Austin es sinónimo de música en directo, de calma, de desierto, pero sobre todo de motor. Sin ir más lejos, este fin de semana el Circuito de las Américas, sede final de la gira americana, ha batido el récord de asistentes a un Gran Premio en Norteamérica. Y no es para menos, pese que el fin de semana ha sido bastante monótono en todas las categorías, fue durante el plato fuerte de la cita texana en la carrera de MotoGP, cuando sucedió lo impensable pero sobre todo, el gesto final hizo que el motociclismo recuperara momentáneamente la esencia perdida del mundo de las dos ruedas.

Con un Mundial de MotoGP que durante las últimas citas del pasado año estuvo en sus peores días que se recuerden, convirtiendo un certamen que durante años ha sido ejemplo de convivencia entre afición, donde los colores solo era representativos jugando en un segundo plano del verdadero motivo por el que se llenaban las gradas, recordaba cada vez más el holliganismo característico del fútbol. No se entrará en los motivos que llevo a eso, ya que se considera que nadie tiene la culpa al cien por cien, pues depende de varios factores, tanto externos como internos, de todo lo que rodea al Mundial.

Durante la carrera Dani Pedrosa batallando con Andrea Dovizioso a final de meta, apuró la frenada haciendo que la Honda tuviera serios problemas para mantener la estabilidad sobre el asfalto, yéndose al suelo, golpeando la parte trasera de la Ducati, con un Dovizioso retirándose finalmente. Lo más llamativo no fue eso, sino lo que vino instantes después.

Foto: Bongarts

El pequeño samurai dio una lección de valores pero sobre todo de respeto y educación, pero el gesto fue más que considerable en una temporada donde los abucheos por parte de la afición están a la orden del día. El eterno olvidado recordó a la afición los verdaderos valores del motociclismo, donde unos “locos” se juegan la vida sobre una moto que alcanza más de 300 km/h, batallando cuerpo a cuerpo contra otros pilotos pero que una vez con el casco quitado son compañeros.

Y es que el componente de los cuatro fantásticos en vez de ir a por la moto hizo un acto que enterneció a cualquier aficionado a las dos ruedas. Se levantó y fue directamente a pedirle disculpas a Dovizioso, que yacía en el suelo tras el fuerte golpe recibido. Pero no lo hizo una vez Pedrosa eso, sino dos, siendo la segunda la más llamativa.

Foto: Ducati Racing

Una vez retirado y parando su moto en boxes ante una afición que se caía de los aplausos y muestras de apoyo y entrar al garaje de su equipo para pedir disculpas a todos sus mecánicos el de Castellar del Vallés se dirigió al box de Ducati, dando una imagen que desde hace años no se recordaba y que la esencia del motociclismo estaba más viva que nunca, donde pese batallar por el mismo sueño, al fin y al cabo son unos privilegiados, que pese a quien le pese, se respetan tanto dentro como fuera de la pista.

Pedrosa entró al garaje de los de Borgo Panigale, en una imagen que llegó a sorprender a los propios componentes del equipo para disculparse de nuevo con el italiano, un acto que realmente transmitió los valores del motociclismo que poco a poco parece haberse perdido con el paso del tiempo. Y es que como reconoció el español lo menos que podía hacer era pedir perdón ya que sabía lo que molestaba que le tiraran con una moto tan pesada.

Con un Mundial de motociclismo en sus horas más bajas, el acto de español podría recuperar la magia de un campeonato que parece que haya perdido los valores que ha transmitido durante años, donde día tras día se recalcaba todo lo que transmitía. Un certamen que las gradas se alzaban con el paso de las motos y no existían los abucheos como últimamente ha pasado. Y es que realmente la afición a un piloto viene gracias a una pasión que a muchos une a muchos, que es ver a unos pilotos dando vueltas en un circuito o en una simple ruta entre dos puntos, disfrutando de lo que más le gusta.