Valentino Rossi, Marc Márquez y una chicane de victoria. Qué duelo tan magnífico. Una hazaña de historia. Y qué cambiante MotoGP. Del póker de Lorenzo, de triunfos solitarios a la par que cantados, a un final de vértigo. Qué menos cabía de esperar de los protagonistas. Dos egos de talento destinados a la convergencia. Una vez más. Esta vez en Assen, la pista más mítica del calendario. Como el mito que van creando ambos.

Primera vuelta del GP de Holanda/Foto: Box Repsol
Primera vuelta del GP de Holanda/Foto: Box Repsol

Era una pista además para encontrarse. Lo hizo Valentino tras el pase de Ducati, dos años atrás, y lo hizo ese día Márquez. Renacido. De vuelta en sintonía con la Honda. Se apagó el semáforo y ambos se marcaron el camino. Distintos, pero con el mismo objetivo. Impuso un ritmo fulgurante el italiano, tan rápido se sentía que salía desde la pole, dejando atrás a Lorenzo pero no al de Cervera. Éste, desde la segunda línea y con el chasis del pasado año, se abría paso en guerra contra el crono. Y así, como si nada, se pegó al colín de Rossi.

Empezó el baile de gigantes. Toda una réplica. Si uno hacía vuelta rápida, el otro le contestaba después. Y en tiempos por debajo del récord del circuito. Tal era el recital. Un tú a tú tan intenso que sólo ellos podían seguir. Es lo que más les gusta a ambos. Márquez volvía a ser Márquez, se impuso el piloto a la máquina, al fin cómodo como hace mucho. Inspirado esperó el momento. Mientras estudiaba al maestro, sus trazadas, calcándolas, para luego obrar el golpe de gracia.

Rossi y Márquez rodando juntos en Assen/Foto: Box Repsol
Rossi y Márquez rodando juntos en Assen/Foto: Box Repsol

Y llegó a siete vueltas del final. Se cansó de esperar y el de Honda se puso en cabeza. Pilotó con ganas y eso se notaba. Pero Valentino tenía las mismas y a tres giros llegó la respuesta. Adelantamiento por el interior. Precioso. Pero el cuento aún no había acabado. No podía acabar así, siendo ellos tan dados a la sorpresa. Y se hizo la épica. Márquez imaginó uno de esos imposibles, que suele realizar al final, colándose en la última chicane de entrada a meta. Era uno de esos huecos en los que sólo puede creer él. Pero iluso, se olvidó de que Valentino es perro viejo.

Tan justa era la maniobra que Honda y Yamaha acabaron chocando, un roce mínimo por la resistencia de ambos, choque que salvó con inteligencia el más sabio de la parrilla. Por la acción de Márquez el italiano no tuvo otra que pisar la grava, pero todo coraje salió ileso del desencuentro. Se saltó la curva, no viéndose con otra opción, para llevarse la victoria. Una que resonará siempre. Es a lo que acostumbran éstos dos magos.

Última chicane de Assen/Foto: Box Repsol
Última chicane de Assen/Foto: Box Repsol

Fue el tercer triunfo, el 111 de su carrera, de un Valentino que no había bajado aún del podio. Diez puntos le separaban de su oponente al décimo, acabando Lorenzo en tercer lugar y enterrando sus fantasmas. Peor le fue a Pedrosa, octavo, solventando una lesión junto al problema de frenos que sufrió su moto. Contenido, ocupó Márquez pues el segundo cajón, subiendo a él con una sonrisa recelosa que bien escondía una lección recién aprendida. Il Dottore y sus enseñanzas

VAVEL Logo
Sobre el autor
Esperanza Murcia
Amante del Motociclismo. Contándote el arte de las dos ruedas en Vavel.