Era el rey. El Mundial de Rallyes solo hablaba francés. No había curvas, asfaltos, tramos o pruebas que se le resistieran. Desde su aparición en el WRC en el Rally de Cataluña en 1999, no paró de cosechar victorias, de batir récords, de crear magia al volante. Llegó a la cima del éxito hasta en nueve ocasiones. Había empezado a escribirse la leyenda. Parecía que nunca era suficiente hasta que, en 2012 comenzó la despedida. La carrera deportiva del alsaciano Sebástien Loeb es impecable.

Es el piloto más laureado de la historia del automovilismo con el récord de títulos mundiales (nueve, de 2004 a 2012). De hecho, es el hombre de los récords. 78 victorias, 116 podios y 900 scratches le avalan. Si hay algo criticable es su fidelidad a la marca Citroën, que le impidió luchar por el título con otro equipo. Aun así, su trayectoria no está al alcance de cualquiera. Está claro que las manos de Loeb hacen magia al volante, algo a lo que tuvieron que resignarse todos sus contrarios. La historia del alsaciano en el WRC es la historia de una dictadura que nadie esperaba. Acostumbrados a ser dominados por los nórdicos, Loeb llegó y cambió las reglas.

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Una despedida amarga

En 2012, comenzó la cuenta atrás del piloto francés en el Mundial de Rallyes. Apenas corrió algunas pruebas del campeonato. Abandonó los tramos en los que durante tantos años había dominado para ‘encerrarse’ en un circuito. Fue el propio Loeb el que convenció a su equipo de ‘toda la vida’, Citroën, para pasarse al WTCC, el Mundial de Turismos.

Comenzó este nuevo reto con la misma fórmula que empleó al llegar a los rallys. Adaptándolo a su medida. Si en el WRC preparó y desarrolló el Xsara, el C4 y el DS3, para el WTCC hizo lo propio con el C-Elysée con el que corre actualmente. Además no se ha separado de su equipo de mecánicos con el que ya contaba en el Mundial de Rallyes a pesar de que no tenían experiencia en esta modalidad automovilística. “Son mis amigos”, sentenció Loeb.

¿Por qué el WTCC? La respuesta es sencilla para él. “No solo son menos días de carrera, también la cronología de los eventos permite que te pueda acompañar la familia o amigos y puedas verlos más tiempo y compartir más durante la competición”. Está claro que los años no pasan en balde en lo que a madurez se refiere, pero conserva su talento intacto y así lo demuestra ahora desde las pistas de turismos.

Fuente: insiderally.com

Un merecido sucesor

Cuando el piloto más laureado de un deporte desaparece, siempre queda un vacío que, en ocasiones, tarda años en cubrirse. Sin embargo, en este caso se podía intuir desde hace años un claro sustituto. De hecho, Ogier y Loeb tienen más similitudes que el nombre y la nacionalidad. Ambos ganaron los campeonatos mundiales junior de dos ruedas motrices con la misma marca.

En el 2011, Ogier se convertía en el compañero de Loeb en el equipo oficial Citroën. La competencia fue dura y ambos pilotos llegaron a estar muy igualados en el Campeonato. Sin embargo, las órdenes de equipo relegaron a Ogier a un segundo plano dentro del equipo francés, lo que le llevó a abandonar Citroën para fichar por Volkswagen.

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Un paso fundamental en su carrera. Desde su cambio de equipo ya ha conseguido un título mundial y va camino de conseguir el segundo. La marca alemana ha firmado dos temporadas prácticamente inmejorables que le han permitido a Ogier explotar al máximo su potencial. Y, a pesar de que las comparaciones son odiosas, se ha ganado a pulso ser el indiscutible sucesor de Loeb.