El trayecto de la desolación. Una furgoneta debía de realizar una travesía de 15 horas desde Uyuni hacia Salta, y dentro transportaba a un piloto agotado, abatido y triste. Estaba pisando el mismo suelo en el que los pilotos iban a velocidades estratosféricas salvando las trampas que le ponía el rally. Hoy todo era lento para Barreda, el viaje de vuelta a casa se le hacía eterno y su cabeza no dejaba de preguntarse el porqué de su situación. Entre los baches que debía hacer el vehículo las ideas de fiasco se escapaban de la mente del español y es que debió de vivir un bucle. Su cerebro daba vueltas e intentaba buscar una explicación coherente a todo lo que le había pasado. Por el momento seguía sin respuesta fruto de la fracaso.

Su arma con la que se conjuró para ganar el ansiado Dakar le había fallado. El corazón de su Honda dejó de latir inesperadamente y sin previo aviso, los mecánicos la revisaron la noche anterior y no encontraron ningún problema. Un paro cardiaco inexplicable en Uyuni borró de golpe todas las esperanzas de alzarse con el Rally Dakar. El catalán se había encargado de mimarla y cuidarla durante toda la prueba y su muerte le vino de ‘sopetón’. Tan solo falta que en Japón le realicen la autopsia al vehículo y averigüen cual es el fallo de ese corazón.

Lo que Uyuni se llevó

En este Dakar Barreda ha debido de vivir un Deja vu. Esta palabra viene del francés y significa ‘ya visto’ y se caracterizada por la experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación. Joan Barreda tuvo que sentir un nuevo disparo que se produjo en el famoso salar boliviano. Este también fue dirigido a su moto y en concreto al motor, el resultado fue el mismo; la pérdida del Rally Dakar.

FOTO: Dakar 2016
FOTO: Dakar 2016

Uyuni es un lugar maldito para Barreda y es que el año pasado también este lugar le privó de disputarse con Marc Coma la victoria por el Dakar. Barreda sufrió el año pasado la rotura de su manillar en el camino de ida hacia la ciudad boliviana y un desperfecto en su máquina por la acumulación de sal en el regreso a Iquique.

En 2015 y en 2016, ‘Dinamita’ tuvo que acabar esta etapa remolcado por su compañero de equipo, la situación se repetía y el sentimiento de fracaso era inmenso.

El trabajo de un año se quedó en Argentina

El trabajo de un año se ha ido al traste, así lo expresó el piloto en su cuenta de Facebook. Sin lugar a dudas le costará asimilar todo lo que ha sucedido en esa etapa y es que la repetición de la decepción puede ser destructora para su moral. La rabia corría por sus venas a más velocidad que la calma y el sosiego, normal se le acababa de marchar su oportunidad de ganar un Dakar.

Días como el de la séptima etapa debieron de ser muy duros porque las cosas de distinta manera. En su cabeza debieron de aparecerle todas las imágenes de los duros entrenamientos que había vivido, las horas en el gimnasio y como un fallo en su moto dejó todo esto en Uyuni.

Si te caes 7 veces levántate 8

FOTO: Dakar 2016
FOTO: Dakar 2016

No le queda otra al piloto de Cataluña. Pese a que cuando llegue a la terminal no haya gente aplaudiéndole y celebrando su primer Rally Dakar, la vida sigue y la esperanza también. A Joan Barreda le toca levantarse, sacudirse el polvo, sanar las heridas y volver a soñar. En el rally más duro del mundo no solo basta con ser el piloto más rápido y es que hay que poseer esa chispa de suerte.

Cuando despeje su cabeza tendrá que comenzar a preparar el Dakar 2017 y este será una nueva oportunidad de por fin ganarlo. La técnica la tiene, la velocidad también y es cuestión de tiempo que los resultados salgan. ¿Cuándo? Eso tan solo lo saben el Dakar y Barreda. 

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Sobre el autor
Jaime Egüen Hernández
Pertenezco a la versión beta de la Generación del 98. Coordinador General de NBA VAVEL y redactor del Real Madrid de Baloncesto. Antes MotoGP y F1.