25 años ganando. 25 años compitiendo entre los mejores. Y lo que tiene aún más valor, 25 años manteniendo intacta la motivación pese a haberlo conseguido absolutamente todo. Pocos, muy pocos deportistas, pueden presumir de tener un palmarés como el de Stéphane Peterhansel, que con el de 2016 suma ya 12 títulos en la carrera más dura del mundo. 12 victorias en el Rally Dakar, sea en África o en Sudamérica, sea en motos o en coches, sea en el siglo XX o en el tercer milenio. Como un camaleón, Peterhansel ha sabido adaptarse a cualquier situación.

Cuando Peterhansel decidió, en 2014, abandonar la estructura ganadora por entonces, el Mini que le hizo ganar durante dos años consecutivos, apostó por un proyecto que ni siquiera había nacido y en el que no tenía garantizado el éxito. Era Peugeot, un equipo francés, como él. Quizás era lo único que le faltaba por obtener para retirarse tranquilo: ganar con un equipo de su país. Y tras año y medio de preparación, Peterhansel vuelve a estar en la cima del mundo. Como en aquel lejano 1991.

Sin rival en los 90

Corrían tiempos difíciles a comienzos de los 90. El rally, que por entonces comenzaba en París, se recuperaba todavía de la dolorosa pérdida de su creador, Thierry Sabine, pocos años atrás. Con la retirada de Cyril Neveu, primer gran dominador de la prueba, la carrera quedó huérfana de un líder. Hasta que un joven piloto de 25 años se presentó en París, en 1991, sin que casi nadie lo conociese, y ganase la carrera en apenas su tercera participación en el Dakar.

Eran tiempos diferentes a los de ahora. Ahora Price es capaz de ganar a su segundo intento, pero eso sería utópico hace 25 años. Por entonces, no era un rally de velocidad, sino de pura navegación, y la experiencia era un grado incluso más importante que ahora. Por ello, que con sólo 25 años obtuviese la victoria ya hablaba del piloto que iba a dominar la prueba durante las próximas décadas. A lomos de una Yamaha tan invencible como él, logró hasta cinco títulos más. No fueron consecutivos, ya que en 1994 no participó y en 1996 no pudo acabar la prueba.

Aburrido de dominar las dos ruedas, decidió, tras conseguir su sexto campeonato en 1998, a sus 32 años de edad, pasarse a los coches. Quería emular a su compatriota Hubert Auriol como el segundo hombre en hacer el doblete motos-coches. Ya en su segunda participación acabó segundo, sólo por detrás de Schlesser y, sumido en el multimillonario proyecto de Misubishi, el éxito no debía tardar en llegar. Tras dos títulos seguidos del japonés Masuoka, llegó el momento de Peterhansel.

Campeón en África y Sudamérica

La era Mitsubishi le hizo ganarse el catálogo de perfecto estratega. Siempre esperaba su momento, que llegaba en Mauritania. En aquellas etapas en las que todos hacían aguas, él conseguía sobrevivir. Así ganó en 2004, 2005 y 2007, sólo fallando en 2006, cuando chocó contra un árbol, yendo líder a falta de cuatro etapas. Pero con la cancelación del rally en 2008, parecía que llegaba el final de Peterhansel.

Por entonces tenía nueve títulos y los Volkswagen de De Villiers, Sainz y Al-Attiyah dominaban la competición. 'Peter' intentó recuperar el cetro con BMW, pero fracasó. Debía reinventarse, y encontró el resquicio con Mini. Con un coche no excesivamente veloz pero sí sumamente fiable logró el ansiado décimo entorchado, que tuvo prolongación con el undécimo en 2013. Derrotado en 2014 por Nani Roma, apostó por un proyecto, Peugeot, que le ha dado el 12º y, quien sabe si último, título.

Pero si hay algo que merece ser valorado especialmente en la carrera de Peterhansel es su capacidad de adaptación a los nuevos tiempos. Es un piloto a la antigua, hecho para carreras de aventura y no rallys de velocidad. De hecho, sorprende que no sea el piloto con más triunfos de etapa ni en motos ni en coches. La explicación es que no basa sus victorias en la superioridad técnica, sino en su tremenda astucia en situaciones complicadas.

Peterhansel ha debido competir en la época en que las ayudas de navegación eran escasas o inexistentes, en un Dakar africano con 'roadbooks', y, en la parte final de su trayectoria deportiva, en las rápidas pistas argentinas. Ha peleado contra grandes pilotos como Arcarons, Masuoka, Alphand, Sainz, Roma o, en este último año, Loeb. A todos y cada uno de ellos los ha derrotado, pese a las tremendas diferencias existentes en ese grupo mencionado. Por su capacidad de adaptación de todos los tiempos, Peterhansel será siempre el camaleón del Dakar.