Serrat&Sabina: Dos pájaros contraatacan

Al caer el sol la voz de los poetas encuentra sus trovadores en la humedad de una noche lunática, de una historia errática que compuso sentimientos en flor, rebeldía en carne viva y amores en carne trémula que viajan por el tranvía nocturno de la sencillez. Allá donde Serrat, encuentra la musicalidad de la palabra, la sutileza de la rebeldía y la verdad histórica de la metáfora, donde Neruda, Alberti, Miguel Hernández, Benedetti, Lorca, Machado y un interminable racimo de poetas, suenan por la taberna de los bajos fondos de la madrugada. Justo en el cruce de caminos, en el que la literatura viste de música la melancólica mirada de la más puta de todas las señoras y la más señora de todas las putas. Pues Sabina viste de sarcasmo la poesía, con la ironía poética del macarra, que resbala por la desgarradora y desnuda verdad del engaño, por la afonía ebria y sincera de una guitarra que suena por los tugurios de La Latina y Lavapiés que desembocan en su refugio de Tirso de Molina.

Lírica y desgarro funden dos rebeldías, la moral de un catalán pionero de la 'Nova Cançó' que le canta al mundo la vida y la nocturnidad okupa de un jienense que vive la vida y le canta al barrio de las lunas suburbanas. Con arena en la garganta el bombín poético de Sabina abre paso a un insolente blues con sabor a versos de Pablo Neruda y Nicanor Parra, con aroma a Violeta Parra y Víctor Jara. Con Serrat como resultado de lo que amamos, lo que hemos oído, hemos vivido y hemos creado, “La orquesta del titánic” suena en la inspirada cubierta musical de Ricardo Miralles y Pancho Varona.

En aquella cubierta en la que el cantautor quiere ser poeta, el borracho cantautor, el poeta músico y el músico poema, 27 clásicos y once nuevos temas con verdaderos destellos de elegancia y musicalidad, nos transportan a la mítica de dos de los más grandes cantautores de nuestra lengua. En el elogio de los placeres sencillos, el retrato de un alma atormentada, la voz del sentimiento que pone peros geniales, encontramos canciones clavadas en nuestra alma. Pues nos dieron las diez, las once, las doce, la una, las dos y las tres escuchando a dos juglares de dos siglos, a dos dandis de la madrugada. Canallas de la lírica, descarados, algo teatrales y bastante descreídos, con sus cuerpos corneados por la vida, pero lija y seda en sus gargantas. Trovador junto a poeta urbano, Serrat junto a Sabina, voz de terciopelo y arena, se amalgaman por la música y la literatura. 2,45 horas de concierto entre princesas tardías de la noche, locos bajitos y piratas cojos con cara de malo que sucumben a la poderosa fuerza de Mediterráneo.

Y por la gracia de dos, el verso tiene voz, el poema canción, y el blues sátira. Cuervo y colibrí, Sabina y Serrat, dos pájaros de la trova imaginativa de Roberto Fontanarrosa que no deben perderse y contraatacan.

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