El 2015 fue un año clave en la trayectoria de Marc Márquez como piloto de MotoGP. No era su año de debut, pero fue entonces cuando pasó por el peaje de la adaptación a una categoría que exige lo mejor de cada piloto, en muchas y diferentes facetas. Este peaje llegó dos años después de lo que todo el mundo esperaba y cuando algunos ya creían que nunca llegaría, pero fue un periodo de aprendizaje necesario para que el de Cervera aumentase su leyenda.

Los seis 'ceros' en carrera le impidieron pelear por el título con Lorenzo y Rossi hasta la última carrera. Contra dos expertos en la regularidad, era inviable caerse en una de cada tres carreras. Algunos auguraban un cambio en su estilo de pilotaje. Otros, considerando la primera opción un auténtico sacrilegio, lo reservaron simplemente a un cambio de mentalidad. Nuevas tácticas en su equipo técnico que le hicieron afrontar con una perspectiva diferente la temporada, más aún con el dantesco panorama que dejó la pretemporada en Honda.

Además, la llegada de Michelin, un suministrador de neumáticos con el que Márquez, a diferencia de sus tres grandes rivales -Lorenzo, Rossi y Pedrosa- nunca había trabajado, complicaba aún más la reconquista de la corona para el 93. La marca francesa se ha caracteriza, y se sigue caracterizando, por ofrecer poco agarre con la rueda delantera, propiciando muchas caídas a aquellos que fuerzan más de la cuenta el tren delantero de la máquina. Blanco y en botella: Márquez estaba entre la espada y la pared. ¿Debía cambiar su estilo? Esa era la gran pregunta que cernía el doble campeón de la categoría reina durante todo el invierno.

Tras las nueve primeras carreras, olvidando los extraordinarios números del de Honda y simplemente observando su paso por curva, es una evidencia que Márquez sigue siendo el mismo piloto de siempre, usando más puntos de apoyo que ningún otro, forzando su salvaje Honda más que cualquier otro piloto de la marca del ala dorada y salvando caídas inverosímiles en cada Gran Premio. Entonces, ¿por qué tiene el Mundial prácticamente ganado en julio? Básicamente, por un cambio de mentalidad. Desde su equipo han logrado, durante la pretemporada, cambiar la forma de afrontar las carreras del catalán, pensando más a largo plazo y no en carrera a carrera, como hacía en 2015.

Qatar, la evidencia del cambio de mentalidad

La más evidente prueba de ello es la primera carrera de la temporada, en Qatar. Márquez llegaba avisado por una pretemporada en la que había estado lejos de Yamaha e incluso Ducati o Suzuki habían osado asomar la cabeza entre las dos grandes marcas. Con un Lorenzo estratosférico, el ilerdense no salió a tumba abierta en busca del campeón, como ocurrió en algunas carreras del pasado curso, sino que aseguró un podio muy meritorio, en uno de los peores circuitos para su moto y para él, si se revisa su historial en la clase reina.

Tras las victorias en Argentina y Estados Unidos, con las que, quizás, hasta el seguidor de Márquez más pesimista contaba a principios del año, llegaba Europa. El gran examen para comprobar dos cosas. Primero, si Honda podía, en la distancia, pelear el título con Yamaha; y segundo, si Márquez había cambiado su mentalidad para volver a ser campeón. Y Jerez volvió a ser Qatar. Con las Yamaha en otra dimensión, Márquez amarró un tercer puesto que le aseguraba seguir siendo líder del certamen, aunque iba avisando de que la moto estaba lejos de su gran competidora.

Francia fue un espejismo en el gran plan que estaba llevando a cabo Márquez. Se fue al suelo mediada la carrera, cuando trataba de asegurar un cuarto puesto, en una repetición del escenario de Jerez. Honda seguía lejos de Yamaha y, en esta ocasión, Márquez cayó sin forzar, en un bache clásico del poco moderno circuito de Le Mans. Allí perdió el liderato ante la enésima exhibición de pilotaje constante de Lorenzo, pero la versión 2.0 de Márquez no se había alterado y poco tardaría en recuperar el mando del Mundial.

Las dos siguientes carreras -Mugello y Barcelona- fueron otro reflejo del cambio de Márquez. Dos circuitos muy Yamaha, en los que el 93 se cayó en 2015 por forzar demasiado. Un año después, dos segundos puestos. Uno por detrás de Lorenzo y otro tras Rossi. Sus rivales, en cambio, en estas dos carreras acumulaban una victoria y un desastre -rotura del motor de Valentino en Italia y caída de Jorge en Barcelona-. Siempre vienen mejor 40 puntos y ninguna victoria que 25 y un triunfo, pensaría Márquez, que, todo hay que decirlo, fue afortunado al no caerse en Mugello, cuando sí arriesgó en cierta medida para tratar de ganar a Lorenzo en el circuito predilecto del balear.

No había aparecido la lluvia hasta ahora, y lo hizo en las dos últimas pruebas disputadas hasta la fecha. En Holanda, con Lorenzo perdido por el miedo que genera la combinación de agua y Assen en su mente, y Rossi por los suelos ante la sobreexcitación de dar un golpe al Mundial, Márquez se encontró, casi sin querer, con el liderato de la carrera, con un hambriento Jack Miller tras él. El Márquez caníbal de 2015 probablemente hubiese peleado la victoria con el australiano, pero, viendo que sus dos rivales por la corona estaban fuera de cobertura, volvió a asegurar el segundo cajón del podio.

Sachsenring fue la puntilla a un campeonato que está visto para sentencia. En otra carrera en agua, Márquez se dejó asesorar por Santi Hernández en los momentos previos a la prueba, optando por una inteligente estrategia de parar en boxes antes que nadie que acabó regalándole el tercer triunfo del curso, adquiriendo una ventaja de 48 puntos con Lorenzo y 59 con Rossi antes del parón veraniego.

Bordeando la perfección

La pasada temporada, por estas mismas fechas, Márquez acumulaba ya hasta tres 'ceros' en carrera. Quedaban tres aún por venir y estaba muy lejos de la pelea por el campeonato que mantenían Rossi y Lorenzo. En 2016, el catalán ha dado ese esperado paso adelante en paciencia y regularidad que le convierte, juntando a su velocidad, talento y capacidad resolucita en las situaciones cuerpo a cuerpo, en un piloto prácticamente perfecto, sin ningún tipo de fisura. ¿Quién le parará ahora?.

Con esta versión tan sólida de Márquez y con el calendario en la mano, parece que el tercer título del catalán es un hecho. Vienen circuitos muy favorables a su estilo de pilotaje, como Austria, Aragón o el tridente asiático, con lo que la tarea de remontada de los hombres de Yamaha está más complicada que nunca. Lorenzo y Rossi no sólo deben encadenar varias victorias de forma consecutiva, sino que deben esperar algo que no ha sucedido este año: errores de Márquez.

Además, debe ser frustrante para Jorge y Valentino que la suerte esté en 2016 siempre del lado de Marc. Como le ocurría a Rossi en 2015, siempre llueve a gusto del de Honda, y las averías mecánicas o caídas propiciadas por otros pilotos nunca le afectan. A este Márquez, además de afrontar de forma superlativa las pruebas, le sale todo. La suerte del campeón, como se suele decir.