No ha sido un final feliz, simplemente ha sido un final. No es el último capítulo de ‘Perdidos’, ni todo ha sido un sueño como en ‘Los Serrano’.

Es mucho más que eso. Es el epílogo de la carrera deportiva de Carlos Checa Carrera, el ‘Toro’ del asfalto.

Dos décadas han transcurrido desde el 4 de julio de 1993, donde un veinteañero sorprendía a propios y extraños finalizando en la 7ª posición en la carrera de 125cc del Gran Premio de Europa celebrado en Montmeló, a rebufo de Jorge Martínez Aspar en una prueba ganada por el japonés Noboru ‘Nobby’ Ueda.

Quemando goma

22 pilotos tomaron parte en aquella carrera, y con Checa los 22 están retirados. Este simple hecho puede dar una medida de lo aportado por Carlos al motociclismo español y mundial a lo largo de los últimos 20 años. Aquel GP fue el único en el que se pudo ver a Checa en el octavo de litro. A partir de la siguiente cita en Mugello, pasó a formar parte de la parrilla habitual del cuarto de litro.

Se estrenó en Montmeló, condenando a Doohan y Crivillé a batallar por la segunda plaza

Solo disputó 27 carreras sobre la 250cc, ya que a mediados de la temporada 1995 volvió a subir de categoría de forma precipitada. La grave lesión de Alberto Puig le abrió las puertas de la clase reina a lomos de una Honda, con la que no pudo finalizar en su debut sobre el trazado de Donington. Sin embargo, las cuatro carreras restantes bastaron para asombrar a todo el ‘paddock’, llegando incluso a luchar por la victoria en Catalunya.

En los diez años siguientes (1996-2005), Checa terminó siempre entre los diez primeros de la clasificación general. En su primer año completo, a bordo del Pons Racing, empezó asustando a sus rivales con un comienzo casi inmejorable, ganando el mano a mano con el norteamericano Scott Rusell para completar un podio íntegro de Honda junto a Luca Cadalora y Alex Barros en el malayo circuito de Shah Alam.

El prometedor prólogo quedó en eso, ya que el quinto puesto logrado en la segunda carrera celebrada en Indonesia, dejo paso a una larga serie de decepcionantes resultados, que no verían fin hasta la antepenúltima cita del año, en Montmeló. Allí, el 15 de septiembre, Checa supo lo que era ganar una carrera mundialista, y se estrenaba nada más y nada menos que en el medio litro, condenando a Mick Doohan y Álex Crivillé a batallar por la segunda posición, que fue para el australiano a más de seis segundos del ‘Toro’. Concluyó en la octava posición de la general, puesto que repetiría un año más tarde, donde firmó tres segundas plazas como mejores resultados.

El renacimiento

1998 cambió su vida. Ya establecido en la élite mundial, era hora de dar un paso adelante. Un segundo, un tercero, dos cuartos y un octavo en las cinco primeras carreras ayudaron al optimismo. A partir de ahí, Checa vivió dos meses que jamás olvidará.

Su mejor opción de título se había escapado, pero había vuelto a nacer

El 14 de junio, Carlos Checa se convertía en el último piloto de la historia en ganar una prueba mundialista en el madrileño trazado del Jarama, logrando así su segunda y última victoria en la categoría reina, y compartiendo un histórico podio con el desaparecido Norick Abe y el español Sete Gibernau.

Además, con aquella victoria se metía de lleno en la lucha por el título junto a Mick Doohan, Álex Crivillé y Max Biaggi.

El 3 de julio, -y después de finalizar quinto en Assen-, Carlos Checa tuvo un bis a bis con la muerte en los primeros entrenamientos libres celebrados en el circuito británico de Donington Park, al irse al suelo en la curva Craner. Llegó al hospital Queen’s de Nottingham con una grave hemorragia interna y un desgarro de 10 centímetros en el bazo, además de una considerable pérdida de sangre.

Tras perderse dicha cita y la siguiente (Sachsenring, Alemania), reapareció el 23 de agosto en Brno para finalizar séptimo en el Gran Premio de la República Checa. Aunque el título se había escapado, logró finalizar cuarto en la general, a la postre su mejor actuación en la clase reina. Su mejor opción de título se había escapado, pero había vuelto a nacer.

A partir de ahí, ver a Carlos en la parrilla ya era todo un lujo, y se le pudo ver durante muchos años más, pero pasarían bastantes hasta volver a verle sobre una Honda. Pasó seis años en Yamaha (1999-2004), donde logró 13 de sus 24 podios, finalizando siempre en quinta (2002), sexta (2000, 2001) o séptima (1999, 2004, 2005) posición final. De hecho, en 2004 tuvo el honor de ser el compañero de equipo de Valentino Rossi en su llegada a la marca del diapasón.

9º con Ducati en 2005 -donde logró su último podio mundialista en Phillip Island, al ser tercero tras Valentino Rossi y Nicky Hayden-, 15º en el Tech 3 de Yamaha en 2006, y finalmente 14º con la Honda del Team LCR en 2007 fueron sus últimos vaivenes en la categoría que había sido su casa durante más de doce años, aunque en 2010 disputó las dos últimas carreras del año como favor a Ducati sobre la Pramac del lesionado Mika Kallio, logrando su último punto en MotoGP en la cita final de Valencia.

En aquel 2007, resultaba difícil vaticinar que el adiós definitivo del ‘Toro’ tendría que esperar seis años más, durante los cuales le dio tiempo a inaugurar una nueva sección en los libros de historia del motociclismo español, donde su nombre ya figura de manera imborrable.

Un patrimonio único

No es que su legado sea el más vasto de los pilotos españoles a lo largo de la historia. Ángel Nieto, Sito Pons o Álex Crivillé cuentan con un palmarés más abultado que el catalán. Pero en los libros de historia del motociclismo siempre figurará el nombre de Carlos Checa como el del primer (y de momento único) español en proclamarse campeón del mundo de Superbikes.

Un inhóspito territorio para los españoles que comenzaron a explorar Juan López Mella y Dani Amatriaín, que Gregorio Lavilla sembró de forma incansable y cuyas mieles rozaron los labios de Rubén Xaus en forma de subcampeonato. Un territorio donde la bandera rojigualda era un elemento extraño… hasta el año 2011, donde el trazado francés de Magny-Cours fue bullicioso testigo de la coronación de Checa.

Un título que hizo justicia a una carrera deportiva plagada de sinsabores, donde reinaba de forma constante la percepción de haber dejado algo inacabado. Un pequeño vacío en forma de campeonato mundial. Por eso, cuando se abrió ante sí la opción de disputar el Mundial de Superbikes a lomos de una Honda, Carlos no se lo pensó dos veces y saltó en marcha al último vagón de un tren que podía ser el último.

Y, mientras avanzaba entre los vagones de las vías paralelas a MotoGP, tuvo tiempo de hacer un alto en Japón para conquistar las 8 horas de Suzuka en 2008 formando pareja con el nipón Ryuichi Kiyonari a lomos de una Honda.

En ese 2008, ya se adivinaba que el paso de Checa por las mejores motos derivadas de la serie del mundo. El cuarto puesto de la general, unido al doblete logrado en el trazado norteamericano de Miller, hacían presagiar una alegría desconocida en el deporte español más pronto que tarde. Pero la suerte nunca ha sido una gran aliada en la carrera del ‘Toro’, y en 2009 sufría un nuevo retroceso al finalizar séptimo sin ganar ninguna carrera.

En los libros de historia del motociclismo siempre figurará el nombre de Carlos Checa

Aceptó la oferta del Althea Racing para volver a subirse a una Ducati, y rápidamente pudo verse que ese binomio sí era el definitivo. En 2010, tres victorias y la tercera plaza de la general, por detrás de Max Biaggi y Leon Haslam, le ponían en órbita de lo que vendría un año después.

2011 fue un monólogo del de Sant Fruitós. 15 victorias y 21 podios en 26 carreras lo dicen todo. Carlos arrasó con todos sus rivales, y ni siquiera tuvo que esperar al desenlace de la temporada en Portimao. Fue Magny-Cours el escenario elegido para que Checa saldase la única gran deuda que le quedaba al motociclismo de velocidad español.

Muchos pensaron que, a punto de cumplir 39 años, Carlos optaría por despedirse en lo más alto. Pero si hay algo que nadie puede negar del ‘Toro’ es su infinito amor por el motociclismo, y la motivación por revalidar el cetro fue suficiente. No pudo ser. Finalizó cuarto sin opciones reales de batallar con Max Biaggi, Tom Sykes y Marco Melandri. Pese a ello tuvo tiempo de ganar cuatro carreras, logrando su última victoria en Miller.

Tampoco quiso colgar el mono, creyendo en la nueva Panigale de la firma italiana. Prometía la temporada con la pole en Phillip Island, pero apenas 24 horas después, una fuerte caída inició un calvario de lesiones mal curadas, lo que unido al pobre rendimiento de la Ducati le han llevado a tomar la decisión más dura de su vida, pese a contar con una oferta de Kawasaki.

Al final, Carlos Checa ha competido durante seis temporadas en Superbikes, todo un regalo para los aficionados al motociclismo que prácticamente cada octubre se temían la noticia de su adiós. Finalmente, se ha producido el 19 de octubre de 2013, en una rueda de prensa en el ‘hospitality’ de su equipo.

Tampoco hacía falta, dado que se podía intuir, pero Checa ha prometido seguir vinculado al motociclismo de alguna manera (de momento será embajador de Ducati). Otra cosa sería impensable.

Carlos Checa es MOTOCICLISMO.

Fotos: RTVE, zimbio, motorcyclenews, moterus, Hola.