidir. En esta ocasión, no aclaró el nombre del campeón, pero regaló una carrera que pasará a la historia por ser una de las mejores del siglo. Si no la mejor.

Márquez, Lorenzo, Iannone y Rossi. Un cuarteto de oro para otorgar un brindis a todos los aficionados al motociclismo. La mayoría, siguiendo la carrera en horas intempestivas desde Europa. Esta vez sí mereció la pena, como siempre en los últimos tiempos. La guerra por la corona de la velocidad entre Rossi y Lorenzo con dos más que incómodos compañeros de viaje. El cartel prometía, pero las expectativas se superaron con creces.

Fue el Márquez de las grandes ocasiones. El que, según muchos, nunca dejó de estar presente aún con los problemas en el chasis y las lesiones. El Márquez agresivo, que nunca se rinde y que le salen las cosas. Si en Japón el juez fue Pedrosa, en Australia lo ha sido el ilerdense. 11 puntos separan a Rossi y Lorenzo a falta de dos pruebas. El balear no depende de sí mismo y buscará la ayuda de las Honda; Rossi deberá aguantar como lo ha hecho todo el año.

Iannone estropea el plan de salida de Lorenzo

Lorenzo tenía un plan, y era el de siempre. Para qué cambiar la única forma en la que ha demostrado ganar esta temporada. Salir, tirar y vencer. Pero esta vez no iba a ser así. Y no fue Márquez quien lo impidió, sino un rebelde Iannone que desde la primera vuelta dejó claro que hoy iba a ser su día. Hoy iba a inmiscuirse en la batalla de los gigantes. Porque él, líder indiscutible del proyecto a largo plazo de Ducati, pretende ser un gigante en su tiempo.

El de Ducati, ayudado por una escandalosa velocidad punta, evitó que Lorenzo pusiera la directa en las primeras vueltas, como tantas veces ha hecho esta temporada. El balear tuvo que madurar el adelantamiento con mucha más paciencia de lo que está acostumbrado, hasta que al final lo consiguió. Dejaba la patata caliente a Márquez -el hombre con mejor ritmo en los entrenamientos- y a Rossi -su rival por el título. Como sucedió con el 99, Iannone no se iba a rendir.

En la línea de sus enfrentamientos en Le Mans y Mugello, Márquez e Iannone volvieron a deleitar a los presentes en Phillip Island. El de Honda salió airoso sin perde mucha comba con el líder (1,5 segundos) y Rossi, sin hacer tanto ruido en sus maniobras como el de Cervera, también sacó adelante su compromiso. Parecía que se restablecía el orden. Era la vuelta 10 y Lorenzo, Márquez y Rossi ocupaban las posiciones de podio. ¿Esto se había acabado? Ni mucho menos.

La velocidad punta de la Ducati, clave

Márquez impuso la lógica de su mejor ritmo, comenzando a recortar décima a décima la distancia con Lorenzo hasta limarla al máximo. Rossi, por su parte, se agarraba a la rueda del aún vigente campeón con esperanzas de dejar atrás al 'incordio' Iannone y poder aspirar a la victoria. Pero ni una cosa ni otra. Rossi no tenía ritmo para pelear el triunfo y sus miradas comenzaron a estar puestas detrás. Iannone le pasaba una y otra vez en la recta, teniendo Valentino que maniobrar en las técnicas curvas australianas para no ceder terreno.

La lucha de italianos dejó el camino libre a Lorenzo y Márquez, que no se molestaban. Fue en ese momento cuando Rossi dejó hacer a Iannone, confiando en su ritmo. Subestimado durante muchas vueltas, el joven trasalpino comenzó a volar en pista y alcanzó a Márquez, que había cedido algo de terreno con el líder. Y ahí comenzó el 'show'. Y no terminaría hasta la mismísima última curva.

Iannone empezó a creer en que podía ganar la carrera y se lanzó a tumba abierta en un duelo sin cuartel contra Marc Márquez. El español respondió directamente a todos los ataques de su rival, haciendo, de nuevo, que Lorenzo tuviera una ventaja en torno al segundo sencilla de manejar para un piloto frío como él. Rossi, hasta a falta de tres giros, se mantuvo al margen de la frenética pelea entre la Honda y la Ducati.

Pero tenía que pasar a la acción. Las cuentas no le salían y el temor a que Lorenzo se le acercara a seis puntos le pudo. En un 'dejá vu' del episodio de Aragón con Pedrosa, Rossi decidió dejar de lado la cordura y pasar a la locura. Entró en el juego duro de Iannone, con unas dos últimas vueltas antológicas entre ambos. Márquez, que había salido vencedor del duelo con el de Ducati, parecía tener asegurado el segundo puesto. Cuando ocurrió lo que nadie esperaba.

En un ejercicio, quizás, de excesiva relajación, Lorenzo se dejó remontar una distancia de casi un segundo con Márquez en el último giro. El genio de Cervera sacó a relucir su mejor versión en todo el año y soltó el hachazo definitivo a falta de dos curvas. Lorenzo, que podía haber salido muy reforzado y dependiendo de sí mismo, se iba de la carrera de nuevo con la sensación de poder haber sacado más tajada de la situación. Al menos, Iannone le birló el podio a un Rossi que tiene mucho que agradecer a Márquez.

El quinto puesto, lejos de la cabeza, fue para un Pedrosa que fue de más a menos. Sus dos primeros giros fueron una declaración de intenciones, llegando a rodar tercero, pero no tenía ritmo. Tuvo que aguantar incluso la presión de un grandísimo Viñales, sexto en su mejor carrera en la clase reina. Mucho peor le fue a Dovizioso, perdido en la 14ª plaza y a medio minuto de su compañero de equipo. Para hacérselo mirar.

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