Pese a viento y marea, pese a los neumáticos, la nieve o las sorpresas, Sebastién sigue siendo el Rey. Este titular, otrora dedicado a un nueve veces campeón del WRC que viene a todo aficionado a la mente, parece haber sido heredado por su más que digno sucesor, el piloto de Volkswagen Sebastién Ogier. El galo se lleva su segunda victoria en el Rally de Montecarlo tras la conseguida en la etapa del IRC( por delante de un sorpresivo Bryan Bouffier (Ford Fiesta RS WRC) y el nuevo piloto de Citroën Racing Kris Meeke. Ogier conseguía llevarse un nuevo trofeo a sus vitrinas tras una gran remontada durante la segunda jornada que se consolidaba en la tercera a pesar de las difíciles condiciones con las que tuvieron que lidiar estos héroes disfrazados de pilotos de rallys. 

La jornada de hoy comenzaba con los Volkswagen Polo R WRC rememorando sus actuaciones del año pasado, con Sebastién Ogier y Jari-Matti Latvala prácticamente calcando sus tiempos en la primera pasada por un Col de Turini en unas condiciones tremendamente complicadas. La igualdad era tal que tan sólo existían tres décimas de diferencia entre ellos, siendo Bryan Bouffier tercero de nuevo con una buena monta de gomas a apenas medio segundo de los vehículos germanos. Sobre el tema de las ruedas, todos los de cabeza habían seleccionado con cuatro neumáticos de clavos y dos de contacto salvo Elfyn Evans, que llevaba dos slicks en el maletero de su Ford Fiesta RS WRC. Meeke llegaba cuarto, aguantando el tipo a segundo y medio, con Mikko Hirvonen quinto ya a medio minuto. 

Antepenúltima Súperespecial y Ogier, de nuevo, a lo suyo. Su voracidad y nivel de pilotaje está por encima del resto, y volvía a demostrarlo endosándole tres segundos y medio a Meeke y tres décimas más a Latvala. Andreas Mikkelsen realizaba un gran tramo tras un rally bastante aciago con multitud de trompos e incidentes, finalizando cuarto con Bouffier quinto. La anécdota la protagonizaba el galo, al llegar con un "mordisco" en la llanta trasera izquierda que no le impedía aguantar el tipo. Los movimientos en la general venían por detrás, con Evans viéndose adelantado por su jefe de filas, Hirvonen, que a la postre no finalizaría en el "Monte". 

Y, una vez más, el Turini volvía a ser de lo más convulso en su última pasada. Jaro Melicharek, que hacía su aparición con un Ford Fiesta RS WRC de carácter privado, se quedaba en medio del tramo cruzado bloqueando el paso a los pilotos que venían por detrás. Muy a pesar de la gente, los pilotos tenían que pasar por la especial saludándoles por la ventanilla, un premio insuficiente para una afición heróica que había aguantado estoicamente las inclemencias climatológicas vividas en el mítico trazado del Rally de Montecarlo. El primer piloto neutralizado fue Bryan Bouffier, quedándose los vehículos parados en lo que parecía una pista de cualquier estación de esquí.

Última pasada a la última Súperespecial, Sospel-Breil Sur Roya, la cual era, además, la Powerstage. Ogier, que había salido de las asistencias con tres neumáticos de nieve con clavos y tres sin clavos pensando en el Turini, veía como la neutralización destrozaba su planificación en la monta de gomas. El francés se encontraba, de pronto, con un coche descompensado en lo que a gomas se refiere, pero eso no le impidió realizar una actuación memorable al llevarse dos puntos extras por haber finalizado segundo en el último tramo. Primero era un Jari-Matti Latvala que, tras haber tenido un fin de semana horrible por pinchazos y demás devenires del destino, se llevaba una alegría al final de la jornada. Tercero era Kris Meeke, consiguiendo ocupar homóloga posición en la general. Resulta curioso, pero tanto para él como para su veterano copiloto Paul Nagle, este resultado suponía su primer podio absoluto en el Mundial de Rallys tras haber ganado el apartado Junior en 2005 y el IRC (International Rally Championship) en 2009.

Mención aparte merece Bryan Bouffier. El piloto se dosificaba finalizando en cuarta plaza el tramo, resultado que le valía para ser segundo en un Rally que ya ganó en 2011, justo en su centenario. Junto con la espectacular remontada de Sebastién Ogier, el del Ford privado fue el gran animador de un rally que podría haber sido diferente de no ser por las prematuras retiradas de los Hyundai i20 WRC de Thierry Neuville y Dani Sordo, así como la del Fiesta RS WRC de Robert Kubica.

Los problemas en el último tramo se cebaban con Mikko Hirvonen. El regreso del piloto a M-Sport fue un desastre, tras verse avocado a la retirada por un problema eléctrico, posiblemente en el alternador, que le dejaba fuera de carrera. En ese momento, Hirvonen se encontraba luchando por la sexta posición con su compañero de equipo Elfyn Evans, que adelantaba finalmente el Ford Fiesta RS WRC de su compañero por su mala suerte.