Sabes que ha sido una buena carrera cuando llegas sin aliento. Cuando el que te ve, en la grada, también se queda sin él. Cuando llevas a tu rival a la última curva, cuando su sombra se funde con la tuya. Pero sobre todo cuando 'imposible' deja de existir. Todo eso, y más, fue Montmeló de 2009. Más de 88.000 personas y ningún pestañeo. Cerrar los ojos era perderse una de las mejores carreras de la historia; el duelo Valentino-Lorenzo.

La batalla comenzó desde el viernes. Rossi era el maestro, Jorge el aprendiz, un alumno que en su segundo año ya peleaba por el título. Si mejoraba uno también lo hacía el otro. Una guerra competitiva pero sana. De respeto, aún con un muro de cemento, e iguales. Ambos pilotaban lo mismo, una Yamaha casi de idénticas prestaciones, lo que además lo hacía una lucha justa. La oportunidad de medirse, de tú a tú, frente al otro.

Foto: Motociclismo.es
Foto: Motociclismo.es

La pole se la llevó Lorenzo, por milésimas. Y la aprovechó. Para comenzar dominando y hacer la escapada, la táctica que le ha dado tanto. Incluso hoy. Pero no lo lograría esa vez. Le valió con Stoner, el tercero en discordia en el mundial que no sería obstáculo en carrera, pero no con Valentino. Éste no se descolgó, aguantó el tipo durante la prueba para lucirse en el último tercio. Fue a rueda del mallorquín vuelta tras otra, siguiendo cada una de sus trazadas, esas que ya enlazaba tan finas, y giro tras giro, a dos del final, se cansó de esperar.

Le adelantó en la recta principal, aguantando una frenada de las de carenado con otro, para taquicardia de sus mecánicos. Y ahí, precisamente, se la devolvió Lorenzo. Cerró, aprendido de la vuelta anterior, el exterior para tapar la frenada de Rossi. Volvería a cubrir cada uno de los huecos posibles, cerrando cada uno de los puntos de adelantamiento. Firme y decidido.  

Pero Jorge, aquel año aún principiante, olvidó que el italiano es 'perro viejo'. En la última curva, suicida de impensable entonces, hizo la magia. Un calco apurado de su pasada a Stoner en 2007. En el mismo punto se arrojó al vacío y aguantó la frenada aún sin saber si su rueda delantera aguantaría. Aguantó, tumbado a 180 km/h, y triunfó. Fue una genialidad. Il Dottore en su estado de gracia. Puro. Como el motociclismo de ambos. “Recuerdo muy bien 2009. Fue una de las mejores batallas de mi carrera", diría el ganador seis años más tarde. “Fue una de las mejores carreras de toda la historia, de las que hubo más show y en la que lo dimos todo", diría el segundo también recordando. Para más magia, Rossi, Lorenzo y Stoner quedaron empatados a 106 puntos. Una historia para contar a parte.